Donald Trump, en un acto en la Casa Blanca. En vídeo, el demócrata Jerry Nadler, presidente del Comité de Apropiaciones del Senado, acusa a Barr de haber manipulado el informe de Mueller hacia los intereses del presidente. Reuters CARLOS BARRIA
Las conclusiones de la investigación de Mueller, a falta de que pronto se puedan leer las más de 400 páginas del informe este jueves, no dejan de ser sobrecogedoras. El fiscal especial nombrado para investigar la posible conspiración del presidente de Estados Unidos con el Kremlin concluye que Rusia montó una operación de injerencia a gran escala en unas elecciones estadounidenses, hackeando los ordenadores del Partido Demócrata, publicando su contenido y difundiendo masivamente desinformación al electorado por redes sociales, para ayudar a Donald Trump a llegar a la Casa Blanca. Mueller acusó a 34 personas, incluidos cuatro estrechísimos colaboradores del presidente. Pero no halló pruebas de que Trump conspirara con los rusos y no quiso concluir si había o no obstruido a la justicia. Aun así, el presidente se mostró inquieto este lunes y pasó al ataque: "El informe Mueller, que fue escrito por 18 demócratas enfadados que resultan odar a Trump ser seguidores de Hillary Clinton, se debería haber centrado en la gente que espió mi campaña en 2016 y que crearon el bulo de Rusia", escribió en su cuenta de Twitter.
La lectura de “exoneración total” que hace Trump es inexacta. Numerosas sospechas se ciernen todavía sobre el presidente, entre ellas, un posible delito de financiación ilegal de campaña o el propio cargo de obstrucción a la justicia del que Mueller no le exonera. Casos que la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes deberán decidir con qué intensidad sigue investigando, aunque el resumen que entregó el fiscal general, William Barr, del informe pueden convertir ese empeño en menos justificable, hoy, ante los votantes moderados.
Por eso, mantener intactas las conclusiones de Barr sobre el informe de Mueller es el instrumento con que cuenta Trump para protegerse de las investigaciones que se ciernen sobre su persona. La estrategia es evidente: mientras el Congreso espera que Barr entregue el informe completo, el presidente ha pasado al ataque sin tapujos. Y el propio Barr, la persona que Trump propuso al frente del Departamento de Justicia, ha dado señales de que puede convertirse en su mejor aliado en esa ofensiva.
“Una tentativa de golpe de Estado”, “una farsa”, “una investigación ilegal”, “un engaño falso y traicionero”, “un intento de desgarrar el tejido de nuestra gran democracia”. Todas son expresiones que el presidente ha utilizado en los últimos días para referirse a las pesquisas de Mueller, cuyo informe Trump se jacta de no haber leído. Se trata solo una subida de tono en la retórica que viene empleando para atacar lo que, en dos centenares de tuits, ha calificado de “caza de brujas”. Pero tras la comparecencia de Barr en el Capitolio la semana pasada, la descalificación puede mutar en contraataque en toda regla.
Para sorpresa de los legisladores, Barr declaró que cree que la campaña electoral de Donald Trump fue espiada, en el marco de la investigación de Mueller, por parte de las agencias de inteligencia estadounidense. El comentario, realizado ante un Comité del Senado, refuerza los argumentos del presidente, que viene denunciando que el FBI, que depende del Departamento de Justicia al frente del que está el propio Barr, le investigó sin base y que la trama rusa no es más que un intento de torpedear su mandato.
“Creo que espiar a una campaña política es un tema importante”, dijo Barr, a preguntas de miembros del Comité de Apropiaciones del Senado, y señaló: “Creo que hubo espionaje, sí”.
Barr trató después de matizar sus palabras, que “contradicen directamente”, según apuntó el presidente del Comité, el demócrata Jerry Nadler, lo que había declarado anteriormente el Departamento de Justicia. “No estoy diciendo que hubiera una vigilancia inapropiada. Estoy diciendo que me preocupa y que lo estoy mirando”, dijo.
Ahora que los ciudadanos y los medios van a tener acceso al informe completo, aunque con partes censuradas, en el entorno de Trump existe la preocupación, según fuentes citadas por Associated Press, de que el presidente haya cantado victoria demasiado alto y demasiado prematuramente. Por eso defienden la estrategia del ataque preventivo.
Igual que los demócratas, temerosos de altas expectativas generadas, trataban de restar importancia al caso en los días previos a la entrega de las conclusiones de Barr, ahora son los republicanos quienes han tratado de desacreditar la investigación, días antes de que se publique el informe íntegro. El fiscal especial ya no es la persona que actuó de manera honorable, como dijo Trump tras las conclusiones de Barr: ahora habla de “Bob Mueller y su equipo de odiadores de Trump y demócratas furiosos”.
"Tienes razón si dices que voy a ir a por ellos”, dijo Rudy Giuliani, abogado de Trump, en Associated Press. “Nunca pensé que hicieron su trabajo de manera profesional”.
El congresista republicano Devin Nunes también anunció en Fox News que iba a pedir al Departamento de Justicia que abriera ocho investigaciones criminales relacionadas con los orígenes de la investigación de la trama rusa. “No hay tiempo opara recrearse en la victoria”, dijo, “porque hay que hacer responsable a gente de este sinsentido que ha ocurrido”.