Los españoles que han denunciado sus condiciones fueron seleccionados por empresas hispano-holandesas como Temporales y Covebo, dedicadas a reclutar trabajadores. El objetivo era ofrecer mano de obra a firmas holandesas como Post NL (servicio de Correos), Bol.com (tienda de comercio digital), o Ingram Micro (mayorista de tecnología de la información). Pero los afectados denuncian que no encontraron lo que les habían prometido.
“El precontrato firmado en España con Temporales para la empresa holandesa Tempo Team no tenía nada que ver con la realidad”, resume Luis, de 40 años, que regresó a Barcelona desencantado. Según su narración, había acordado con la empresa desplazarse a Holanda, donde viviría a unos 10 kilómetros del puesto de trabajo. En su lugar, a él y a sus compañeros les alojaron en un campamento en la localidad de Lommel, en Bélgica, a dos horas de Post NL, donde debían trabajar descargando paquetes. “El bungaló era muy pequeño y dos personas dormían en una habitación y otra en el sofá. Sin embargo, costaba casi 100 euros a la semana por persona. El supermercado estaba a tres kilómetros y tampoco había wifi. Yo estudiaba a distancia, así que perdí la matrícula. No me pagaban cada semana y podías acabar cobrando a los dos meses”, asegura. Pero, según cuenta, lo peor era la agresividad en el puesto de trabajo. “En este sector temporal en Holanda hay muchos trabajadores polacos desde hace años. Y tal vez nos veían como la competencia”, concluye.
Fuentes de la Embajada española señalan que precontratos como los esgrimidos por Temporales y Covebo (antes llamada Pran) “no tienen validez legal, porque no hay un vínculo entre la legislación holandesa y la española”. En la Embajada explican que estos contratos suelen ofrecer unos 1.600 euros mensuales, el salario mínimo en Holanda por 40 horas semanales de trabajo. De estos, hay que descontar unos 400 euros de alojamiento, 100 de seguro médico y hasta 100 de transporte. La comida corre al cargo del empleado. “Pero las horas de trabajo no se pueden garantizar. Las determina la ETT en función de lo que precisa la compañía holandesa usuaria. Son contratos flexibles que incluyen lo que se denomina cláusula de agencia, es decir, que pueden despedir al trabajador cuando quieran. Todo depende del trabajo que haya”, apuntan las mismas fuentes.
“Fuman marihuana”
Los responsables de Temporales aseguran conocer un 2% del medio millar de denuncias, que son las que les afectan directamente. En conversación telefónica, la gerente de la empresa en España, Elena Lucas, explica que Tempo Team asegura 30 horas semanales y 120 horas al mes, y que si no se trabajan por falta de demanda, hay que abonar el salario de todas formas. “Llevo cinco años mandando gente a Holanda. Emigrar no es fácil. Pero algunos no acuden al trabajo, se drogan con marihuana y llegan a conducir en ese estado. Se les aloja en casas en las ciudades y en algún campin, pero pocos”, explica. Manuel Díez, a cargo de este mismo reclutador, es más directo. “Una cosa son los sentimientos y otra los hechos. La mayoría de los que no tienen paciencia para cobrar y se quejan a la embajada no cumplieron las normas del alojamiento. No se puede fumar tabaco o droga, y fuman marihuana. Si hay otros problemas, trabajamos para solucionarlos”, afirma también por teléfono.
Ana, residente en Cádiz de 44 años, trabajó para Ingram Micro captada por Covebo en un almacén de recogida y distribución. “Lo más duro era que la ETT nos trataba como si fuéramos trozos de carne”, recuerda. Ana denuncia que ella y sus compañeros vivían a casi una hora y media del trabajo, en un bungaló “diminuto” para tres personas, a tres kilómetros de distancia del pueblo. “El trato intermedio, desde el alojamiento al transporte, lo gestionan polacos. Y los que estaban fumados eran ellos. La velocidad a la que iban por la carretera era por culpa de la marihuana”, asegura. Ella denuncia que el coordinador del campamento podía entrar a revisar sin previo aviso a cualquier hora. “No puedes enfermar porque pierdes el trabajo. Me pagaron, sí, pero no parecía que estuviéramos en Holanda, el primer mundo europeo”, protesta.
Problemas de seguridad
Fuentes de la empresa Covebo subrayan que todos los españoles llegan a Holanda con un precontrato firmado y se alojan en casas. “Cuando hay campañas, como en Navidad, podemos usar campins, porque llegan 300 de golpe”, añaden.
Francisco Javier, sevillano de 33 años, trabajó también para Post NL e Ingram Micro, y denuncia los problemas de seguridad del campamento donde le alojaron. “Se vendía droga y me robaron; no había seguridad ni luz y las peleas eran constantes, sobre todo entre los polacos”, afirma. Las cosas en el trabajo no mejoraban. “El trato era muy malo. Llegaron a negarme la entrada, que es una forma del maltrato. Creí que sería una aventura inolvidable y en el primer trabajo no me pagaron. En el segundo sí cobré. Hay unos supervisores a los que puedes acudir, y una era española, pero no me ayudó. Ya no nos apoyamos ni entre nosotros. He vuelto a casa y estoy en paro”, lamenta, porque su ilusión era viajar y conocer gente y ha regresado al punto de salida.
Cuando se les recluta, la imagen presentada es la de Holanda, un país donde todo funciona y donde se gana más dinero si se trabaja duro. “A la hora de la verdad, las quejas se acumulan y a veces cualquier excusa es buena para despedirles. Habrá de todo, desde luego, pero el reclutador no puede garantizar ni coordinar nada. Sin embargo, tratan de dar la sensación contraria en España, que es donde se hacen las pruebas y entrevistas de trabajo”, indica la Embajada española.
Los problemas del trabajo flexible son iguales para españoles y holandeses. Pero los segundos no tienen las dificultades añadidas del alojamiento, una de las principales quejas de los que han emigrado en busca de un trabajo.
“La flexibilidad es buena para el empresario, porque si no hay trabajo el empleado se va a la calle sin más. La tendencia del mercado es convencer a la gente de que un empleo fijo o con mayor seguridad es algo antiguo. Que lo moderno son los cambios, pero eso conlleva una inseguridad manifiesta”, dice Marianne Jekkers, de la Federación Nacional de Sindicatos (FNV, en sus siglas neerlandesas). “Las empresas de trabajo temporal no están fuera de la ley. Y si bien a los sindicatos nos parece bien el flexitrabajo, lo malo son los arreglos legales que acaban restando dinero y derechos a los trabajadores”, añade la sindicalista.
Eline Willemsen, responsable del departamento contra la explotación laboral de la ONG holandesa Fair Work, aconseja a los trabajadores españoles que se informen bien de las condiciones del contrato que firman con la ETT. “Puede no parecerse en nada al precontrato brindado por el reclutador en España. Además, no siempre traducido. A veces viene en inglés o en neerlandés. La hiperflexibilidad del mercado holandés es ahora tan patente que el propio Gobierno quiere regularla un poco. Por otra parte, los Ayuntamientos deberían coordinar las viviendas usadas por las ETT, porque cumplir solo con las normas de habitabilidad no basta”, explica.
Como los trabajadores temporales no están censados, y muchos de ellos no informan de su presencia al consulado español, el uso de las aplicaciones de móvil proporcionadas por las ETT puede ser su principal contacto con Holanda. Pero con el teléfono se registran y apuntan el horario laboral y las horas trabajadas, nada más.