"El personaje de Blanche lo iba a hacer otra cantante (Daniela Tabernig fue reemplazada por Orla Boylan), dice Rita Cosentino con un tono afable, a pesar de haber perdido dos preciadas semanas de ensayos. “Estas cosas suelen suceder en la ópera, pero acá resulta más complicado porque no es una ópera de repertorio, como La Bohème o La Traviata, y el rol de Blanche DuBois tiene una línea vocal tan desafiante que no pude abordarla cualquier cantante”.
-¿Cuál es tu propuesta escénica para este estreno sudamericano?
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-Respeté absolutamente la propuesta de Tennessee Williams: la ubicación de la obra, el ambiente y el espacio. Todo sucede en un departamento, con sus habitaciones y la famosa escalera que da al piso de arriba, donde viven los vecinos de los Kowalski. Lo que agregué, más bien es algo que está pero en esta puesta se vuelve central, es el baño. Es un espacio sumamente importante porque no es sólo un lugar de intimidad, sino el backstage de Blanche. Es su camarín. Cada vez que entra a ese baño es como si se sacara una máscara, y cuando sale se teatraliza a sí misma. Si hay algo que tiene el personaje de Blanche es un gran histrionismo, que de alguna manera la ayuda a protegerse del contexto hostil. Pero no es sólo eso. En el baño, además, vuelve a aparecer el pasado del que no puede desligarse, especialmente en el último acto, donde ella entra más profundamente en sus delirios, en sus miedos.
-Los aspectos más sórdidos de Blanche, su alcoholismo o el abuso de menores, parecen estar suavizados por el punto de vista del libretista Phillip Littell. ¿Qué hiciste con estos aspectos del personaje?
-En realidad es muy ambiguo todo eso. Es cierto que hay un problema con el alcoholismo, y no solo en el personaje de Blanche, también Kowalski. Aunque para él es algo más recreativo que evasivo. Por otro lado, nunca está del todo claro lo del abuso de menores. En la obra de teatro se menciona que la echaron del colegio donde era maestra porque se insinuó a uno de sus alumnos. Pero ella no es pederasta. Hay una escena erótica donde Blanche seduce a un joven recaudador del periódico del barrio, pero creo que lo que Tennessee Williams intentó transmitir ahí es el poco manejo que ella tiene de su deseo. Es un deseo completamente destructivo. Justamente, Un tranvía llamamado deseo, es un deseo que la lleva a la muerte, simbólica.
-El libreto reduce a nueve escenas las once originales. ¿Se pierde algo en esa condensación?
-Creo que la adaptación funciona plenamente. Es muy respetuosa e inteligente. Nada ne pierde. Me imagino lo difícil que habrá sido la adaptación porque hay tantas frases, especialmente en Blanche, que son tan bellas. Es poesía pura. Por eso nadie la entiende. Blanche habla en poesía.
-¿Y las arias? ¿ Se insertan bien en el contexto general de la obra?
-Sí, está muy bien. Todos los personajes, menos Stanley Kowalski, tienen arias. Eunice Hubbel tampoco, pero es un personaje más pequeño.
-¿Por qué un personaje tan central como Stanley Kowalski no tiene arias?
-Creo que tiene que ver con que André Previn se centró en Blanche, personaje que compuso pensando en Renée Fleming. Tiene cuatro o cinco arias de gran lucimiento.
-¿Qué desafíos implicó hacer esta ópera?
-Es un desafío muy grande porque la ópera es muy compleja. Es una obra de teatro representada casi como tal, suceden cosas todo el tiempo, y hay muchos diálogos. La ópera respeta ese código. El tratamiento de las arias es como en el musical: de repente un personaje empieza a cantar y, no solo se detiene el tiempo sino que el espacio también podría desaparecer. Pero hice un tratamiento especial en las arias. Además está la complejidad de Blanche. Le suceden muchas cosas y la obra va cambiando de estado de ánimo todo el tiempo y hay que llevar la tensión constante hasta el estallido final.
CL