23/11/2018 - 18:22
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"No recuerdo ningún momento de mi vida en que no haya estado pensando en un motor, un auto, moto o una bicicleta. Busco cruzar un concepto y transformarlo con un vehículo".
Esa frase sintetiza el ADN de Patricio Castelli, el ex guitarrista del grupo Bloodparade que se metió de lleno en el mundo de los fierros, pero con un toque personal. "En el colegio, con 12 años, me la pasaba dibujando motores, aviones, robots, máquinas y las revistas Fierro me sirvieron para curiosear", recuerda.
Cae de maduro la pregunta: si él viene de una familia fierrera. Nada que ver. Patricio tiene madre profesora de piano y padre psicoanalista.
BICICLETAS DE MADERA. El germen de la creación de rodados artesanales por parte de Patricio. (Foto: Constanza Niscovolos)
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"Fabricar", "hacer", "crear", "intentar", son los verbos que mejor conjugan en él quien desde pequeño se armó un carrito sostenido por una base de rulemanes (hoy le fabricó uno a un sobrino) hasta llegar al sueño del taller propio. "Primero fue como un juego, algo lúdico y a los 17 empecé a trabajar en un fábrica como soldador, armando estructuras y sabía que eso, tarde o temprano, me iba a acercar a hacer algo creativo", confiesa.
Durante la crisis económica del 2001, Patricio empezó a fabricar bicicletas de ese material hasta que pudo tener un taller propio para elaborar rejas, algo que hizo durante una década. "Tenía que ver con qué avanzaba más, si con la música o la construcción, entonces me metí a fondo con esta última".
Por eso, él casi que vive en su taller de Beccar, trabaja unas 14 horas por día y se metió de lleno en la reforma de motos y autos: su especialidad.
SU LUGAR EN EL MUNDO. El taller en Beccar de Patricio Castelli en donde cuelgan los moldes en madera de sus creaciones. (Foto: Constanza Niscovolos)
Antes de meter mano en cada vehículo, Castelli hace los moldes en madera, que luego cuelga por todo el taller. Después, sobre esa base blanda, va calzando el aluminio a martillazos, al que previamente le da forma en una frega a base de rodillos. Todo bien artesanal. "Mi trabajo es una excusa para expresarme, en mi caso agarrando un pedazo de metal y dándole una forma, con una intención y significado. Con el diseño vos proponés e inventás algo", resume.
Y uno de sus inventos es un "belly-tank" (o tanque de vientre), aquellos que se usaban en la Segunda Guerra Mundial como abastecimiento suplementario de combustible. "Cuando terminó la contienda, esos tanques volvieron como rezago militar y los tipos que intentaban establecer record de velocidad los usaban por la aerodinámica de su carrocería", informa Castelli.
BELLY TANK REFORMADO. Con ruedas de Ford A este prototipo aún está en su etapa final de producción. (Foto: Constanza Niscovolos)
Entonces a unas de estas carrocerías, le puso ruedas de Ford A (modelo 1930) respetando la técnica constructiva de la época. "Es una recreación que funciona, respetando el contexto histórico y tecnológico de un momento".
Recorriendo su bunker de trabajo se ven tres motos, las estrellas del lugar, que brillan plateadísimas. Y bien raras. Una es la "Compressor", inspirada en una BMW de 1937 -récord de velocidad-, una recreación que supera los 200 kmh, toda carenada (la cubierta que tapa la parte superior) y así la hace más aerodinámica. Funciona a base de una mezcla de alcoholes.
SUPER VELOZ. Aerodinámica pura para esta dos ruedas con un gran carenado que puede alcanzar los 200 km/h. (Foto: Constanza Niscovolos)
También se ven otras dos ruedas, que posan arriba de dos soportes, lo que las hace aún más llamativas. "Una se llama Así habló Zaratustra, pero no por el libro de Friedrich Nietzche, sino por la épica obra de Richard Strauss. Tiene una impronta art déco, del aerodinamismo".
ART DÉCO. La fuente de inspiración de la moto creada por Castelli. (Foto: Constanza Niscovolos)
La otra, Lasciate ogni speranza ("Aquí abandonen toda esperanza") una frase de la Divina Comedia, escrita en la entrada al infierno. "Quería lograr la moto más aerodinámica del mundo, lo que importaba es lo fluido de la forma. Para ello me basé en los aviones jets de los 50/60. Hay algo ridículo e idílico en el futurismo, esa visión romántica y positiva, irreal, que sirvió para vender una idea falsa de la felicidad".
PURO FUTURISMO. "La moto más aerodinámica que exista" fue la premisa de Castelli para fabricar este vehículo. (Foto: Constanza Niscovolos)
-¿Cómo unís futurismo y motos?
-Es inconsciente (risas), no sé de donde viene. A veces me voy a dormir con una idea vaga y me despierto en medio de la noche diciendo: ¡Ya sé! Tengo que cruzar esto con esto, me pongo a dibujar y escribir a full. Lo principal es que haya una idea rectora.
-¿Solo motos hacés?
-No, también fabriqué un auto desde cero (excepto el motor que lo compré), es un diseño entre el dueño y yo, emulando los vehículos de LeMans de mediados de los años ´50, en donde no se buscaba la perfección sino la funcionalidad.
PERSONALIZADO. Un auto con impronta de los vehículos de LeMans, hecho desde cero por Castelli. (Foto: Constanza Niscovolos)
Por eso no tienen pintura sino que es aluminio al natural. Está todo remachado. También hice un auto para la obra Sunset Bulevard Argentina, en donde actúa Valeria Lynch, como así también plataformas y mecanismos para espectáculos de Flavio Mendoza.
Como músico, también guitarrista metalero
Luego de pasar séptimo grado "raspando", Patricio se vio de lleno con un nuevo mundo: la secundaria. "Pasé de una escuela estatal en una zona humilde al Nacional de San Isidro, ahí había pibes que jugaban al rugby, me enseñaban latín, francés: no entendía nada de nada, no aprobé ni una materia. Sentía mucho asco por el mundo que me rodeaba".
Castelli se sentía tan sapo de otro pozo. "O te buscás adaptar o cerrás la persiana y decís, a esto no entro". El sentía que "transcurría y depositaba el cuerpo en el colegio". Y le fue muy mal allí.
ELECCION MUSICAL. Al ver que no encajaba en el colegio, Castelli se acercó a los sonidos extremos siendo guitarrista. (Foto: Constanza Niscovolos)
"Repetí primer año, pasé al turno tarde, repetí también y lo mismo a la noche, tres años y nada. Así que me echaron del colegio. Mi papá me quería asesinar, cagar a piñas", resume.
Patricio sentía que quería otra cosa, no encajaba, ni siquiera -según dice- como una cuestión de rebeldía. Entonces su pasión por la mecánica se vio trunca y apareció otro costado artístico para desahogarse: la música. "Era re extremo, la contracara de todo lo que odiaba. Tuve algunos intentos de grupos thrash metal hasta que descubrí el death, formé Absemia, sacamos un disco pero me terminé cansando un poco del género por ser tan conservador".
Y luego de ello nació Bloodparade (algo así como desfile sangriento), que arrancó con un death-pop y después se abrazó más hacia lo gótico y metal electro, cruzando géneros. "Y cuando me cansé de que sea innovador, me abrí. Estuve con ellos desde 2003 a 2015".
Pero volverá a estar con ellos en escena, el sábado 15/12 momento en que el grupo festejará sus 15 años en Uniclub (Guardia Vieja 3360) tocando algunos temas junto a su ex banda.