“Todo podía pasar en los últimos nueve hoyos. Había muchos chicos con oportunidad de ganar. La clasificación estaba totalmente apretada y todos jugaban bien. La tensión en el campo no podía ser mayor. Esto es duro… ¡por eso me estoy quedando calvo!”. Tiger Woods bromeó con su incipiente calvicie (en los golfistas no suele advertirse porque siempre juegan con gorra del patrocinador) para reflejar la enorme competencia, 11 jugadores al final en tres golpes, que derribó para conquistar su quinto Masters de Augusta, su 15º grande, a los 43 años y 11 después de su último major.
El poco pelo de Tiger es solo una de esas señales de que los tiempos han cambiado mucho desde su época de gran tirano del golf. Cuando El Tigre logró su primer grande, el Masters de 1997, Jon Rahm, por ejemplo, tenía solo dos años. Y la mayoría de golfistas con los que ahora competirá eran también unos niños. Ese es el doble nuevo escenario que se abre a partir de ahora en el golf mundial. Para Tiger, competir contra una nueva generación de jugadores, pegadores y atletas, herederos de una transformación del golf a todos los niveles (físico, técnico, mediático, económico) que el mismo Woods impulsó a finales de los noventa. Para el golf, es redescubrir el impacto de Tiger y competir en el campo con un veterano que tiene el hambre de un principiante.
“Voy a batir a Jack Nicklaus”, dice un niño Tiger Woods. Es la última imagen de un vídeo de 52 segundos que Nike, la compañía que siempre ha acompañado a Woods, emitió nada más conseguir El Tigre la chaqueta verde. El filón comercial que supone el ganador de 15 grandes se vuelve a abrir de par en par.
La tercera ronda del Masters fue la retransmisión de golf más vista un sábado en cualquier cadena televisiva de Estados Unidos desde 2015. La CBS afirmó que sus audiencias iban a dispararse. Ya lo hicieron en 2018 con un aumento del 18% respecto al Masters anterior, cuando no jugaba Tiger. El curso pasado Woods no pudo pasar del 32º puesto en la edición que ganó Patrick Reed. Su victoria este año hace que televisiones y patrocinadores se froten las manos.
“Creo que he llevado más juventud al juego. Hoy los chicos del circuito son cada vez más grandes, más fuertes, más rápidos, más atléticos. Golpean la bola a distancias prodigiosas, y algo de eso es debido a lo que yo hice”, explicó Tiger después de esta victoria en Augusta. Y recordó: “Cuando yo me hice profesional [con 20 años, en agosto de 1996], era el único en el gimnasio, excepto Vijay [Singh]. Durante años solo estuvimos él y yo, y hoy todo el mundo se entrena. Todos trabajan sus cuerpos, aparte del juego. Las cosas han cambiado mucho”.
Tiger no puede entrenarse como antes. No puede someter un cuerpo que ha pasado por cuatro operaciones de espalda y cuatro de rodilla a la intensidad de ejercicios que solía. En sus mejores tiempos, Woods se preparaba de sol a sol: seis kilómetros de carrera nada más levantarse, pesas en el gimnasio, tres horas de golf, otros seis kilómetros, más golf, un partido de tenis o baloncesto… Ahora admite que ni siquiera puede practicar todas las partes de su juego en el mismo día porque sufre dolores. Y enfrente hay un batallón de bombarderos. En 1997, cuando ganó su primer Masters, Woods tenía una media de distancia con el driver de 268 metros. Eso le permitía ser segundo en esta clasificación en el circuito estadounidense, por detrás de John Daly. Este curso, su media ha subido ligeramente (han mejorado también los materiales), hasta los 273 metros. Pero hoy en día esa cifra solo le sirve a Tiger para estar en el puesto 51 en este apartado.
Woods vuelve a otro golf. La quinta chaqueta verde le ha aupado al número seis del mundo. Por delante de él en el top ten están Dustin Johnson (34 años), Justin Rose (38), Brooks Koepka (28), Rory McIlroy (29) y Justin Thomas (25). Por detrás, Francesco Molinari (36), Bryson DeChambeau (25), Xander Schauffele (25) y Rickie Fowler (30). Tiger es el único en los cuarenta entre la élite, y nadie supera su edad hasta llegar a Phil Mickelson (48) en el puesto 23.
Una nueva era se abre. La incógnita es saber cuál será el alcance de Tiger, el hombre que lo cambió todo. Apuntó a sus rivales al gimnasio, hinchó las bolsas de premios en los torneos, sedujo a los patrocinadores y disparó las audiencias de televisión. La tremenda profesionalización que acompaña hoy a cada jugador —representante, entrenador, psicólogo, preparador físico, dietista…— no se entiende sin la revolución de Woods. Si hoy los golfistas son deportistas excelentemente pagados es en buena parte gracias al Tigre.
El rey dominó con mano de hierro. Una época que no ha vuelto. Ningún golfista ha concentrado tanta superioridad sobre el resto. La tarta se la han repartido entre muchos. En los 11 años que pasaron entre su primer y su 14º grande, de 1997 a 2008, solo otros cuatro golfistas ocuparon en algún intervalo el número uno mundial: Greg Norman, Ernie Els, David Duval y Vijay Singh. En los 11 años siguientes, los de la sequía de grandes del Tigre hasta su victoria en Augusta, han sido 10: Lee Westwood, Martin Kaymer, Luke Donald, Rory McIlroy, Adam Scott, Jordan Spieth, Jason Day, Dustin Johnson, Brooks Koepka y Justin Rose. También el reparto de grandes ha sido más democrático. En este último tramo, McIlroy ha sumado cuatro títulos del Grand Slam, y tres Spieth y Koepka.
“Tiger tendrá tres o cuatro años por delante para competir al máximo nivel por los grandes”, opina el exjugador Manolo Piñero, seleccionador olímpico en Río 2016. “El regreso de su leyenda supone mucho para el golf. En cuanto al juego, no creo que haya habido mucha evolución técnica ni de materiales en los últimos 15 años. Sí que han aparecido jugadores jóvenes muy buenos, con los que Tiger tiene que enfrentarse. Dustin Johnson, Koepka y Jon Rahm... Son una dura competencia para Woods. Pero también creo que él va a disfrutar más que antes. Sabe que está ante una segunda oportunidad en la vida. Y técnicamente le veo mejor. No sufre tanto con el swing, que es más compacto y puede repetir con más naturalidad”, añade Piñero.
“Inspiración”, “gran noticia para el golf”, “histórico regreso”... La mayoría de golfistas saludó con felicidad la victoria de Tiger en Augusta después de tantos años de sufrimientos. Ahora ya es un rival más, uno de altura. A los 43 años, Woods ha regresado no para volver a ser el que fue, pero sí para ganar.
El histórico triunfo de Tiger en Augusta desató una ola de felicitaciones desde todos los ámbitos. “Volver y ganar el Masters después de todos los altos y bajos es una prueba de excelencia, coraje y determinación”, escribió en las redes sociales Barack Obama, expresidente de Estados Unidos. “Estoy llorando viendo a Tiger. Es lo más grande que hay. Una inspiración”, comentó Serena Williams, amiga de Woods, con el que ha compartido muchos momentos de frustración del golfista estadounidense.
“Es el mejor regreso en la historia del deporte”, soltó Stephen Curry, base de los Golden State Warriors. También Magic Johnson, Kobe Bryant, Tom Brady y Gareth Bale, entre otros, dejaron sus mensajes hacia el jugador por su 15º grande, a solo tres ya del récord absoluto de Jack Nicklaus. El Oso Dorado expresó: “Estoy feliz por él y por el golf. Es fantástico”. Su reinado, tantos años a salvo,vuelve a estar en peligro. El Tigre vuelve a la carga en el siguiente grande, el Campenato de la PGA, en mayo.
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