Catalina II fue zarina de Rusia durante tres décadas del siglo XVIII. Pasó a la historia como Catalina la Grande. En sus enormes retratos aparece majestuosa, imponente y, también, cercana. Como cuando se dejó pintar acompañada de su perro en un parque. Las obras que protagoniza decoraban grandes palacios que solo pisaban los elegidos. Pero ya no hay zares. El mundo ha cambiado. Y sus cuadros comparten espacio con otros que retratan a jóvenes campesinas, madres que dan el pecho a sus hijos, chicas del proletariado que cosen para mujeres de la burguesía o niñas que ejercen de adultas para cuidar a sus hermanos menores. Hoy los alejados estratos sociales de la sociedad rusa de los cuatro últimos siglos se acercan hasta darse la mano en Málaga gracias a la exposición Santas, reinas y obreras. La imagen de la mujer en el arte ruso, que se inaugura este martes 26 de febrero en el Museo Ruso. Se podrá visitar hasta febrero de 2020.
“Es una gran oportunidad para obtener una panorámica general de la historia de Rusia a través de la mujer”, destaca Evguenia Petrova, comisaria de la muestra que se surte de la colección permanente y los depósitos del Museo Estatal de San Petersburgo, matriz del centro malagueño. La selección que ha aterrizado en la Costa del Sol permite conocer la evolución de la mujer y de la sociedad rusa desde el siglo XVII hasta hoy, aunque hay algún pequeño rastro del XVI gracias a varios iconos religiosos. Un viaje que llega a obras contemporáneas transitando un camino repleto de tradiciones, folclore, realismo, vanguardia y modernidad. Retazos de vida, anécdotas e intimidades que siempre protagonizan personajes femeninos. Y que en las paredes de este museo de Málaga componen un relato histórico quizás desconocido para la mirada occidental.
Hay escenas que retratan los días previos a bodas concertadas en el siglo XIX, donde los familiares del marido -de la clase media alta- revisaban, literalmente, el cuerpo desnudo de las futuras esposas para comprobar su salud. “Un conflicto social que fue real en Rusia en esa época”, según Petrova. Algunas repasan el interior de pequeñas casas de madera de pueblos humildes o viudas con la mirada perdida: sabían que lo perdían todo cuando sus maridos caían en el campo de batalla. Y otras muestran a amazonas del proletariado orgullosas de la igualdad en sus puestos de trabajo. También hay retratos de mujeres intelectuales y artistas, desnudos sensuales, sencillos baños en un río. Y un apartado que homenajea la maternidad. “La posibilidad de ser madres es lo que siempre ha unido a todas las mujeres”, recuerda la comisaria. “A todas”, insiste.
“Para nosotros es importante que las personas que visiten la exposición no solo puedan entender nuestro mejor arte, también los cambios que han marcado la historia de Rusia y el papel de la mujer en el país”, añade Petrova mientras pasea lentamente por salas a las que aún quedan retoques para la inauguración. Una mirada que comparte el director del Museo Ruso de Málaga, José María Luna: “El recorrido permite entender que es una sociedad que fue pionera en determinados momentos y mucho más parecida a la nuestra de lo que se piensa”, afirma. Da el ejemplo de una obra en las que se aprecia a varias mujeres desplumando aves, “algo que en España se ha hecho y se sigue haciendo en muchos pueblos”.
Una mujer, en la exposición 'Santas, reinas y obreras. La imagen de la mujer en el arte ruso' en el Museo Ruso de Málaga. García-Santos
La muestra resalta la diversidad etnográfica de un país de grandes dimensiones. Y cómo cada momento político ha afectado a las corrientes artísticas dentro de sus fronteras. Así, hasta mediados del siglo XIX las mujeres no recibían educación artística y, por tanto, no podían dedicarse al arte. “Había excepciones, como las zarinas, que recibían formación en casa, pero de una manera no exactamente oficial”, afirma Petrova, que explica que los derechos de la mujer en su país fueron creciendo hasta comienzos del siglo XX, sobre todo a partir de la revolución. “De esa época hay ya numerosas artistas reconocidas al mismo nivel que los hombres”, remacha.
Muchas de ellas forman parte de una segunda exposición titulada Libres y decisivas -que complementa a la principal y se estrena el mismo día-. Cuenta con medio centenar de obras del último siglo y medio. Trabajos de precursoras como la Gran Duquesa María Fiódorovna, esposa del zar Alejandro III, a partir de la cual se plantea un recorrido por la vanguardia rusa con trabajos de artistas como Olga Rozanova -cuya esencia ayuda a entender movimientos como el suprematismo y el futurismo- o Alexandra Ekster, que obtuvo mucho reconocimiento en Francia, donde vivió parte de su vida y compartió amistad con Picasso y Braque en París.
Igualmente, el recorrido ayuda a conocer el influjo artístico soviético y acercarse a otros puntos de vista como la influencia de la propaganda -hay un precioso estudio para un mural conmemorativo de la Revolución de Octubre de Viktoria Belakovskaia- e incluso se abre a la escultura y a superficies como el vidrio o la porcelana, hasta llegar a obras contemporáneas.“Todas estas corrientes ayudan a entender el arte ruso, pero también los cambios del país en los últimos siglos”, concluye Evguenia Petrova, cuya sabiduría constata que en 2019 el arte ruso, en Málaga, tiene nombre de mujer.