El Teatro Colón intimida a todos los que no son habitúes a sus clásicas veladas, ya sean músicos o espectadores. Su belleza, su acústica majestuosa, sus normas de protocolo y su leyenda hacen que presenciar cualquier espectáculo en el máximo coliseo argentino sea, sin exagerar ni un poquito, un verdadero acontecimiento. Y mucho más si lo que se va a presenciar escapa del los géneros que suele albergar el lugar.
Tanto Pedro Aznar como Gustavo Santaolalla conocen el mito del Colón, más allá de que esta edición del Festival Únicos no fuese su primera vez en ese escenario. Y fue ese escenario en donde el miércoles 13 de febrero ambos cerraron, respectivamente, sendas etapas retrospectivas de sus carreras.
Tres en uno. Pedro Aznar superpuso una vez más , en tiempo real, las capas de instrumentos y voces de "Because", convirtiendo el escenario del Colón en una especie de Abbey Road porteño. (Foto: Martín Bonetto)
Aznar lo hizo con su gira Resonancia, que incluyó la salida de una caja con de 18 CDs, un EP y un libro que compila toda su trayectoria como solista. Santaolalla, con Raconto, disco en vivo que es un recorrido por sus trabajos con Arco Iris y sus discos en solitario, y que en directo amplía su horizonte hacia sus multi premiadas bandas de sonido hollywoodenses y hace su escala tanguera contemporánea con la música de Bajofondo.
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Si bien ambos tienen su raíz musical bien plantada en el rock, tanto Aznar como Santaolalla en algún momento de sus vidas tuvieron un clic mágico que los llevó a sumergirse en propuestas ligadas con el folclore argentino y la música popular de América Latina. Los dos, a su modo, asumen que, como bien dijo Jorge Luis Borges, nuestro patrimonio es el universo, y a su modo no se privan de ensayar todos los temas (Aznar fue más allá e incluso musicalizó poemas del autor de Ficciones).
Pedro Aznar repasó sus 35 años de trayectoria, con invitados de lujo. (Foto: Martín Bonetto)
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Ahí está Aznar, cuando pasa sin solución de continuidad del Because de los Beatles a Atahualpa Yupanqui, con escalas en el norte argentino o en México junto a Lila Downs. O Santaolalla, al dotar de un arreglo country and western a su inmortal Mañana campestre, luego rockear con Todo vale, hacer del leiv motiv del soundtrack oscarizado de Secreto en la montaña una suerte de suite del desierto de Atacama o atreverse a la baguala (ritmo que también visitó el ex Serú Girán en su concierto).
La jornada del miércoles del Festival Únicos comenzó con el show de Aznar. La lista de temas del concierto, tal como lo aclaró desde el escenario, fue cronológica y la variedad de instrumentos ejecutados (teclados, bajos, guitarras acústicas y eléctricas de seis y doce cuerdas) fue la esperada. Pedro eludió la tentación de vestir sus canciones con cuerdas, vientos o arreglos majestuosos acordes al Colón, y optó por presentarse solo en escena.
Un agradecimiento de ida y vuelta. El gesto fue recíproco, y Aznar y el público volvieron a sellar su pacto de incondicionalidad. (Foto: Martín Bonetto)
Su carisma y su buen humor lo acompañaron en todo momento a la hora de presentar su repertorio, e incluso hicieron que el olvido de la letra de Quebrado, en medio de su interpretación a capella, quedase como una anécdota graciosa. Hubo rescates para los fans irreductibles de la primera hora (Contemplación y Fotos de Tokio) y un cierre de lujo con la hermosa versión del tema de Elton John Ya no hay forma de pedir perdón.
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Más allá, claro, de que el concierto haya quedado grabado a fuego en el recuerdo, para todos, por la “reunión” de Serú Girán. En todo caso, la exclusión de alguna canción de Luis Alberto Spinetta queda en el debe como un reproche cariñoso.
Gustavo Santaolalla cerró en el Teatro Colón su gira "Raconto", con el espectáculo "Desandando el camino", en el que repasó su extensa trayectoria. (Foto: Mono Gómez)
El recital de Santaolalla, que comenzó con retraso por la prolongación de su antecesor, fue notable por donde se lo mire. La banda que lo secunda sonó como un grupo de cámara acorde al escenario que visitaban. Y la multitud de instrumentos que ejecutan todos (Santaolalla toca guitarra acústica, eléctrica y ronroco, y es quien menos instrumentos interpreta) está puesta al servicio de embellecer las canciones.
Así en la abundancia -de ritmos y estilos-, como en la sobriedad -de gestos y orquestaciones-, Gustavo Santaolalla unifica en su discurso músicas de muy diferentes raíces. (Foto: Mono Gómez)
Su madre Orfelia y Jaime Torres, ambos fallecidos, fueron recordados en el transcurso del show, que tuvo en la variedad de ritmos y géneros su mayor mérito y riqueza. Asimismo, no se privó de recordar los maltratos que sufrió en la época de Arco Iris por parte de la “intelligentzia del rock”.
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Al ver esa conducta en la distancia y al escuchar esas viejas canciones hoy, en directo, (canciones que volverán a ver la luz en su forma original con la merecida reedición del catálogo del grupo por parte de Sony Music) asombra el prejuicio y la estrechez mental de ciertos colegas músicos y de cierta crítica de esos tiempos. Algo similar a lo que le pasó al primer disco de Serú Girán, también vapuleado por la prensa de aquel entonces.
Como en el caso de Pedro Aznar, en el caso de Gustavo Santaolalla, la corriente afectiva entre artista y público es de ida y vuelta; y así sucedió en el Colón. (Foto: Mono Gómez)
Acá están, entonces, Pedro Aznar y Gustavo Santaolalla, saboreando la revancha, desde el Teatro Colón, que los observa con orgullo. ES
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