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El crecimiento del PIB se queda en el 0,0%, impulsado por la demanda interna pero lastrado por la exportación Fábrica de Volkswagen en Wolfsburgo, Alemania. Michael Sohn AP
El fantasma de la recesión se ha alejado por la mínima de Alemania tras conocerse esta mañana las cifras del cuarto trimestre publicadas por la oficina federal de estadística alemana en Wiesbaden. El crecimiento del PIB se estancó en un 0,0%, evitando así técnicamente la recesión, después de registrar un periodo de crecimiento negativo entre julio y septiembre del año pasado (-0,2%). Estas cifras suponen sin embargo, un claro retroceso respecto al mismo periodo del año anterior y comparados también con los primeros seis meses de 2018.
Los datos indican además, que la economía alemana creció el año pasado un poco menos de lo que se había calculado inicialmente. El Producto Interno Bruto (PIB) aumentó un 1,4%, frente al 1,5% calculado hasta ahora.
La oficina de estadística alemana detalla que la estabilización del último trimestre se debe a un crecimiento sobre todo de la demanda interna, principalmente en el sector de la construcción y la maquinaria. El consumo creció, mientras que el comercio exterior no contribuyó a la ligera mejoría.
Las previsiones y los indicadores de los últimos meses reflejan una desaceleración de la locomotora europea tras casi una década de fortaleza económica. La incertidumbre global fruto de las tensiones comerciales, los choques trasatlánticos y las incógnitas que plantea el Brexit afectan con especial intensidad a una economía como la alemana, que se apoya fuertemente en la exportación.
“La desaceleración obedece a la caída de la producción industrial, porque Alemania es una economía enfocada a la exportación. El pico de negocios se alcanzó a principios de 2018. Desde entonces, hay un enfriamiento y han caído los pedidos a las fábricas. La incertidumbre entre los empresarios es enorme”, explica Timo Wollmershaeuser, vice director de macroeconomía del Ifo, el Instituto para la investigación económica de Múnich.
Wollmershaeuser explica que los datos reflejan además una división de la economía alemana. Que mientras la industria se encuentra estancada, la demanda interna, la construcción y todo tipo de servicios siguen creciendo. “La economía global se enfría y también nuestros grandes socios comerciales. Por eso, las cifras para este año serán peores de lo esperado, creceremos por debajo del 1%”, vaticina el experto, que alude a las turbulencias económicas en China y la Unión Europea.
El Ejecutivo alemán ha revisado a la baja las previsiones de crecimiento para este año cifrándolo en un 1% del PIB frente al 1,8% inicialmente esperado. Bruselas corrigió a principios de febrero a la baja sus previsiones para 2019 en la zona euro, del 1,9% al 1,3%, previendo que la desaceleración continúe. La producción industrial por ejemplo, registró una caída del 0,4% en diciembre, lo que supone un descenso por cuarto mes consecutivo.