Cinco años después de su ultima convocatoria, Jesús Navas (Los Palacios, 33 años) ha regresado a la selección. Su último encuentro fue un amistoso contra Italia (1-0) en marzo de 2014, en Madrid, previo al Mundial de Brasil, del que fue descartado por Vicente del Bosque. Había sido 35 veces internacional (3 goles) y desde entonces pasó a engrosar la lista de los damnificados por el cambio generacional emprendido. Hasta que, el viernes pasado, Luis Enrique anunció su vuelta. “He seguido trabajando para que un día pudiera ocurrir esto”, asegura.
Navas mantiene esa cara aniñada que corona el mismo cuerpo menudo y fino de siempre. “Cuido mucho la alimentación, todos los detalles son importantes para mantenerse”. La palabra “feliz” no se le cae de la boca a este integrante del histórico equipo que levantó la Copa del Mundo en Suráfrica de 2010 y la Eurocopa de 2012 en Ucrania. En la final del Mundial, una arrancada suya en campo propio a toda mecha, pegado a la banda derecha, originó la jugada del gol más importante de la historia del fútbol español. Las pupilas de sus ojos verdes gatuno se le dilatan cuando rememora aquellos días. “Lo que se vivió fue algo increíble y único. Ganar un Mundial y una Eurocopa de manera consecutiva... Nos sentíamos muy a gusto, disfrutando todo el partido con el balón, sabíamos que la ocasión iba a llegar. Los rivales nos respetaban y se replegaban para buscar la contra o acciones a balón parado. Jugábamos de memoria, es algo que también estamos trabajando ahora con Luis Enrique”.
Empezar de nuevo
De aquella época gloriosa, solo quedan en la actual convocatoria Sergio Ramos y Sergio Busquets. “Sergio me llamó nada más enterarse de que volvía y Busi se alegró mucho al verme”. Desde fuera, Navas ha asistido a la caída de la hegemonía que alcanzó La Roja. “Han salido jugadores de la talla de Iker, Puyol, Xavi, Iniesta, Silva... Hemos tenido que empezar de nuevo y eso lleva un tiempo”, explica.
Las caras han cambiado, pero no la idea de juego que implantó Luis Aragonés y prolongó Del Bosque. “Era importante mantener el estilo, en la selección tener el balón es clave, y los jugadores que hay aquí son para mantenerlo y llevar el peso del partido. Hay futbolistas de mucha calidad, que ya están aportando, son jóvenes, pero están cogiendo la idea del míster”.
Ante la ausencia de Carvajal, el seleccionador, devoto de los laterales ofensivos, le ha citado porque piensa que su velocidad, su desborde y sus roscas pueden ser útiles para abrir las cerradas defensas de Noruega y Malta que le esperan. Su reconversión a la posición con la que ha vuelto a la Roja se produjo en el Manchester City a petición de Pep Guardiola. “Él me puso ahí, me conocía de LaLiga y sabía que me gustaba trabajar en defensa. Me había visto en el Sevilla cómo intercambiaba la posición con Dani Alves, que subía mucho y yo me quedaba atrás guardándole la espalda. Hubo algunas lesiones en el Manchester City y me colocó ahí. Quería que defendiera, pero también que atacara”.
Cuando se le pregunta qué queda de aquel extremo veloz y rompedor, se le abre una sonrisa. “Todavía me gusta subir, abrir el campo y atacar. Eso no lo voy a perder nunca”. Con Guardiola trabajó los secretos de esa nueva posición. “Me enseñó a estar atento para guardar la línea con los centrales en una defensa de cuatro. De carrilero, en una defensa de tres como la que hacíamos con Machín en el Sevilla, tienes más soltura para irte al ataque. Con cuatro atrás tienes que estar más pendiente del rival que entra por tu banda y las coberturas son más importantes”.
El paso por Manchester le ha marcado. “Tuve años muy buenos allí, gané la Premier, dos Copas. Disfruté mucho. Teníamos un equipo vertical que se basaba en la velocidad, ideal para el fútbol que se juega en la Premier. Hay que ser inteligente y aprender cuando estás rodeado de jugadores de mucho nivel. La calidad de Silva y De Bruyne, la definición de Agüero, la rapidez de Sterling... El propio Pep también tuvo que adaptarse a ser más vertical, pero a la hora de perder el balón el City mantiene una intensidad defensiva muy buena que le permite tener la pelota mucho tiempo”.
Su estancia en la norteña ciudad inglesa también le ayudó a romper parte de la timidez que aún conserva y delatan sus frases cortas. “Estar fuera me ha ayudado muchísimo a crecer. Estuve muy a gusto, Silva me apoyaba mucho”. Atrás quedaron los tiempos en los que la ansiedad que le generaba alejarse de su entorno familiar retrasaron su debut en la selección absoluta. Luis Aragonés le tenía en su cabeza y pretendió llevarle a la Eurocopa de 2008, pero se llegó al consenso de que lo mejor era no forzarle. Navas aún se ríe cuando se le recuerda aquella conversación en un avión con Sergio Ramos y el fallecido Antonio Puerta para convencerle de que en la selección estaría bien. “Sigo siendo el mismo, lo importante es ser humilde, es lo que me ha hecho llegar hasta aquí otra vez”, responde con educada seriedad para cortar con un tema con el que no se siente cómodo.
En este regreso a la selección se ha encontrado con un entrenador muy intenso que vocea instrucciones desde lo alto de un andamio. “Trabaja al máximo todos los detalles, nos tiene a cada uno muy metido en los entrenamientos. Tiene todas las líneas muy trabajadas para que vayan juntas a la hora de apretar y tener el balón. La posesión debe ser una seña de identidad de la selección”.
Paseos por el pueblo
Su análisis de lo que ha visto en estos cuatro días bajo la dirección de Luis Enrique le llevan a asegurar: “Tenemos las ideas claras de lo que tenemos que hacer. Tener el balón, mantenerlo hasta encontrar espacios y al perderlo hay que ir a por todas”. Su discurso se agita cuando se le pregunta por la posibilidad de jugar de inicio este sábado en Mestalla (TVE-1, 20.45). “Tengo muchas ganas de que lleguen los partidos, de disfrutar”.
Su regreso a Sevilla el curso pasado también lo considera Navas clave para que un seleccionador haya vuelto a contar con su participación. “Lo tenía muy claro, para mí lo primordial era seguir disfrutando del fútbol. He vuelto con los míos, con mi afición y con mi equipo, tenía muchas ganas. Ojalá podamos volver a hacer algo grande con el Sevilla”. Ahora, en su equipo, se ha reencontrado con Monchi, recuperado como director deportivo. “Con él, el club ha tenido años de muchos éxitos. Es normal que haya regresado”.
También ha recuperado su vida en Los Palacios, donde se siente seguro. “En el pueblo [unos 40.000 habitantes] nos conocemos todos. Soy uno más, puedo salir a pasear, aunque claro y es normal, siempre hay alguno que te pide la foto”.
Puedes seguir Deportes de EL PAÍS en Facebook, Twitter o suscribirte aquí a la Newsletter.