Theresa May ha advertido a Pedro Sánchez de que “la soberanía británica sobre Gibraltar será protegida” y el acuerdo del Brexit “será útil para toda la familia de Reino Unido”.
La primera ministra comparece esta tarde ante la Cámara de los Comunes para explicar los detalles de la declaración política negociada en las últimas horas con la Comisión Europea. El Gobierno español ha anunciado su voluntad de vetar el texto en la cumbre que se celebrará este fin de semana en Bruselas si no hay una mención expresa a que, en el acuerdo de relación futura entre Reino Unido y la UE, todo lo que afecte a Gibraltar deberá ser negociado bilateralmente entre Madrid y Londres. Las 26 páginas del documento acordado en las últimas horas no se refieren a este asunto, que queda pendiente de resolver durante el fin de semana. May y Sánchez han hablado por teléfono en las últimas horas y el tono ha sido correcto. La primera ministra ha expresado su voluntad de mantener una actitud constructiva con los Gobiernos de España y Gibraltar para seguir negociando pero no ha cedido ante las exigencias de Sánchez.
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May ha dicho a los diputados británicos que el acuerdo alcanzado responde a lo que los ciudadanos decidieron en el referéndum de 2016. “Recuperamos el control de nuestras fronteras, de nuestro dinero y de nuestras leyes, y al mismo tiempo protegemos el empleo, la seguridad y la integridad territorial de Reino Unido”, ha dicho.
El líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, ha insistido en calificar el acuerdo como un “pacto medio cocinado que deja a Reino Unido sin voz ni voto en las instituciones europeas” y que no cumple ninguna de las seis condiciones establecidas por su formación. Corbyn ha vuelto a dejar claro que su partido votará en contra del acuerdo. "Es un Brexit a ciegas, que nos obliga a dar un salto en la oscuridad. Es lo peor de todos los mundos", ha dicho, "porque Reino Unido no tendrá posibilidad de hacerse oir en aquellas normas que seguirán aplicándose y no ofrece ningna certeza sobre el futuro".
Theresa May se enfrenta a un numeroso grupo de euroescépticos conservadores contrarios a la solución acordada con Bruselas, a los que se suman los conservadores partidarios de permanecer en la UE y descontentos con el resultado de las negociaciones, los unionistas norirlandeses que sostienen la mayoría parlamentaria del Gobierno, y los nacionalistas escoceses. El acuerdo, si obtiene la luz verde de los 27 Gobiernos de la UE, deberá ser votado a mediados de diciembre en Westminster. Es la próxima batalla de May, quien dedica ahora todos sus esfuerzos a convencer a la opinión pública, a los miembros moderados de su partido y a los laboristas descontentos con la línea dura de Corbyn de que con la aprobación del acuerdo lograrán dejar atrás la pesadilla del Brexit.