El maestro de ceremonia estuvo ubicado en su puesto de mayor placer. Un respaldo de cama lo protege y nos recuerda esa cama-nave donde viajó y viajó y viajó durante tantos años. Me gustó la ubicación del micrófono ni de frente ni de costado: para amenizar cómodamente a sus amantes (¿se entiende que hablo del público?), que sólo le piden que sea su dios cada tres meses y que además le pagan... ¡Eso es amor! Y anoche el teatro convertido en su boite anti martes explotó de amantes…
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Mi sentimiento después de tantos años, casi cuarenta de estar separada de él, es de gran alegría porque soy su fan y conozco sus comienzos y sus canciones. Las conozco bastante, las canto mucho incluso en mis shows en vivo y son materia esencial en las clases de canto que me gusta dar. Cada una de las canciones que se escucharon en la noche del martes 7 de mayo son un triunfo para nuestra cultura, un poco de swing al pueblo más amargo. ¿Y quién sino él lograría hacernos bailar al ritmo de una época terrible iluminándola por todos lados? Eso sentí anoche.
Además del triunfo de Charly sobre su propia vida. (!)
María Rosa Yorio, cantante y profesora de canto.
WD
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