No a un Brexit desordenado, pero tampoco a un proceso de salida que se eternice. Los Veintisiete ven en un acuerdo entre la primera ministra británica, Theresa May, y el líder de la oposición, Jeremy Corbyn, prácticamente la última oportunidad de evitar una salida a las bravas cuyas consecuencias son muy difíciles de calibrar. Y en vistas a favorecer ese pacto, el negociador de la UE, Michel Barnier, se ha mostrado dispuesto este martes a aceptar la demanda laborista de que Reino Unido se quede dentro de la Unión Aduanera. La primera ministra británica ha aterrizado este mediodía en Berlín, donde va a reunirse con la canciller alemana Angela Merkel.
En vísperas del Consejo Europeo que debe decidir si concede a May una prórroga para su retirada, Barnier se ha reunido con los responsables de Asuntos Europeos de los Veintisiete en Luxemburgo. El negociador de la UE no ha ocultado la “gravedad” de la situación en la que se halla la Unión Europea cuando faltan tres días para que venza el plazo que los Veintisiete dieron a May para que presentara una propuesta que justificara otra extensión al Brexit.
Barnier ha sostenido que los socios de la UE buscan ya “las últimas oportunidades” que están en su mano para lograr una “salida ordenada”. Los contactos en el seno de los Veintisiete seguirán en las próximas horas, cuando los representantes permanentes ante la UE se reunirán en Bruselas. Pero también habrá conversaciones con el Reino Unido. La primera ministra británica, Theresa May, ha viajado este martes, primero a Berlín donde se reúne con la canciller alemana Angela Merkel, y posteriormente se desplazará a París, donde lo hará con el presidente francés, Emmanuel Macron.
Francia, junto a España, sigue manteniendo las posiciones más duras entre los países miembros. La secretaria de Estado francesa para Asuntos Europeos, Amélie de Monchalin, condicionó de nuevo en Luxemburgo la prórroga a May a conocer antes sus planes. Y a continuación, a fijar unas reglas. “Hay la cuestión de las condiciones: qué rol quiere jugar el Reino Unido durante este tiempo de extensión y en qué tipo de decisiones quiere participar”, sostuvo. En el otro extremo, los Países Bajos, Polonia y Portugal proponen ser más flexibles con May.
Aun así, fuentes diplomáticas admitieron que empieza a cundir un cierto temor por una reacción virulenta de los mercados ante un Brexit desordenado. Varias instituciones, entre ellas el Banco Central Europeo, han advertido en las últimas semanas que esa opción no ha sido suficientemente valorada aún por el sector financiero.
Los Veintisiete confían, pues, en que May logre un pacto con Corbyn. Ese eventual acuerdo es el que este miércoles debe "dar sentido", en palabras de Barnier, a esa nueva solicitud británica de extensión del Brexit. En plata: es la baza que puede jugar mañana May para que los Veintisiete den luz verde a la prórroga. La UE mantiene como una de las líneas rojas la negativa a reabrir el Tratado de Retirada, pero sí está dispuesta a una nueva declaración política que vaya más allá e incluya la permanencia en la Unión Aduanera del Reino Unido. Y a hacerlo en cuestión de días, incluso horas. “Luego veremos si es más parecida a Turquía o a Noruega”, sostuvieron fuentes diplomáticas, que añadieron que debe quedar claro que la nueva fecha de salida es la definitiva.
Los Veintisiete deberán decidir, sin embargo, cuánto tiempo extra quieren darle: si hasta el 30 de junio, como reclama May, o incluso hasta finales de año, como proponen algunos socios. Barnier no quiso este martes entrar en ese terreno. Para el negociador de la UE, la extensión del periodo de salida no es el objetivo, sino el instrumento para llegar a un fin. “La prórroga debe ser útil, para dar más tiempo, si es necesario, para coronar el proceso político”, sostuvo. La clave, añadió, es el posible acuerdo entre May y Corbyn, que será el que “dé sentido” a esa nueva solicitud británica de extensión del Brexit.
En todo caso, Barnier advirtió de que cualquier acuerdo que firmen ambas partes debe respetar las decisiones del Parlamento Europeo, la integridad del mercado único, la autonomía de decisión de los Veintisiete y “la indivisibilidad de las cuatro libertades” de la UE. Si eso se cumple, los Veintisiete no tendrían inconveniente en firmar un acuerdo político más ambicioso.
Aun así, la retirada salvaje, cuyas consecuencias no se pueden calibrar pese a los planes de contingencia de los gobiernos e instituciones europeas, no es imposible. "Es un momento grave", sostuvo, "y debemos estar preparados para cualquier escenario". Aun asi, dejó claro que si eso ocurre no será responsabilidad de los Veintisiete. “Si [la Cámara de los Comunes] quiere impedir que haya una salida sin acuerdo, como he escuchado, deben votar a favor del acuerdo”, advirtió Barnier.
Primera estación: Berlín
Theresa May ha aterrizado ya este mediodía en Berlín en busca de respaldo a una prórroga hasta el 30 de junio, que evite la salida del Reino Unido de la Unión por las bravas. La canciller alemana, Angela Merkel, siempre se ha mostrado favorable a buscar un entendimiento y a evitar a toda costa un Brexit salvaje, de costosas e imprevisibles consecuencias a ambos lados del Canal de la Mancha. La última vez, la semana pasada, de visita Irlanda, cuando prometió que haría “todo lo posible” para impedir un salida de Reino Unido sin acuerdo; la opción que Merkel considera el peor escenario. Su posición supone una continuidad en el carácter político de una canciller proclive al compromiso.
Sobre las once y media de la mañana, May llegó a la cancillería en Berlín para reuniré con Merkel. Desde Berlín, May viajará hoy mismo a París, donde tiene previsto mantener un encuentro con el presidente Emmanuel Macron, menos partidario en principio de más prórrogas, que en cualquier caso, debería ir acompañada de un plan político creíble. Si la primera ministra logra hoy convencer a Macron y a Merkel, allanaría sustancialmente el camino, con vistas a la cumbre de mañana en Bruselas.