No es fácil encontrar razones comunes para analizar los grandes bancos porque tienen negocios diferentes y operan en países diversos. Por ejemplo, el Santander y BBVA tienen entre el 70% y 80% del negocio fuera de España y Bankia nada. El Sabadell y CaixaBank ya logran beneficios fuera de las fronteras, pero en no es muy relevante todavía.
Sin embargo, los analistas coinciden en que hay cuestiones comunes para explicar esta situación porque la caída vivida hasta marzo ha dependido de la situación española, la europea e internacional. Entre las causas, los expertos apuntan a la bajada de los precios de la deuda pública, que ha depreciado el valor las carteras de renta fija en las que la banca invierte miles de millones; además ha influido la inestabilidad de los mercados por incertidumbres como el Brexit y la desaceleración mundial, que ha dañado a los exportadores españoles, por el efecto de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Estos factores han pasado factura a los bancos, cuyos ingresos han caído con fuerza. Por supuesto, también pesan los tipos de interés negativos, que son la niebla que envuelve el ambiente pesimista que los directivos no ocultan cuando se les pregunta por el futuro.
Lo cierto es que los bancos no acaban de salir del círculo negativo en el que entraron en 2008. La mejoría de la economía, sobre todo en los últimos cuatro años, les ha servido para sanear la cuenta de resultados, pero no lo suficiente. Han reducido las provisiones por morosidad y han disfrutado de los réditos de la deuda pública, comprada cuando ofrecía rentabilidades del 3%, tres veces más que ahora. A la vez redujeron gastos gracias a los despidos y los cierres de oficinas. Pero las tres fuentes se están agotando y llega una nueva vía de gasto: la digitalización de procesos mientras se mantienen abiertas las sucursales.
Al mismo tiempo, la máquina de los ingresos por la concesión de créditos no trabaja al ritmo deseado. La banca ha elevado el volumen de concesión de hipotecas, pero son más las que se cancelan que las que se aprueban; los créditos al consumo sí crecen, pero son cantidades pequeñas y las empresas han reducido su endeudamiento bancario o piden los préstamos al mercado, donde sobra la liquidez.
En resumen, los clientes piden menos dinero y a tipo variable, referenciado a un Euribor negativo: -0,11%. Es decir, “los bancos tienen menos volumen, con márgenes más bajos y les cuesta más cobrar comisiones porque la competencia aprieta y no están bien vistas por los clientes”, señala Íñigo Vega, analista bancario de Nau-securities. “Los ingresos no suben lo suficiente”, resume.
Desde Self Bank, Victoria Torre, responsable de Desarrollo de Contenidos, coincide en que el panorama es complicado para el sector. “Los tipos de interés, que iban a empezar a subir este año, seguirán en el mismo nivel si no cambia mucho la situación, lo que condicionará el beneficio en próximos trimestres. Además, las plusvalías de las carteras de deuda de los bancos se irán reduciendo más con el paso del tiempo”.
AEB: El mercado no está preocupado
Desde la patronal AEB, su portavoz, José Luis Martínez, ve la botella medio llena. “La relativa calma con que el mercado ha recibido las cuentas de este trimestre es sinónimo de confianza en el sector; los inversores saben que en la mayoría de los casos las razones de los números son puntuales y excepcionales y no son extrapolables al resto del ejercicio”.
¿Dónde están las claves para mejorar? “En un contexto de ralentización económica, el control de costes y en la eficiencia son fundamentales”, añade Torre. Y un alto directivo de uno de los grandes bancos apunta que, el peor escenario sería “una caída de la economía porque subiría la necesidad de realizar provisiones por la morosidad, a la vez que caerían más los ingresos porque habría menos crédito, con la inflación a la baja. Esta situación, que no parece que vaya a llegar, se podría llevar por delante a la mitad del sector. Las fusiones se acelerarían”, afirma.
En este contexto, los bancos medianos, muchas veces denostados incluso por los supervisores, sacan pecho, tras haber ajustado sus estructuras en trimestres anteriores. Kutxabank ha ganado 106 millones, un 5,2% más, hasta marzo, con un aumento del 30% en hipotecas; Unicaja (en eterno proceso de boda con Liberbank) ha obtenido 63 millones, un 10% más. Abanca obtuvo 156 millones, lo mismo que hace un año. El patito feo ha sido Liberbank, que ha logrado 21 millones, un 28,5% menos. Las nubes negras no se despejan para el sector y se reflejan en buena parte de sus cotizaciones.
Santander
La entidad ganó 1.840 millones hasta marzo, un 10,4% menos con menores ingresos financieros. España y Reino Unido presentaron caídas en los resultados.
BBVA
El banco logró 1.164 millones, un 9,8% menos, aunque elevó su margen financiero. La filial de Turquía, España y Estados Unidos presentaron resultados a la baja.
CaixaBank
La entidad obtuvo 533 millones hasta marzo, un 24,3% menos, con menores ingresos y una subida del 4,7% en los gastos generales.
Sabadell
La entidad con sede en Alicante logró 258,3 millones, un 0,4% menos, que en marzo de 2018. El banco asegura que su filial en Reino Unido, TSB, ha enderezado su situación y este año empezará a ofrecer resultados.
Bankia
El banco público tuvo un beneficio de 205 millones, un 10,8% menos, con una importante caída de los resultados por operaciones financieras. Pese a todo, la entidad confía en que este año superará los 703 millones de resultado neto atribuido que logró en 2018 y elevará así la retribución al Estado y al accionista.