Merkel y Macron, este miércoles en Bruselas. En vídeo, declaraciones de May. Foto: Leon Neal (Getty)
La Unión Europea ha alcanzado un acuerdo en la noche del miércoles al jueves para aplazar por segunda vez la salida del Reino Unido del club, en esta ocasión, del 12 de abril al 31 de octubre, según fuentes diplomáticas. El pacto, pendiente de aceptación por parte de la primera ministra británica, Theresa May, concede más tiempo a Londres para ratificar el acuerdo de salida, como deseaba Alemania, y permite excluir a Reino Unido de la próxima Comisión Europea, como planteaba Francia.
El acuerdo se ha logrado tras varias horas de negociación entre los 27 socios comunitarios en torno a la conveniencia o no de retrasar de nuevo el Brexit. May había solicitado una prórroga hasta el 30 de junio, con el compromiso de buscar un acuerdo con la oposición laborista para formar una mayoría parlamentaria a favor del acuerdo de salida, bloqueado en Westminster desde el pasado mes de noviembre.
Pero la mayoría de los líderes europeos tienen escasa confianza en la capacidad de May para lograr su objetivo, al menos a corto plazo. Y han preferido optar por una prórroga algo más larga, con la esperanza de despejar el horizonte comunitario del conflicto en torno al Brexit.
El pacto logrado busca un equilibrio entre los partidarios de ganar tiempo, para ver la evolución política en Reino Unido, y quienes desean una fecha límite para zanjar de una vez el proceso de salida. El primer grupo estaba encabezado por la canciller alemana, Angela Merkel. Y el segundo, por el presidente francés, Emmanuel Macron.
El grupo de Merkel acepta una prórroga más corta de los 12 meses a los que había aspirado. El de Macron, una más allá de los dos meses iniciales, pero logra fijar un plazo que permite excluir al Reino Unido de la próxima renovación de las instituciones comunitarias. El 31 de octubre expira de la actual Comisión Europea. Y la nueva podría constituirse, en principio, sin representante británico, siempre y cuando el país ya no sea miembro de la UE el 1 de noviembre.
Macron temía que la presencia de Londres en la UE durante los próximos meses enturbiase un proceso de renovación en el que se decidirán numerosos cargos comunitarios. La prórroga obliga a Reino Unido a participar en las elecciones al Parlamento Europeo del próximo mes de mayo. Pero sus eurodiputados deberán abandonar el hemiciclo el 31 de octubre y el futuro comisario británico nunca llegará a ocupar su puesto si se confirma la salida en la nueva fecha prevista.
La batalla, sin embargo, está lejos de haber terminado. El acuerdo prevé una revisión de la situación en la cumbre europea del próximo mes de junio, en la que podría reproducirse en Bruselas, en función de la situación en Londres, el mismo choque vivido en la noche de este miércoles.
Las dos visiones europeas del Brexit chocaron este miércoles durante la cumbre extraordinaria en Bruselas convocada para responder a la petición de una nueva prórroga para evitar una salida abrupta del Reino Unido de la UE.
La comprensión casi infinita de la canciller alemana, Angela Merkel, con las dificultades de Londres para aprobar el acuerdo del Brexit se enfrentó a la creciente exasperación del presidente francés, Emmanuel Macron, ante un socio en retirada que puede bloquear su soñado “renacimiento de Europa”, por lo que pidió que May se comprometa con una hoja de ruta clara para la salida.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, anunció en la madrugada de este jueves una extensión hasta el 31 de octubre, que coincidiría con el final del mandato de la actual Comisión Europea, con una revisión en junio.
La cumbre extraordinaria es fruto de la petición de prórroga de la primera ministra británica, Theresa May, que desea retrasar de nuevo el Brexit (ya aplazado una vez del 29 de marzo al 12 de abril) hasta el 30 de junio. May dejó claro a su llegada que puede aceptar “cualquier prórroga” que permita al Reino Unido marcharse cuando logre “ratificar el acuerdo de retirada”, lo que auguraba una extensión más larga. Su petición ha trasladado al Consejo Europeo un debate que hasta ahora solo dividía al Parlamento británico.
Por primera vez desde el referéndum del Brexit de hace tres años, Alemania y Francia han llegado a la cumbre con posiciones claramente opuestas. Y aunque ambas delegaciones comparten la voluntad de llegar a un término medio que evite el mal mayor de un Brexit sin acuerdo este viernes, el ruido de la fricción entre Berlín y París es cada vez más evidente.
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, hizo un llamamiento a “mantener la cabeza fría”. Y consideró vital “mantener la unidad de los Veintisiete”. Pero al menos al inicio de la cumbre, esa unidad parecía en entredicho.
Macron supedita la segunda prórroga del Brexit a que May, se comprometa con una clara senda para zanjar la salida del club. Y el presidente francés quiere que, mientras el Reino Unido permanezca en el club a la espera de salir, se imponga un estrecho corsé que garantice que no podrá obstaculizar ninguna medida que adopten los 27 socios restantes.
"Hace 34 meses que se celebró el referéndum y en esto tiempo hemos conseguido tomar decisiones y permanecer agrupados, pero la viabilidad y la unidad del proyecto europeo todavía están en juego", señaló Macron al inicio de la cumbre. Y aunque fuentes francesas se mostraron favorables a conceder la nueva prórroga solicitada por la primera ministra británica, Macron advirtió de que "nada está garantizado de antemano y menos que nada, una prórroga larga". La batalla podía comenzar.
Merkel y Macron celebraron un encuentro bilateral momentos antes de la cumbre para acercar posiciones, dado que las diferencias entre ambos eran palpables. Frente a las exigencias del francés, la canciller alemana se conforma con que May aproveche la prórroga para proseguir con sus negociaciones con la oposición laborista para buscar una mayoría parlamentaria favorable al acuerdo de salida.
La canciller, que tardó casi seis meses en cerrar su último Gobierno de coalición con los socialistas, recordó, antes de partir de Berlín para Bruselas, la dificultad intrínseca de unas negociaciones entre partidos rivales. Merkel defiende que se le conceda a May "un período de tiempo razonable" para que las negociaciones entre el Gobierno británico y la oposición laborista lleguen a buen puerto.
Merkel pasa por alto que May ha tardado casi dos años en iniciar el diálogo con el líder laborista, Jeremy Corbyn. Y que solo lo ha hecho cuando el Parlamento británico ha rechazado hasta tres veces, por abrumadoras mayorías, el acuerdo de salida que ella pactó confiadamente con la UE el pasado 25 de noviembre.
Alemania, sin embargo, no está dispuesta a tolerar un Brexit brutal, del que podrían derivarse devastadoras consecuencias para la economía británica pero también para la continental. "Tenemos solo 59 horas para evitar una salida desordenada del Reino Unido de la UE", señaló la canciller alemana, Angela Merkel, antes de salir de Berlín para Bruselas.
El detallado cálculo de Merkel sobre el tiempo restante confirma la intención apuntada por fuentes diplomáticas alemanas de apurar hasta el último minuto todo el margen temporal y político de negociación con tal de evitar una abrupta ruptura con Londres.
La negociación de la cumbre arrancaba con un borrador de conclusiones con todos los mimbres de un posible acuerdo final: una prórroga con un plazo límite, la obligación de que el Reino Unido participe en las elecciones al Parlamento Europeo del 23 de mayo si para esa fecha no ha ratificado el acuerdo de salida, la negativa a renegociar ese acuerdo de salida y el párrafo clave, reservado a fijar las obligaciones de Londres durante su permanencia excepcional en el club.
Pero todos esos puntos estaban "abiertos", según explicaron fuentes diplomáticas. Y Francia, en particular, advertía que "no considera suficientes las garantías ofrecidas" en el proyecto de conclusiones, por lo que, de entrada, no podría aceptar la prórroga.
El párrafo de las garantías, el séptimo en la versión inicial, estaba llamado a endurecerse y ampliarse durante la cumbre, según fuentes diplomáticas. El texto define al Reino Unido como "Estado miembro de salida", una categoría más política que legal sobre la que se quiere construir el armazón para despejar cualquier temor al sabotaje interno por parte de Londres.
Fuentes diplomáticas relativizan el supuesto riesgo de bloqueo. Pero varios socios, con Francia al frente, exigen garantías. La Comisión Europea ha plantado la posibilidad de desarrollar un modelo de decisión basado en la fórmula 27+1, que permitiría a los socios de la UE precocinar y pactar las medidas legislativas antes de someterlas a decisión en un Consejo de la UE con presencia y voto del Reino Unido.
Ese sistema permitiría blindar el desarrollo de la inmensa mayoría de normas legislativas, que se aprueban por mayoría cualificada. Pero Londres mantendría su derecho de veto como el resto de capitales en áreas como política exterior o fiscalidad.
Francia quiere que incluso esa posibilidad se neutralice con un compromiso del Reino Unido de no obstaculizar ninguna decisión en esos campos. Las instituciones comunitarias, sin embargo, dudan de que se pueda obligar a un Estado miembro de pleno derecho a renunciar a alguna de sus prerrogativas y auguran que una decisión de ese tipo sería anulada por el Tribunal de Justicia europeo.
Los 27 confían en superar sus discrepancias y alcanzar un pacto que permita despejar, durante un tiempo, el asunto del Brexit. El hartazgo es patente en la mayoría de las delegaciones. Poco a poco, el Brexit ha pasado de ocupar algunos minutos de los Consejos Europeos, en los que los 27 socios se limitaban a escuchar en silencio a la primera ministra británica, Theresa May, a convertirse en el tema dominante en la pasada cumbre europea de marzo y requerir una cumbre extraordinaria este 10 de abril.
El aire de crisis interminable, indomable y potencialmente destructiva empieza a pesar en el ambiente de un club europeo que se acerca al momento crucial de las elecciones al Parlamento Europeo y la consiguiente renovación de toda la cúpula comunitaria.
Macron quiere poner fin a la saga, en una fecha que está dispuesto a pactar, aunque, preferiblemente, antes de finales de este año. La posición francesa es que llegado ese momento "decisivo" al Reino Unido solo le quedarán dos opciones: o salir de la UE o revocar la petición de salida cursada un lejano 29 de marzo de 2017.
Otros socios y las instituciones comunitarias prefieren una suerte de prórroga renovable que evite la consumación del trauma de la primera escisión. Pero la prórroga es por unanimidad. Y sin el visto bueno de Francia, la salida sin acuerdo se produciría este viernes a las 12 de la noche. "Poner en peligro el funcionamiento de la UE no es mejor que el Brexit sin acuerdo", avisó un diplomático francés tras dos horas de negociación entre los 27 con May fuera de la sala esperando el veredicto.