La política de la Unión Europea hacia China inició este viernes un drástico giro hacia posiciones de fuerza para tratar al gigante asiático como la potencia mundial que ya es. “El tiempo de la ingenuidad se ha acabado”, anunció rotundo el presidente francés, Emmanuel Macron, tras una cumbre europea que impulsa una estrategia para transformar a Europa en la tercera voz de un mundo crecientemente dominado por Washington y Pekín. La cumbre inicia la cuenta atrás hacia mecanismos para proteger sectores estratégicos y redes de comunicaciones y asegurar que las empresas compitan en igualdad de condiciones.
Los Veintisiete aparcaron este viernes el costoso camino hacia el Brexit para retomar otra de las amenazas que la UE afronta a corto plazo. Debían haberlo hecho en la cena de mandatarios del jueves, pero la salida del Reino Unido ocupó toda la agenda del primer día de la cumbre. Al final, se abordó casi en el mismo momento en el que el presidente chino, Xi Jinping, desembarcaba en Roma con su séquito de funcionarios.
El documento aprobado este viernes por los líderes no tiene la contundencia del que publicó la Comisión la semana pasada, en el que señalaba el papel de China como “rival sistémico” de la UE. Sin embargo, las medidas que se comprometen a poner en marcha en las conclusiones de la cumbre respiran el mismo tono y son un primer paso ante un actor que no ha dudado en aprovechar las divisiones dentro de la UE para ir cerrando acuerdos bilaterales.
Los líderes europeos han acordado reiniciar las negociaciones de un mecanismo para castigar en las contrataciones públicas a las compañías de países que cierran sus mercados a las europeas. También pactaron de forma definitiva que la Comisión ponga en marcha en abril el instrumento para controlar las inversiones extranjeras en sectores estratégicos o que hagan peligrar la seguridad europea. Y pidieron al Ejecutivo comunitario que estudie las posibilidades que ofrece la legislación de la UE para impedir la competencia desleal que, a su juicio, suponen las empresas chinas de capital estatal.
Además, en el documento de conclusiones adoptado este viernes consta que la Comisión realizará un análisis sobre el despliegue del 5G para proponer una posición común europea. Esa era una cuestión que habían planteado ya varios países ante los temores expresados por Bruselas y Washington ante Huawei.
El acuerdo sobre esos puntos no fue fácil, han admitido fuentes comunitarias. La prueba es que ese sistema para penalizar —o incluso cerrar— el mercado público a los países que bloqueen a firmas europeas lleva atascado en el Consejo de la UE desde 2013. Sin embargo, estas mismas fuentes señalaron que Francia y Alemania, que hasta hace poco rechazaban alcanzar una posición común, son ahora los países que están cimentando ese frente.
Aun así, un alto funcionario comunitario explicó que en el debate de este viernes se vio un “giro copernicano” por parte de los socios de la UE. “Comprenden que las relaciones con China no pueden afrontarse de forma bilateral. Vivimos en un mundo controlado por dos superpotencias [Estados Unidos y China]. Y los Gobiernos han entendido que deben estar unidos para que pueda emerger una tercera voz”, sostuvo.
De las dificultades en el seno de la UE daba fe el aterrizaje de Xi Jinping en Roma. El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, tuvo que dar explicaciones a sus socios sobre su adhesión a la nueva Ruta de la Seda de China. La firma de ese memorándum, prevista para hoy, había encendido las alarmas en Bruselas y entre algunos socios, en especial Francia y Alemania, que ven con muchos recelos la huella que el Gobierno chino está dejando en el este y el sur de Europa.
“Error estratégico”
El documento que va a meter a Italia, socio fundador de la UE y miembro del G-7, en ese macroprograma de inversiones había pasado ya el filtro de Bruselas, según fuentes comunitarias. Pero eso no disipó algunos recelos en la mesa. La canciller alemana, Angela Merkel, sostuvo que “por el momento” no tiene críticas a ese texto. “Pero hemos dicho que es mejor actuar de manera uniforme”, matizó.
“El mensaje es que juntos somos más fuertes. No solo con China, sino también con Estados Unidos”, resumió el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, quien también abogó por una “aproximación” común a los programas desplegados por China en Europa.
Italia no es el único país que ha sucumbido a la diplomacia económica china. Lo han hecho 11 países del Este y también Grecia y Portugal. Los líderes europeos tratan ahora de hallar el equilibrio entre los intereses económicos y financieros de sus países y los retos políticos y geoestratégicos de la UE. Macron hizo autocrítica y admitió que las políticas de austeridad impuestas durante la Gran Recesión desplegaron una alfombra roja al gigante asiático. “Los únicos inversores que compraban sus activos eran inversores chinos”, dijo el presidente francés, quien reconoció el “error estratégico”.
Los principales actores de ese frente podrán trasladar sus conclusiones a China el próximo martes en París. Xi Jinping se reunirá allí con Merkel, Macron y el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, para abordar la “multilateralidad” en plena crisis de la Organización Mundial del Comercio. Juncker sostuvo que el debate de China fue más sencillo que el del Brexit. El gigante asiático no se va. De hecho, acaba de llegar.