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Los cuartos de final de la Liga de Campeones, presididos por el fútbol emotivo, asociativo y generoso del Ajax, cuestionan las conclusiones del Mundial de Rusia después del éxito de la poderosa Francia Ampliar foto Frenkie de Jong, a la izquierda, y De Ligt, en el centro, celebran con sus compañeros del Ajax el pase a la semifinal de la Champions en Turín. MARCO BERTORELLO AFP
Johan Cruyff murió un jueves santo, hace tres años, el 24 de marzo de 2016, después que el Barcelona ganara su segundo triplete en Berlín (2015) y antes de que el Ajax perdiera la final de la Liga Europa con el Manchester United (2017). Ahora (2019), sus dos equipos aspiran a disputar el 1 de junio la final de la Liga de Campeones en el Wanda Metropolitano cuando se cumplen precisamente 50 años de la final que protagonizaron en el Bernabéu el Milan de Rivera y el Ajax del propio Cruyff, derrotado entonces y campeón después por triplicado (1971, 1972, 1973) hasta que fue traspasado al Barça.
La llama de aquel equipo de Michels, conocido por su fútbol total, nunca se apagó sino que se extendió por el mundo hasta prender en el Camp Nou. El Dream Team de Cruyff ha sido considerado desde siempre el big bang del mejor Barça, proveedor al mismo tiempo de la selección española que ganó la Copa del Mundo en 2010. España derrotó precisamente en la final a Holanda, perdedora también en 1974 ante Alemania, verdugo igualmente de la Hungría de 1954. A la naranja mecánica siempre se la consideró imprescindible para fabricar ideas y no para ganar el Mundial.
Holanda no se clasificó para el Mundial 2018. El triunfo de Francia avaló el fútbol físico y de estrategia, el que se basa en los kilómetros recorridos, la defensa de cinco, los grandes porteros y los goles a balón parado, más resolutivo que el juego agradecido de Croacia o Bélgica. El resultadismo aprovechó la ocasión para anunciar la muerte definitiva del tiqui-taca, la manera despectiva con que la que se conoce a los equipos que se juntan alrededor del balón, pendientes de la relación espacio-tiempo, intérpretes del mejor Ajax y la buena Holanda.
Carrusel de emociones
Las conclusiones del último Mundial han funcionado hasta que han sido cuestionadas por el cuadro de semifinales de la actual Champions: Tottenham-Ajax (30 de abril en Londres y 8 de mayo en Ámsterdam) y Barcelona-Liverpool (1 de mayo en el Camp Nou y el 7 en Anfield Road). No está el City de Guardiola, seguramente el cruyffista más radical de cuantos entrenan en Europa. La caída de los citizen ha dado mucha munición a quienes no pueden ver ni en pintura al técnico. El partido del Etihad, sin embargo, fue pura emoción: 4-3.
Hasta cuatro goles se contaron en los once primeros minutos, un registro récord en la historia de la Champions. Los errores condenaron a un equipo sin experiencia ante un adversario que se batió con grandeza si se atiende a las ausencias de jugadores decisivos como Kane, en un cruce de cuartos de final condicionado por el VAR. Pochettino ha encumbrado al Tottenham, factoría principal de la selección de Inglaterra. Los spurs no eran semifinalistas de la Copa de Europa desde hace 57 años, en la temporada 1961-62, cuando cayeron ante el Benfica de la pantera Eusebio.
El Tottenham es un equipo de autor con muchos matices futbolísticos que asume con gusto que se dé como favorito al Ajax de Ten Hag. El entrenador holandés conoce bien a Guardiola porque era el responsable del filial del Bayern cuando el técnico catalán estaba en la Bundesliga y competía con Kloop, el preparador del Borussia Dortmund que ahora triunfa en el Liverpool. No hay un equipo más vitalista que el de Anfield por su intensidad, ritmo de juego y velocidad de su tridente ofensivo: Mané, Salah y Firmino. Los reds, siempre ganadores en sus enfrentamientos con los azulgrana, son seguramente el peor adversario con el que se podía cruzar el Barcelona de Messi.
A pesar de la dependencia del 10 y de la evolución del estilo, los azulgrana mantienen rasgos propios de la etapa de Cruyff y con fichajes como el de De Jong, y puede que De Ligt, entienden que su futuro pasa necesariamente por mantener su vínculo maternal con el Ajax. El manual aboga por el juego de posición, posesión y presión, aquel que se asocia a través del pase y la triangulación o tercer hombre, el del toco y me voy, de circulación rápida, atrevido y jovial, hoy representado sobre todo por los valientes y divertidos muchachos de Ten Hag.
Hay esperanza por tanto para los clubes que forman jugadores, generosos y creativos, mientras los millonarios mercadean y discuten sobre el modelo de la Superliga. No se trata de estigmatizar ni dogmatizar, sino de contraponer y disfrutar con las diferentes maneras de entender el fútbol, circunstancia que se ha dado como pocas veces en estos cuartos de la Champions. Aunque seguramente le hubiera gustado más que se clasificara también el City, Cruyff estaría satisfecho con los emparejamientos si se atiende al mensaje escrito por quienes gestionan su Instagram: “Jugar a fútbol es fácil, pero jugar fácil a fútbol es lo más difícil que hay”. Palabra de Cruyff, que se ilustra con un fotomontaje junto a De Jong.
Guardiola en el duelo ante el Tottenham. PHIL NOBLE REUTERS
El Manchester City vuelve a recibir este sábado al Tottenham, su verdugo en la Liga de Campeones, en partido correspondiente a la Premier. Aunque ya no podrá ser el primer equipo inglés que logra todos los títulos en juego en una temporada, el de Guardiola aspira a ganar ahora la Liga por segundo año consecutivo en dura pugna con el Liverpool, que es líder con 85 puntos, dos más que el City, que cuenta con un partido menos.
“Cualquier crítica a Guardiola por otro error en Europa debe ser descartada instantáneamente”, escribió Henry Winter en The Times. La reacción de la prensa europea ha sido variada respecto a la eliminación del equipo de Guardiola, técnico ganador del trofeo con el Barcelona en 2009 y 2011, y semifinalista en 2010 y 2012. Fue también tres veces semifinalista con el Bayern de Múnich, mientras que en el Manchester City ha caído dos veces en cuartos y una en octavos de final.
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