La economía va por barrios. La evolución de una comunidad a otra ha sido muy dispar durante la crisis, ahondando en los problemas de desigualdad territorial. Factores como los flujos de población, el envejecimiento, las inversiones, la fiscalidad o el empuje de sectores como el turismo, la construcción o las exportaciones están haciendo que unas regiones se despeguen más de otras. En una economía que busca ganar tamaño y concentrar el conocimiento, Madrid tiene todas las de ganar y es el máximo exponente de las diferencias. Al contar con una gran urbe, representa un polo de atracción de personas e inversiones. También goza del beneficio de ser la capital. Y ofrece una fiscalidad baja. “La percepción entre los inversores es que Madrid brinda una gran facilidad para hacer negocios”, explica Rafael Doménech, economista del BBVA.
Madrid llegó a perder con la crisis cinco puntos de PIB, la mitad que la media nacional. Y a finales de 2018 ya supera en 10 puntos el máximo precrisis y casi ha logrado alcanzar las cifras de empleo anteriores a la recesión. En el último año ha crecido un 3,7%, bastante por encima del 2,6% registrado en la media nacional. Según la nota del INE, el mayor empuje de la comunidad se explica por el buen comportamiento de la construcción. Mientras que muchas provincias soportan un stock importante de viviendas sin vender, en Madrid hay demanda y el ladrillo vuelve.
En la última década, ha pasado de representar el 18,1% de la economía nacional en 2008 al 19,0% en 2018. A este ritmo, podría incluso arrebatar a Cataluña la condición de principal locomotora nacional. Solo le restan 1.200 millones para el sorpasso. Se sitúa en los 230.018 millones frente a los 231.277 millones de la comunidad catalana.
El rendimiento de Cataluña es un caso aparte. Con la crisis se dejó unos 10 puntos de PIB, el doble que Madrid y lo mismo que la media nacional al depender mucho de las ventas al resto de comunidades. Sin embargo, se trata de la autonomía que más exporta, y también la que más importa para redistribuir por el resto del país. Así que en cuanto la economía empezó a carburar, consiguió rebotar con mucha fuerza, ejerciendo de motor para el resto. Exhibió una recuperación muy vigorosa, siempre avanzando por encima de la media, en buena medida por el turismo y las exportaciones. Pero los atentados de Barcelona y las tensiones independentistas cambiaron esa dinámica.
Las inversiones, el comercio y el turismo acusaron los eventos sucedidos desde el 1 de octubre de 2017. Y como explica BBVA Research, la afiliación ha dejado de tirar con la robustez que lo hacía. Según el Ministerio de Economía, la inversión extranjera en Cataluña retrocedió en 2018 un 12% frente al 71% que aumentó en el conjunto de España. De acuerdo con los datos del Colegio de Registradores, 2.359 empresas abandonaron en 2018 el territorio para marcharse a otras regiones de España. Y solo llegaron 467. Además, según el Banco de España, 31.400 millones en depósitos salieron de Cataluña en el último trimestre de 2017, una caída del 17% nunca registrada en la serie histórica. Ni siquiera en España durante la crisis del euro se produjo una fuga de capitales igual.
A pesar de las magnitudes de estas cifras, los analistas apuntan a una vuelta a la normalidad tras el shock momentáneo que sufrió la economía catalana. Aun así, se detecta una cierta ralentización. “En España el crecimiento se ha desacelerado del 3% anotado en 2017 al 2,6% de 2018. Y en Cataluña ha sido peor: del 3,2% al 2,3%. La industria ha mostrado un comportamiento igual que la media. Y la construcción y el turismo, peor. Resulta difícil saberlo, pero parece que la incertidumbre puede haber afectado para que Cataluña sea la tercera comunidad con la mayor desaceleración”, señala María Jesús Fernández, de Funcas.
Como resultado, la economía catalana se encuentra 5,2 puntos por encima de 2008. De haber seguido la estela marcada antes del 1-O, ahora estaría unos seis puntos. En peso en el PIB nacional, solo Madrid, Cataluña y Baleares han ganado tamaño. Esta última avanza 7,6 puntos sobre 2008 gracias al turismo. Otra comunidad que ha recuperado mucho es Murcia, con 7,4 puntos más.
Dotadas de una mayor capacidad fiscal gracias a sus fueros, País Vasco y Navarra han capeado mejor la crisis y arrojan un PIB seis puntos mayor. Canarias lo tiene cuatro puntos superior a 2008 por el turismo. Pese a la demografía, sorprenden Galicia y Aragón, con 3,8 y 2,6 más, respectivamente. En el caso gallego sobresalen sus exportaciones.
Y al resto no le ha ido tan bien. Asturias está 4,5 puntos porcentuales por debajo de 2008. La Rioja, 3,6 puntos. Cantabria, 0,4 y Valencia, 0,3. En la mayoría sufren la despoblación. Pero en Valencia se nota el impacto de la burbuja y la desindustrialización. Andalucía, que sube sus habitantes, bate las cotas precrisis solo por 1,7 puntos; Castilla-La Mancha por nueve décimas. Extremadura, por ocho. Y Castilla y León, por una.