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Los de Laso se clasifican para las semifinales tras arrasar a su rival en el segundo cuarto con un alarde de recursos encabezado por Ayón Ayón intenta taponar a Brizuela. Juan Carlos Hidalgo EFE
La artillería del Real Madrid derritió en un santiamén la pasión del Estudiantes y el derbi madrileño se convirtió en un paseo militar del conjunto de Laso hasta las semifinales de la Copa, donde les espera el sorprendente Joventut del atómico Laprovittola. Un parcial de 21-7 en el segundo cuarto zanjó cualquier dilema competitivo y desnudó a los del Ramiro de Maeztu hasta dejarles sin juego ni rebeldía rumbo al 94-63 definitivo, la segunda victoria madridista más amplía en el torneo desde 1984. El dominio incontestable de Ayón (16 puntos y nueve rebotes), la pujanza de Deck y la fiabilidad de Randolph encabezaron otro alarde de recursos del campeón de Europa. La superioridad en el rebote (48-27) y la contabilidad de los créditos de valoración (123-51) retrataron la abismal diferencia de plantillas. Los blancos disputarán su novena semifinal en las últimas 10 ediciones del torneo en busca de la que sería la 23ª final sobre 31 posibles en la era Laso.
El derbi viajó de la efervescencia colegial a la tunda madridista. Un alley-oop entre Brizuela y Arteaga y un triple del canterano estudiantil desataron una trepidante puesta en escena. Ayón acaparó los galones en el Madrid y comenzó a picar piedra en la pintura (seis puntos y dos rebotes en los primeros cinco minutos) hasta que todos los jugadores en pista se incorporaron a un febril intercambio de canastas que trasladó el plan de partido a territorio blanco. A los pocos minutos se descubrió que lo del Madrid eran colmillos y lo del conjunto del Ramiro tan solo dientes de leche. Comenzó a imponerse el caché del campeón de Europa.
No logró mantener el Estudiantes el impresionante ritmo impuesto por el 10 de 11 en tiros de campo con el que los de Laso dieron el primer demarraje de la noche (23-14, m. 7). Para entonces, Ayón y Campazzo ya estaban en 10 créditos de valoración y a ellos se les sumaron Carroll (con dos triples en ese tramo) y Llull, que resolvió pronto la intriga sobre su participación. Semejante exhibición de pegada abrumó a los de Berrocal que, sin embargo, lograron capear parcialmente el temporal con el temple de Cook y un triple postrero de Clavell para cerrar el cuarto. Pintaban bastos para los del Ramiro, pero el parcial de 3-11 les permitió concederse un reenganche tan rápido como efímero (29-27, m. 10). Fue solo una prórroga a su condena anticipada.
El Madrid dominó la sístole y diástole en ese tramo y, a cada leve acercamiento del Estudiantes, respondió con un crochet a la mandíbula enemiga. Del siguiente golpe se encargó Rudy Fernández que, con ocho puntos en el primer tramo del segundo cuarto, puso a su equipo definitivamente en la rampa de despegue (46-32, m. 17). Las vías de agua en el dique de contención colegial comenzaron a ser inabarcables. Con el refuerzo de Taylor y Deck, la voraz defensa madridista solo concedió siete puntos en ese acto y, a la carrera, los de Laso se fueron hasta los 50 antes del descanso. El autoritario dominio del rebote y de todos los porcentajes de tiro permitió al Madrid encarrilar la semifinal con suficiencia antes del viaje a vestuarios (50-34, m. 20).
Real Madrid: Randolph (10), Campazzo (7), Ayón (16), Carroll (11) y Deck (16) -quinteto inicial-, Causeur (5), Rudy (8), Llull (5), Reyes (2), Prepelic (2) Tavares (7) y Taylor (5).
Estudiantes: <MC>Gentile (8), Brizuela (9), Cook (9), Caner-Medley (6) y Arteaga (12) -quinteto inicial-, Sola, Clavell (10), Hakanson (5), Vicedo, Suton (2), Lamprapoulos y Whittington (2).
Árbitros: Miguel A. Pérez, Antonio Conde y Rafael Serrano. Gian Clavell fue eliminado por cinco personales (m.37).
WiZink Center: 13.280 espectadores
Abrazado al recuerdo del derbi del día de Reyes, cuando los colegiales vencieron al Madrid anotando 93 puntos, el Estudiantes descartó, por ideología y recursos, el plan de espesar el partido para trabar el avance de las filas enemigas. Nada se pareció a aquel día. El Madrid tomó nota de la afrenta, aplicó la mejor defensa de su catálogo y afinó ante el aro rival con espíritu de revancha. En el minuto 24, la diferencia ya rondaba los 30 de ventaja (66-39) y los sueños del club de Magariños se habían transformado en un zarandeo irreconducible. Sin noticias de Gentile, tan solo el orgullo de Arteaga y los arrebatos de Clavell concedieron leves treguas a La Demencia. Demasiado poco ante un Ayón sobresaliente, respaldado esta vez por Randolph y Deck. Suficiente para que los blancos entraran en la recta de meta ajustándose el maillot para la foto, con tiempo para que Laso administrara milimétricamente los recursos para el intenso fin de semana.