Gerardo Litvak es un coreógrafo realmente singular: a lo largo de los años su producción no ha sido muy abundante, como si se tomara mucho tiempo de reflexión antes de comenzar a crear algo nuevo. Y cuando finalmente lo muestra es una obra bella, personal, muy sólida.
Litvak es coreógrafo y docente y desde hace poco tiempo también director ejecutivo de Prodanza, el organismo de apoyo a la danza independiente creado hace cerca de veinte años por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Esto por un lado; por el otro, está llevando adelante con mucho brío su hermoso proyecto Noche de baile, que nació en 2013 en Bahía Blanca y que consistió en que durante diez días, estudiantes y profesores de la Escuela de Danzas de la ciudad aportaran al montaje de una obra a partir de sus propias experiencias en el baile popular.
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-¿Cómo te llegó la propuesta de dirigir el Instituto Prodanza?
-Yo había trabajado como jurado para Fondo Metropolitano, que depende de la ciudad de Buenos Aires, y este año me llamaron para dirigir Prodanza. Lo pensé bastante, recordé mi relación con el Instituto, cuando con un grupo de coreógrafos impulsamos la ley que lo creó. Por otra parte, yo mismo recibí subsidios de Prodanza y finalmente me llegó esta invitación en un momento de mi recorrido que me permite tener una visión amplia de la danza independiente. En fin, creí que valía la pena hacer la experiencia.
-¿Tenés proyectos propios que sumar a las líneas de subsidios que ya existían?
-Sí, pensamos en revisar el tipo de subsidios que damos de acuerdo a las trayectorias de los coreógrafos; por ejemplo que sean diferentes si son para creadores que recién comienzan o para artistas con mucho recorrido. Porque hasta ahora se presentaban y competían todos juntos y, aunque los jurados manejan ciertos criterios, por supuesto, es mejor que no quede librado a la subjetividad de cada uno. Por otra parte, en los últimos años la danza explotó en muchas direcciones: hay trabajos más sociales, investigaciones, proyectos de cruces, distintos lenguajes. Y es bueno que esta diversidad sea contemplada.
-¿Podrías hablar ahora de “Noche de baile”?
-Tenemos entre manos dos nuevas ediciones. Digo “tenemos” porque Natalia Martirena colabora conmigo desde el principio. Bien, ahora estamos creando en Bahía Blanca, por primera vez, una edición con gente mayor, de setenta años para arriba. El propósito de Noche de baile es en principio llevar la danza a gente no profesional, cómo darles la posibilidad de reconectarse con el movimiento, pero no enseñándoles una secuencia de pasos sino a partir de la creación propia. Este proyecto también lo haremos este año en Buenos Aires con el Departamento de Extensión de la UNA en una convocatoria para gente mayor de 50 años. La danza suele verse como algo inalcanzable y en realidad es algo muy potente que está en todos los cuerpos de diferentes maneras y formas.
-Y una vez concretado ese montaje, ¿se muestra al público?
-Sí, es finalmente un espectáculo que se muestra.
-¿Cómo lográs que sobre el escenario se vea algo sólido y convincente con gente no profesional?
-Trabajando con lo que ellos tienen y traen. Empezar desde su singularidad, desde sus recuerdos de los bailes que vivieron con sus padres, amigos, familias. Es algo muy, muy difícil, pero creo que allí está la llave.