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El banco de España concluye que las reformas laborales y la Gran Recesión no han cambiado el patrón basado en la precariedad como puerta de entrada al trabajo
El mercado laboral español ha pasado por una Gran Recesión y dos reformas laborales, la de 2010 y la de 2012. Sin embargo, una vez superado el quinto año de recuperación, sigue igual, atascado en las mayores tasas de temporalidad de la UE y con una rotación mayor que nunca. Así lo acredita un análisis del Banco de España, que considera que las probabilidades de convertir un contrato temporal en indefinido apenas se han recuperado tras la crisis. La Comisión Europea ya ha dicho que la temporalidad no está justificada por el mayor peso de sectores como el turismo, que tiran más del temporal. Y el Fondo Monetario Internacional (FMI) habla de que el modelo no ha cambiado y persiste la baja cualificación.
Obras de construcción en el barrio del Ensanche de Vallecas en Madrid. VICTOR SAINZ
Ahora que la recuperación alcanza el quinto año consecutivo de creación de empleo, el Banco de España ha elaborado en su informe trimestral una comparativa sobre la evolución del mercado laboral antes y después de la Gran Recesión. La conclusión: el patrón apenas cambia. La creación de empleo es similar. Quizá un poco superior, dado que ahora se crece a unos ritmos algo más lentos, explica. Sin embargo, el crecimiento de la ocupación sigue sustentándose en los contratos temporales, a pesar de la mejora económica y de que todas las reformas tenían la pretensión de reducir la temporalidad.
CÓMO SE ACCEDE AL EMPLEO
a. Con ajuste estacional.
b. Promedio de cuatro trimestres
Fuente: Banco de España. EL PAÍS
Por un lado, el acceso al mercado laboral desde el desempleo o la inactividad continúa haciéndose mayoritariamente a través de un contrato temporal. Durante la bonanza previa a la crisis, mejoró ligeramente la proporción de personas que entraban con un contrato indefinido. Eran entre el 18% y el 20%. Sin embargo, con la crisis este porcentaje descendió al 15%-16%. Y, pese a la recuperación, se ha quedado estabilizado ahí. En principio, debería estar corrigiéndose algo, igual que sucedió en la anterior expansión. Máxime cuando las reformas debían haber hecho más atractivo el trabajo fijo al abaratar su despido. Sin embargo, no parece que se haya logrado fomentar la contratación indefinida. La dualidad entre fijos y eventuales está enquistada desde que en 1984 se facilitara el uso del contrato temporal.
Por otro lado, según el supervisor, la tasa de conversión de los contratos temporales en indefinidos se sitúa bastante por debajo de la de antes de la crisis. Si en los años 2006 y 2007 solo un 13% de los contratos acababa convirtiéndose en fijo al cabo de un año, ahora la ratio apenas alcanza el 8%. Una cifra algo mejor que la de 2016, cuando solo era el 6%. Pero muy lejos de la media de la UE, que se coloca en el 24% si se toma la ponderada por peso de los países, o el 15% si se toma la media aritmética.
Fuentes de la Administración explican que las inspecciones de Trabajo están funcionando y han mejorado la ratio de conversiones durante los últimos dos años. En un mundo ideal, los economistas dicen que el contrato temporal debería servir como trampolín para obtener un puesto mejor conforme se gana experiencia. Sin embargo, eso no ocurre. El Banco de España ya incidía en que antes de la crisis incluso trabajadores con experiencia y cotizaciones elevadas sufrían la temporalidad. Dos estudios, el de desigualdad del Banco de España y otro de Florentino Felgueroso, José Ignacio García-Pérez, Marcel Jansen y David Troncoso-Ponce, revelan que el problema reside en que, aparte de las sustituciones de mano de obra cara por barata, las empresas han tocado poco los salarios por hora que abonan. Lo que hacen es ajustar el tiempo de trabajo, utilizando a los empleados con una mayor rotación, por periodos más cortos y solo para los momentos, jornadas y horas que los necesitan. De esta forma, el número de horas trabajadas crece menos. Además de la reducción del paro, la dificultad para disminuir la desigualdad radica en que los menos formados trabajan menos horas.
Esta excesiva temporalidad no se justifica simplemente por el tipo de sectores que predominan en la economía, señaló el año pasado la Comisión Europea en su informe sobre la economía española. Y destacaba que en España hay casi un 30% más de temporalidad en la construcción y en la agricultura que en la media de estos sectores en la UE. En torno a un 15% más en la hostelería, la sanidad y el ocio. Y alrededor de un 10% más en la industria, la educación o los servicios profesionales. Solo la banca presenta una temporalidad cercana a la europea.
Puestos poco productivos
En su informe de finales de 2017, el FMI subrayó que la mejora “ha sido conducida predominantemente por una expansión del empleo de baja productividad”. Es decir, no ha habido cambio de modelo. Al haberse destruido muchos puestos en la construcción, donde los trabajadores tienen poca formación, simplemente se ha producido un trasvase de trabajadores de un sector de baja cualificación a otros. Del andamio a la barra del bar, sugería otro estudio del Banco de España.
“El mercado laboral español sigue adoleciendo, a pesar de los profundos cambios normativos observados, de una excesiva temporalidad y rotación, lo que incide negativamente no solo sobre la productividad, sino también sobre la desigualdad de ingresos laborales, lo que sugiere la conveniencia de potenciar el atractivo de la contratación indefinida, sin que ello vaya en detrimento de la creación de empleo”, concluye el informe trimestral del Banco de España. O lo que es lo mismo, sin subir los costes de despido de los temporales para no perjudicar su contratación. Otra reforma laboral.
“En la actual expansión no se aprecian grandes cambios en la creación y destrucción de puestos de trabajo respecto a lo observado entre 2006 y 2007”, concluye el Banco de España. Y añade que tanto la contratación como los ajustes de empleo se siguen basando en los eventuales. Los puestos que se crean son en su mayoría temporales y los que se destruyen, también. ¿Significa eso que la reforma laboral no sirvió para nada? El Banco de España y la OCDE han estudiado qué sucedió durante la recesión. Y los dos sostienen que la reforma de 2012 evitó que hubiese más despidos. Comparan la evolución de la economía con la de la destrucción de ocupados, y hallan que a partir de la reforma se moderaron los despidos en relación al PIB. En combinación con el acuerdo de moderación salarial que pactaron con retraso patronal y sindicatos, contribuyó a que las empresas pudiesen ajustarse recortando horas y salarios en lugar de con despidos, argumentan. Es decir, la reforma sí que ayudó durante la recesión. Si bien parece que no tanto durante la expansión.
Para solucionar la precariedad, el FMI apuesta por el contrato único y la mochila austriaca. El Ministerio de Economía ve con buenos ojos esta última, que consiste en que la empresa va abonando periódicamente el coste del despido en una cuenta del trabajador, y este puede llevárselo a otro trabajo, usarlo si se va al paro o tomarlo para su jubilación. Sin embargo, la fragmentación parlamentaria hará muy difícil que se pueda consensuar algo que resuelva de una vez por todas el pesado lastre de la temporalidad.