En foto, Theresa May debate en la Cámara de los Comunes. En video, señal en directo del debate en el Parlamento británico. REUTERS
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La Cámara de los Comunes votará esta tarde por primera vez una enmienda a favor de la celebración de un nuevo referéndum sobre el Brexit. Impulsada por los diputados del recíén creado The Independent Group, un grupo parlamentario con ocho exlaboristas y tres exconservadores, ha sido aceptada a trámite por el presidente del Parlamento, John Bercow, para irritación de los diputados euroescépticos. La enmienda tiene muy pocas posibilidades de salir adelante, pero servirá para medir el verdadero apoyo de esta opción. Si el resultado fuera lo suficientemente elevado, serviría para dar tracción a una solución al laberinto del Brexit que no ha dejado de estar sobre la mesa en los últimos meses.
Ante la sesión parlamentaria de esta tarde, la primera ministra británica ha echado mano de la lógica para intentar torcer el brazo de los conservadores euroescépticos. "Si el Parlamento ha expresado su voluntad de que el Brexit sea con acuerdo y de que no salgamos de la UE el próximo 29 de marzo de modo desordenado, la única opción es una prórroga larga de la fecha de salida que nos llevará a participar en las elecciones al Parlamento Europeo de mayo", concluyó este miércoles después de que la Cámara de los Comunes rechazara mayoritariamente un Brexit salvaje.
Westminster vivirá a última hora de hoy jueves otra votación histórica. Los diputados deben decidir si ordenan al Gobierno que solicite a la UE una prórroga de la fecha de salida, fijada oficialmente para el próximo 29 de marzo. El resultado, a primera vista, está cantado. La oposición laborista, los nacionalistas escoceses del SNP y un puñado de conservadores han expresado ya su voluntad de ganar tiempo. Aunque políticamente una decisión así impondrá un mandato a Theresa May que difícilmente podría esquivar, la moción no es legalmente vinculante. Y, sobre todo, afecta de modo diferente a las estrategias de cada una de las facciones de esta batalla.
Como sucedió en la votación del miércoles, a pesar de las órdenes contradictorias que introdujeron confusión en el último minuto, May ha vuelto a decidir que concederá libertad de voto a sus diputados —especialmente a los miembros del Gobierno— para evitar la enésima imagen de rebelión interna en la votación de hoy.
Aunque la idea pueda parecer sorprendente a un espectador ajeno, la primera ministra no ha descartado someter su plan del Brexit a una tercera votación en Westminster. En las últimas horas, los socios parlamentarios del Gobierno, los norirlandeses del DUP, han tenido conversaciones con el equipo de May en busca de una solución que salve el escollo del backstop, la salvaguarda de garantía para evitar una frontera dura entre la República de Irlanda (UE) e Irlanda del Norte (territorio británico) que ha atascado todo el proceso. Lo que la política no ha logrado, puede lograrlo el Derecho, piensan. La nueva idea consistiría en solicitar al abogado general del Reino Unido, Geoffrey Cox, que introdujera una interpretación adicional al informe jurídico que escribió para analizar las últimas garantías arañadas por May a Bruselas.
Se agarran al artículo 62 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, aprobada en 1969, que sostiene que los pactos pueden ser anulados si se da "un cambio fundamental en las circunstancias". A pesar de que el propio Cox ya expresó sus dudas en sede parlamentaria sobre la pertinencia de ese apartado para el caso del backstop, la salvaguarda para Irlanda del Norte impuesta por la UE, el DUP, que no quiere ser el último responsable de la derrota del plan de May, cree ahora que ese artículo facilitaría la retirada unilateral del Reino Unido llegado el caso. "Estamos teniendo conversaciones con el Gobierno. Y mantendremos esas conversaciones porque queremos lograr un acuerdo. Tenemos que concluirlas antes de decidir qué hacemos", ha admitido Arlene Foster, la líder de la formación.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha utilizado su cuenta en la red social Twitter para reforzar, voluntaria o involuntariamente, la estrategia de May. "Apelaré a los 27 miembros de la UE para que se abran a la posibilidad de una prórroga larga, si el Reino Unido lo cree necesario para replantearse su estrategia del Brexit, y construir un consenso en torno a ella", ha afirmado.
Si el Gobierno británico permite, como sugirió este miércoles el ministro de Medio Ambiente, Michael Gove, al intervenir en lugar de una afónica May en el Parlamento, que los diputados puedan debatir y votar hoy "mociones indicativas", Westminster tendrá la oportunidad de comprobar cuál es el grado de voluntad que algunos conservadores como Philip Hammond, el ministro de Economía, o la dirección del Partido Laborista, han expresado en busca de una solución de consenso. "Jeremy Corbyn ya ha tenido encuentros con diputados conservadores que impulsan un modelo noruego [pertenencia al Espacio Económico Europeo]. Nuestras propuestas son, con toda probabilidad, la base de un compromiso que puede ser alcanzado, porque han sido acogidas cálidamente por Bruselas. Intentemos alcanzar un compromiso. Hay ahora en el Parlamento una voluntad que no existía antes", ha dicho John McDonnell, el número dos de Corbyn, en Sky News.
El principal partido de la oposición impulsa un nuevo acuerdo que mantendría al Reino Unido dentro de la unión aduanera y sometido a las reglas del Mercado Interior, y ha aproximado posturas con el grupo de diputados conservadores liderado por Nick Boles que defiende una forma más suave de Brexit.
La clave esta tarde no será tanto si el Parlamento aprueba una prórroga que tanto en Londres como en Bruselas se da por descontada, como si es capaz de empezar a definir su utilidad. Corta en el tiempo, para salvar el plan de May. Larga, para introducir el miedo en las filas euroescépticas. O el tiempo justo para fraguar el consenso político que hasta ahora ha estado ausente.