Mendoza. Corresponsal
Una copa de vino elevada al cielo y el tarareo del estribillo pegadizo de una canción de rock, la ceremonia se repite durante la tarde-noche del sábado en el Winerock. En su novena edición, conservó el hechizo de los festivales, que reúnen a generaciones de pibes con sus padres cincuentones, con el toque distintivo del paisaje increíble de la bodega Monteviejo.
Mirá también
Cada fin de cosecha, entre abril y mayo, la magia del rock se apodera de la región vitivinícola del Valle de Uco, a una hora en auto desde la ciudad de Mendoza, en el interior del selecto Clos de los Siete, el club de bodegas de millonarios franceses y belgas. Las guitarras eléctricas, bajos y baterías suenan a todo volumen.
La novena edición del Winerock se realizó en la bodega Monteviejo, en el Valle de Uco, con . Vanthra, la banda de Fernando Ruiz Díaz, como uno de las principales atracciones. (Foto: Gustavo Rogé / Los Andes)
Newsletters Clarín En primera fila del rock | Te acercamos historias de artistas y canciones que tenés que conocer.
Todos los jueves.
Fue la más calurosa de todas las ediciones del Winerock, que arrancó en 2010. Los primeros en llegar corrieron a resguardarse bajo una sombra y arrancar con una cerveza helada, para después continuar con los vinos tintos, rosados y blancos.
El visitante que ingresó al predio -que imita a los chateaux de la región francesa de borgoña- descubrió las imponentes montañas del Cordón del Plata, el campo de viñedos con hojas verdes, ocres y naranjas; y, al fondo, la bodega de cemento y grandes ventanales.
El escenario, entre viñedos y las montañas del Cordón del Plata. (Foto: Gustavo Rogé / Los Andes)
En medio de las viñas, asomaban el escenario y los equipos de rock. Había food trucks y espacios gastronómicos al estilo patio cervecero. Por los surcos de las plantas paseaban los otros protagonistas del show: enólogos consagrados, agrónomos, artistas plásticos, chefs, sommeliers, periodistas, algunos pocos famosos, los influencers y el público que pagó entre $2.500 y $6.000 la entrada.
Los shows arrancaron pasado el mediodía: el dúo Ibiza Pareo y la mendocina Paula Neder; después OnOff, Joaco Vitola (Indios), Bruno Albano (Banda de Turistas), Hombres Bien y Potra.
Con los últimos brindis aparecieron en escena Coti Sorokin, Fernando Ruiz Díaz y su proyecto Vanthra, Patricio Sardelli (Airbag), Juanse, Rano Sarbach, Richard Coleman, Walas, Leo García, y el cierre a todo dance, con Babasónicos.
El imponente marco donde se desarrolló el l festival de música y degustación de vinos Winerock. (Foto: Gustavo Rogé / Los Andes)
Hubo momentos cúspide con Babasónicos y la interpretación de sus clásicos Yegua y Putita; el himno Magia veneno, de Catupecu Machu, interpretado por Fer Ruiz Díaz y los zapeos junto a Felipe Staiti (guitarrista de los Enanos) y el anfitrión Marcelo Peleritti, enólogo y creador del festival de fin de cosecha.
Ya entrado el atardecer, fue emotivo el homenaje al “padre del charango”, el maestro Jaime Torres, fallecido en diciembre y quien fue uno de los inspiradores de este festival con su fusión de ritmos andinos. El público celebró la audacia de Pato Sardelli, el cantante de Airbarg, que improvisó una versión del himno nacional en medio de su playlist y generó un final a todo coreo del futbolero oh,oh,oh.
Fernando Ruiz Díaz presentó el repertorio de su nuevo trío, Vanthra. (Foto: Gustavo Rogé / Los Andes)
Entre los palcos vip, a los costados del escenario, se paseaban el notero Robertito Funes Ugarte, la cantante Militta Bora y el humorista Juan Acosta. En el centro del viñedo, el público bailó, saltó y cantó con una copa en la mano. Muchos terminaron con la camisa manchada con vino.
A las 19 en punto se cortó el suministro de alcohol. Se cerraron todas las barras y solo había botellas vacías que algunos se llevaban de souvenir, porque se bebieron los vinos de los rockeros, como el de Juanchi Baleirón (Malbecaster), de Fernando Ruiz Díaz (Vanthra) o el premiado Felipe Staiti (Enanos).
Paró el alcohol cuando aún quedaban las bandas centrales y cuatro horas más de rock. Así la organización previene desbordes y los accidentes en el retorno a la capital. “No es una fiesta de descontrol”, repite Peleritti. Y el público, más de tres mil personas, se fue bailando y cantando, feliz, entre los viñedos.