En medio de la crisis, allá por el año 2013, las autoridades europeas castigaron con multas millonarias a un grupo de bancos por manipular el euríbor y otros índices que se usan de referencia para fijar el coste de los préstamos. Según el dictamen de Bruselas, el euríbor se adulteró entre septiembre de 2005 y mayo 2008, justo cinco meses antes de la quiebra de Lehman Brothers. Las entidades sancionadas fueron Deutsche Bank, Société Générale, Royal Bank of Scotland, JPMorgan y Citigroup. A cambio de denunciar el cartel, Barclays y UBS evitaron la pena acogiéndose al programa de clemencia de la Comisión Europea. Más tarde se acusaría también a Crédit Agricole y HSBC. Ante semejante escándalo, la Unión Europea aprobó un nuevo reglamento que obligaba a cambiar la metodología de estos índices.
El problema radicaba en que el modelo estaba basado en unas encuestas que se podían alterar con facilidad. Por ese motivo, la idea de los legisladores europeos fue imponer un nuevo esquema soportado por transacciones reales que fuesen perfectamente identificables y que, por lo tanto, no se pudiesen manipular.
Y se encargó la búsqueda de una nueva metodología al European Money Market Institute (EMMI), el instituto administrador de los índices bancarios europeos. El EMMI es una filial de las patronales bancarias europeas, así que se determinó que su labor sería en todo momento supervisada por los reguladores nacionales, incluida la española CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores). El euríbor trata de medir a qué interés se prestan los bancos europeos sin incluir garantías. Sin embargo, tras unas pruebas realizadas entre 2016 y 2017, el EMMI concluyó que no era posible conformar un nuevo euríbor a partir de operaciones reales. Desde el estallido de la crisis, los bancos no se fían entre ellos y no se prestan sin que haya garantías de por medio. Mucho menos para un plazo tan largo como doce meses, que es el periodo que requiere el euríbor a un año. En consecuencia, apenas existen las suficientes transacciones reales para configurar el índice. De hecho, en medio del miedo a litigios por participar en la elaboración del nuevo baremo, muchas entidades se retiraron del panel que ofrece los datos. Ya solo quedan 18, entre ellas las españolas Banco Santander, BBVA, Caixabank y Cecabank.
En tales circunstancias, el administrador EMMI decidió descartar un método solo formulado con operaciones existentes. La legislación señala que se usarán las transacciones reales cuando sea posible. De modo que se ideó un nuevo esquema híbrido que combinase créditos reales con extrapolaciones de medias históricas y de otros préstamos que puedan ser comparables.
Bajo esta nueva metodología, el año pasado se hicieron unas pruebas que fueron consideradas un éxito. Y la nueva fórmula del euríbor acaba de ser aprobada por las autoridades. Como el EMMI tiene su sede en Bélgica, el órgano competente para darle el visto bueno ha sido la autoridad belga de servicios y mercados financieros. Esta la aprobó el pasado 2 de julio. Y el 4 de julio se inscribió en el registro de la Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA por sus siglas en inglés). Está previsto en la ley que la supervisión del euríbor pase a ESMA en 2022.
Según ha informado el EMMI, la implementación gradual comenzó en el segundo trimestre de 2019, y se espera que concluya a finales de 2019 para entrar en vigor el 1 de enero de 2020. Es decir, aunque en combinación con la anterior, en estos momentos la nueva fórmula ya está influyendo en el precio de las hipotecas. El euríbor marca ahora mínimos históricos en el -0,3%. Y en gran medida se ha estado desplomando porque el BCE ha anunciado que en septiembre podría acometer nuevas bajadas de tipos y compras de deuda. Sin embargo, fuentes del mercado apuntan que también puede estar afectando la nueva composición del índice: con tal de intentar tener el mayor número de operaciones para construirlo, el sistema incluye también préstamos entre entidades que no son bancos. Por ejemplo, aseguradoras, fondos de pensiones, multinacionales o instituciones financieras. Estas manejan ahora tanta liquidez que cuando les vence una inversión no saben dónde colocarla. Y a corto plazo la prestan a tipos muy negativos. O lo que es lo mismo: pagan mucho por poder guardar esas puntas de tesorería. Mientras que los bancos siempre pueden dejarlo en el BCE con una penalización del 0,4%, estas entidades no cuentan ni siquiera con ese suelo. De ahí que estén comprando letras del Tesoro alemán que cotizan a cotas del -0,8%. Es decir, se prestan a tipos aún más negativos. Y su inclusión en el euríbor podría contribuir a que esté bajando algo más, según sostienen fuentes bancarias.
Hace unos meses el EMMI publicó el resultado de unas pruebas que ya daban tipos ligeramente más bajos que el euríbor actual. La CNMV señala que la incorporación al cálculo de operaciones con entidades no bancarias podría explicar parcialmente la evolución. Pero que esta principalmente obedece a que el índice se mueve según la realidad del mercado que se trata de medir. Y en los últimos meses los tipos han reflejado las expectativas sobre la política monetaria del BCE, añade.
Un billón en hipotecas
De acuerdo con las cifras del EMMI, el euríbor sirve de referencia para más de 180 billones de euros en contratos y un billón de euros en hipotecas. Se calcula que en España hay unos 400.000 millones de euros en préstamos hipotecarios vinculados a esta referencia.
El documento en el que se establece la nueva operativa de manera más detallada se explica que los bancos tienen que comunicar los datos sobre los tipos a los que pueden obtener financiación de otras entidades. Y hay tres niveles distintos para confeccionarlo: en el primero los bancos envían los precios de los créditos del día anterior. En el segundo se intentan aproximar a esos préstamos fijándose en operaciones de otros días o de plazos similares. Y en el tercero se añaden datos de otras transacciones. La normativa sobre este último punto habla de “cotizaciones ejecutables, precios indicativos, tipos o cotizaciones no firmes y datos basados en el juicio experto de la entidad”.
Todos los niveles tienen la misma validez y se eliminan de la media las contribuciones más altas y las más bajas. Aunque las entidades mantienen su criterio respecto a qué incluir en el tercer nivel, tienen que justificar por qué lo hacen y el EMMI lo supervisa. Es precisamente en este tercer nivel donde cabría una mayor subjetividad. Además, se han puesto en marcha hasta tres capas de controles y canales para denunciar problemas y manipulaciones. En cualquier caso, EMMI explica que lleva a cabo un análisis mensual de los datos para descubrir patrones inusuales.