Ya son varias las sentencias que se acumulan a pie de página. “Llevamos una temporada de mierda”, dijo Dani Carvajal desde las profundidades de su estómago tras caer en Europa ante el Ajax. “Algunos jugadores tenían que haber dado un paso adelante”, amplió, crítico, Modric tras otro tropiezo. “No se puede tapar el sol con un dedo”, profetizó Keylor Navas, poniendo poesía al drama. “Todos estamos mal”, se alivió, por el contrario, Casemiro el miércoles en Mestalla. Son muchas las resoluciones que se manejan alrededor del estado actual del Real Madrid, y todas ellas retratan un problema estructural que se aleja del habitual reduccionismo imperante a la hora de repartir cuentas ante cualquier fracaso. Y es que la marcha de Cristiano es solo el mal más grande de una conjunción enorme de males menores.
En la temporada actual del Real Madrid se han reproducido las mismas calamidades, representadas por distintos jugadores, incluso por aquellos que venían a reforzar posiciones concretas como la de Courtois en la portería. De entre todos los jugadores no ha existido ninguno que haya escapado a la contaminación al margen de Vinicius, única irrupción prometedora junto a Reguilón. Ni siquiera han sobrevivido Zinedine Zidane y su embrujo, tras dilapidar ante el Valencia esa sanación sensorial en su segunda venida. El presente del Madrid se proyecta en seis semanas donde el objetivo sigue siendo alcanzar la segunda plaza, aunque cada partido pendiente haya visto acrecentada su peligrosidad por el posible aumento de las consecuencias.
En el encuentro ante el Valencia, por tratarse del último y en el que más futbolistas afines a Zidane participaron, se vislumbraron muchos de esos fallos multiorgánicos que asolan al equipo. La entrada de Keylor Navas en la portería no impidió que el Madrid saliera de Mestalla con 61 goles en su contra en lo que va de temporada, los mismos que el Huesca, siendo el equipo que más tantos ha encajado en los 49 partidos que ha disputado sumando todas las competiciones. El fichaje de Courtois por 35 millones de euros, Guante de Oro en el Mundial de Rusia, no ha sellado la portería —42 goles en 32 partidos; 1,3 de media, la más alta de su trayectoria profesional—, del mismo modo que su alternancia en distintos momentos con Navas —17 en 16; 1,03 por encuentro—, y Luca Zidane —2 tantos en un partido—, no ha funcionado.
Defensa vulnerable
La parcela defensiva tampoco ha contribuido a que la cuenta de goles recibidos menguase. A excepción de Ramos y su desaforada vocación anotadora (11 tantos en 42 encuentros), y la irrupción de Reguilón (20 partidos disputados, cuatro derrotas), la vulnerabilidad de Varane y las ausencias de Carvajal (16 partidos fuera por lesión) han desarbolado una línea en la que si algún jugador se ha mostrado más alejado que nunca de su rendimiento habitual ha sido Marcelo (28 encuentros, 10 derrotas). La inactividad ofensiva del brasileño ha lastrado la banda izquierda del Madrid (suma seis asistencias, la mitad que en las dos anteriores temporadas), limando uno de los filos más recurrentes del equipo en ataque, especialmente deshabitado tras la salida de Cristiano.
Esa deficiencia ofensiva ha atascado la circulación de balón, territorio de centrocampistas, donde la conversación tampoco ha fluido. Modric, Balón de Oro 2018 a sus 33 años, y Kroos (29) han dado muestras de una menor pujanza física, y su eficiencia con el balón ha menguado. El Madrid promedia esta temporada 604 pases por partido, 339 de ellos en campo contrario (56%), dos puntos menos que en la temporada pasada (344 de 595, un 58%). Ante el Valencia llegó a acumular el 68% de posesión y remató 15 veces, solo cuatro disparos más que su rival. Esa creación eminentemente horizontal derivó en 22 centros al área, que solo encontraron respuesta con el gol de Benzema en el último minuto del tiempo añadido.
Y es que la parcela goleadora es la que presenta un peor balance departamental. Los blancos acreditan 98 goles a su favor, 53 en Liga, 23 menos que en la misma jornada de la temporada pasada, y ninguno de sus cuatro atacantes principales, a excepción de Benzema, mejora sus anteriores registros. El francés es con 24 goles el máximo realizador de su equipo, y duplica la marca de su último ejercicio (12). De ese bagaje, 15 dianas han sido además en LaLiga, el triple que el curso pasado (5).
Caso diametralmente opuesto es el de Bale, que acumula 14 tantos realizados frente a los 21 precedentes, y ocho sobre 16 en lo que respecta a la competición nacional. La apatía del galés también encuentra su reflejo en Asensio (seis goles a once, uno sobre seis en liga), otro de los jugadores más cohibidos en el que se suponía el año de su confirmación. Lucas Vázquez (cinco sobre ocho en total, uno frente a cuatro en LaLiga) y Mariano (dos tantos, uno en liga) tampoco han contribuido a parchear la marcha de Cristiano, un agujero a todas luces sin remiendo.
A la espera de que la persiana del curso se cierre, en el vestuario del Madrid apelan al orgullo para tratar de finiquitar la temporada con el menor número de sobresaltos posibles. Mientras tanto, el trabajo en las oficinas ha adquirido mayor velocidad. Si algo bueno tiene que todo falle, es que averiguar el porqué resulta el menor de todos los problemas.
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