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Los de Pesic conquistan ante el Madrid su segunda título consecutivo, el 25ª de su historia, en una final memorable resuelta con el video arbitraje en una prórroga delirante Los jugadores del Barça celebran la conquista de la Copa Javier López EFE
El Barcelona conquistó su 25ª Copa del Rey tras derrotar al Real Madrid en su pista en una final memorable resuelta con una prórroga delirante. Después de 45 minutos trepidantes —con parciales de ida y vuelta en el tercer y cuarto cuartos, con una canasta milagrera de Llull para forzar el tiempo extra, con Heurtel ejerciendo de MVP, con drama y polémica en la recta de meta, con una falta clamorosa de Randolph a Singleton que no se pitó, y con una revisión crucial de los árbitros que anuló un tapón legal de Randoplh a Tomic a un segundo del final— el capitán azulgrana alzó el título al cielo de Madrid. Una Copa con VARy con un efecto psicológico, por la forma y el lugar, que consolida el rearme azulgrana con la fórmula Pesic ante el hace poco inabarcable equipo de Laso para los culés. Los azulgrana revalidaron así la conquista de la temporada pasada en Las Palmas y, de paso, equilibraron el marcador de títulos coperos de la última década: cinco para cada uno de los dos grandes del baloncesto español, reyes de un duopolio incontestable. El embrujo copero de Pesic volvió a triunfar.
La psicología y el baloncesto se mezclaron en una puesta en escena intensa de los azulgrana y ansiosa de los madridistas que marcó tendencia. Dominando el rebote y con un 6 de 8 de salida en tiros de campo, los de Pesic tomaron la iniciativa (7-14, m. 5). No pasó de ahí la máxima en la primera mitad. Cortó el parcial Randolph con cinco puntos consecutivos que sirvieron para poner en valor la agitación de Campazzo. Pero la suma de Claver y Tomic tenía más influencia sobre el juego y, a pesar, de las primeras apariciones de Ayón en la pintura, el asalto inicial se lo apuntó el Barça (16-20).
Apretó los dientes el Madrid para agarrarse al partido y al marcador y lo consiguió con una canasta de Ayón sobre la bocina del descanso (35-35, m. 20). En la sístole y diástole de quintetos se equilibraron las fuerzas y la contabilidad. Pero las sensaciones estaban del lado azulgrana, más acostumbrado que su enemigo a moverse entre la espesura.
Mejoró el Madrid su velocidad de reacción tras el descanso, con Causeur como factor diferencial. El francés se probó el traje de la final de la Euroliga y espoleó a los suyos con intensidad, dinamismo y cinco puntos estratégicos que sirvieron a los de Laso para armar un parcial de 10-4 ante un Barça atascado. Campazzo transformó las prisas en vértigo y los blancos comenzaron a desatar su estilo. El Facu entró en ebullición, conectó con Ayón y llegó la tormenta madridista, que arreció tras el segundo triple de Causeur.
La defensa madridista y el ambiente del Palacio atribularon a los azulgrana que entraron en barrena mientras el Madrid afilaba el colmillo hasta el +17 (58-41, m. 29). El balance de daños del tercer cuarto para el conjunto de Pesic fue de 25-11 en el tanteador, con cinco minutos sin anotar y un 4 de 12 en tiros de campo. El Barça se presentó en la recta de meta con una desventaja similar a la que estuvo de remontarle el Madrid hace un año en Las Palmas. Y, mejorando el precedente, se lanzaron a tumba abierta a por la final.
Los azulgrana remontaron a bocados, con cuatro triples consecutivos, un dos más uno de Heurtel y dos puntos más del base francés para sellar una sacudida monumental de 0-18 en menos de cinco minutos. Del 61-46 al 61-63. El Madrid pasó de la fiesta al diván sin solución de continuidad y con la obligación de escapar rápidamente del trauma.
Fueron Causeur y Llull los que rompieron el miedo ante la fatigada defensa azulgrana. Pero, tras recuperar el resuello, Heurtel recuperó el mando de su equipo, del partido y del marcador (73-76, m. 39). Campazzo exprimió su umbral de sufrimiento para contener al MVP azulgrana primero y para encaminarse después al tiro libre, tras recibir una falta de Hanga desde el 6,75, con la responsabilidad de anotar los tres lanzamientos para empatar. Falló el tercero y fue Claver el que midió su pulso en el aro contrario. Con un fallo y un acierto dejó el marcador en 75-77 con cuatro segundos para el Madrid. Suficientes para que Llull rescatara su épica y forzara la prórroga con otro tiro milagrero sobre la bocina.
El tiempo añadido fue una oda a la pasión y el drama. Una tanda de penaltis que se desarrolló en la línea de tiros libres antes de resolverse a campo abierto y en la que el Madrid quedó de nuevo abocado a la épica tras una pérdida de balón y un triple fallado por Llull. Tomic machacó acto seguido ante Ayón y puso al Barça tres arriba a falta de 40 segundos. El triple de Campazzo se estrelló contra el aro y Singleton estiró la renta (87-92 a 21s del final). Anotó Randolph de tres, se salió el intento de aro pasado de Singleton ante el propio Randolph y, mientras todo el banquillo azulgrana reclamaba la clamorosa falta del madridista, Carroll cruzó la pista para poner al Madrid un punto arriba con un dos más uno que parecía definitivo.
Le quedaban cuatro segundos al Barça y se la jugó Tomic bajo el aro. El tapón de Randolph fue declarado ilegal tras la revisión en el instant replay y los de Pesic comenzaron a celebrarlo. A la final le quedaba aun un segundo y el triple de Llull desde su pista voló con intención pero sin premio. El delirio acabó en fiesta azulgrana.