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El hispanobrasileño regresa tras dos meses y medio lesionado y Simeone asegura que puede ser compatible con Morata Diego Costa, durante el último entrenamiento del Atlético previo a su partido contra el Rayo en Vallecas. Rodrigo Jiménez EFE
Diego Pablo Simeone se alimenta de sensaciones sobre las que luego genera estados de ánimos a través de los mensajes. Un entrenamiento, un gesto o una mirada de un jugador le bastan para tratar de diseñar la realidad que imagina y pretende. A partir de sus observaciones, Simeone trata de construir contextos sobre los que influir en el espíritu del grupo y también de la hinchada. Golpeados el colectivo y la masa social por las dos derrotas consecutivas (Betis y Real Madrid) y con la visita europea de la Juventus a la vuelta de la esquina, para el levantamiento de la moral rojiblanca El Cholo ha escogido la figura de Diego Costa.
El delantero hispanobrasileño recibió este viernes el alta médica tras haber sido operado del quinto metatarsiano del pie derecho el pasado 5 de diciembre. Incluido en la lista para el partido del sábado contra el Rayo en Vallecas (16.15, beIN LaLiga), dos meses y medio después de la intervención, Simeone anunció la vuelta del goleador como un grito de guerra. “Está báaaarbaro”, aseguró el técnico dilatando la pronunciación de la primera sílaba, “esta que se sale, tiene un hambre que no puede”. “Ustedes [la prensa] vieron cómo entrenó”, prosiguió, “está con ambición, como es él, un guerrero. Le necesitamos”.
En el complejo panorama que vive el equipo, también eliminado de la Copa, el entrenador ha puesto en primera línea las virtudes combativas de Costa. Hasta esos dos tropiezos ligueros consecutivos, sus compañeros habían sobrevivido sin él con un balance de siete victorias y cuatro empates. Simeone piensa en la reedición de la explosión que supuso el retorno de Costa la temporada pasada, cuando en sus dos primeros partidos revolucionó al equipo con sus goles, al Lleida, en la Copa, y al Getafe, en Liga.
Esa irrupción estelar se diluyó pronto entre una multitud de lesiones que le hicieron perderse ocho partidos. Costa terminó el curso con solo tres tantos en el campeonato liguero, dos en Copa y dos en la Liga Europa. Las expectativas levantadas por su ansiado retorno no se cumplieron. Tampoco este curso, tras otro comienzo espectacular, con dos goles en la final de la Supercopa, su impacto en el equipo fue definitivo. Hasta que decidió operarse el 5 de diciembre, contabilizaba un gol en el campeonato liguero y otro en la Liga de Campeones. En privado, Costa achacaba su escasa aportación a las dolencias en el pie y a la presión a la que fue sometido por el cuerpo técnico para que jugara. En medio de esa situación, también emergió la reclamación de su agente Jorge Mendes de un aumento salarial ante la millonaria subida de sueldo llevada a cabo por el club con Antoine Griezmann. Mendes puso en el mercado chino a su representado, con contrato hasta 2021 y una ficha anual de 8,5 millones, pero la lesión le sacó de cualquier tipo de operación. “Un jugador lesionado está fuera de mercado”, deslizaban en el club.
Un dilema
La contribución de Costa, de 30 años, en este tramo de la temporada se antoja definitivo para su futuro. El club es consciente de que una buena versión del jugador no solo repercute directamente en el equipo. También en una futura venta que permita amortizar los 55 millones desembolsados al Chelsea. Si el nivel mostrado es el del curso pasado y el del anterior a su lesión en este, la dirigencia deberá asumir su permanencia junto a la de Ávaro Morata, si el Chelsea no decide repescar a este el 30 de junio.
El regreso de Costa también se produce con Morata ya instalado en el once. Los antecedentes de la era Simeone recuerdan como parejas de delanteros puros más o menos habituales a Costa con Falcao y con Villa, aunque este último muy caído a la izquierda. Ninguno de estos dos acompañantes requerían de espacios para explotar sus mejores virtudes. Morata sí necesita campo para aprovechar su zancada. “Absolutamente, Costa puede ser compatible con Morata, pero a partir de un trabajo consolidado y de una estructura”. Sin embargo, la utilización del preparador argentino de parejas como Mandzukic-Torres o Costa-Torres fue residual.
Para que Morata y Costa jueguen juntos, Griezmann debería actuar como mediapunta o rememorar la versión de Arda en la que el turco gozaba de libertad partiendo de un costado. Sin ese trabajo de ensamblaje realizado que Simeone cree necesario, ahora mismo parece más probable que ambos jueguen juntos en momentos puntuales o en determinados partidos.