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El Ejército israelí y Hamás evitan chocar en el primer aniversario de las marchas en la frontera
Manifestantes palestinos, cerca de la frontera con Israel. En vídeo, Juan Carlos Sanz, corresponsal de EL PAÍS en Jerusalén, narra el primer aniversario de las protestas en la franja de Gaza. MAHMUD HAMS (afp) | epv
Decenas de miles de palestinos, 40.000 según el Ejército israelí, se han manifestado este sábado en cinco puntos de la frontera de Gaza con Israel en el primer aniversario de la Gran Marcha del Retorno, las protestas que se han reproducido todas las semanas para reivindicar el levantamiento del bloqueo a la Franja y el regreso de los refugiados a sus lugares de origen. Las multitudinarias concentraciones, en las eran mayoría las familias con hijos, se desarrollaron en general pacíficamente. Grupos de centenares de jóvenes se aproximaron para lanzar piedras a la valla israelí, donde fueron rechazados con gases lacrimógenos y algunos disparos de munición real. Dos manifestantes de 17 años murieron tras recibir un tiro y otro palestino de 21 años perdió la vida por el disparo de arma de fuego en la madrugada anterior durante una protesta nocturna en la línea fronteriza. El Ministerio de Sanidad en Gaza contabilizó más de dos centenares de heridos, de los que una veintena presentaban impacto de bala.
Un portavoz de las Fuerzas Armadas aseguró que grupos de alborotadores quemaron neumáticos y arrojaron granadas y objetos explosivos. La misma fuente castrense reconoció que la mayoría de los manifestantes palestinos estuvieron agrupados en torno a tiendas de campaña y entoldados alejados de valla de separación. Las concentraciones empezaron a disolverse a 16.30 (dos horas menos en la España peninsular. El Ejército informó de que unas 6.000 personas aún se mantuvieron en los lugares de las marchas hasta dos horas después.
A pesar del temor que había suscitado la conmemoración del primer aniversario del inicio de las marchas en la frontera de Gaza con Israel, en una jornada que se saldó con 20 manifestantes palestinos muertos a tiros, las protestas discurrieron con relativa calma. En el campamento de la marcha de Jabalya, al noreste de la Franja. El ambiente era festivo en las carpas donde se desarrollaron actuaciones musicales y discursos políticos, en un marco de puestos de comida y bebida ambulantes situado a más de tres kilómetros de la frontera. En la zona aledaña a la valla, un servicio de seguridad ataviado con chalecos naranjas y supervisado por agentes policiales de paisano del Gobierno de Hamás intentaba marcar el límite máximo al que podían acercarse los manifestantes.
Apoyado sobre una muleta, Fahed Awad, de 24 años, aseguraba en un descampado entre las carpas de Jabalya y la frontera israelí, no se ha perdido ninguna de las marchas de los últimos 12 meses. “Si los israelíes no me hubiesen destrozado la rodilla de un tiro en diciembre ahora estaría en la misma valla”, sostenía este peluquero en paro. Le operan la semana que viene en Gaza, y ya solo confía en poder recibir un tratamiento de rehabilitación en Egipto para no quedar incapacitado de por vida.
En Malaka, junto a la zona industrial situada al este la capital de la Franja de Gaza, se repetía la misma escena, a una escala aún más alejada de la frontera. Barricadas y montículos de tierra y arena protegían a los civiles congregados en el aniversario de la Gran Marcha del Retorno. Zyad Shawa, de 78 años, patriarca de un clan palestino de la capital gazatí, ocupaba un lugar preferente junto a otros tres familiares cerca de un entoldado. “Hemos venido toda la familia. Perdimos a dos sobrinos en las protestas”, recordaba sombrío “Solo queremos que se acabe de una vez el bloqueo y poder tener una vida normal”, precisó, “después de tanto sufrimiento, ya no tenemos miedo de nada”. En la lejanía de la frontera, decenas de ambulancias se movilizaban para evacuar a heridos de bala y a los intoxicados más graves tras haber inhalado gases lacrimógenos.
Cuando ya era patente el carácter pacífico y masivo de la protesta, el jefe político de Hamás en Gaza, Yahyha Sinwar, se dio un baño de multitudes en la campa de Malaka rodeado por una nube de guardaespaldas. En nombre de Hamás, el movimiento islamista en el poder en la Franja, el exministro de Sanidad Bassem Naim proclamó que los gazatíes habían demostrado al mundo que “no aceptarán morir en silencio”. “El ilegal e inhumano bloqueo impuesto por Israel debe ser levantado”, sentenció el responsable islamista a través de Twitter.
Desde el 30 de marzo de 2018 las marchas palestinas se han repetido cada semana ante la valla de separación de Gaza para pedir el regreso de los refugiados palestinos que tuvieron que huir o fueron expulsados cuando se creó el Estado de Israel, en 1948 y para exigir el fin del aislamiento impuesto por Israel y Egipto a Franja desde 2007, cuando Hamás tomó el poder tras desalojar por la fuerza al Gobierno nacionalista de Fatah, que controla la Autoridad Palestina. Desde entonces, 197 palestinos han muerto por disparos de francotiradores del Ejército (que ha sufrido dos bajas mortales), además de los 76 que han perdido la vida en otras acciones armadas de Israel.