Por suerte, en 2019 no habrá un biopic de David Bowie. Esa certeza, atada a la ausencia de un proyecto de tal naturaleza, es a esta altura alivio y respiro, a la luz de todas las Bohemian Rhapsody de este mundo. El peligro latente subyace en la cantidad de instancias que su vida, e incluso su protocolar acto final de 2016 con el lanzamiento del disco Blackstar en simultáneo a su deceso, pueden proporcionar al primer postor/director/productor.
En términos industriales, mientras tanto, la fama y el prestigio de Bowie nunca registraron la magnitud industrial de Freddie Mercury/Queen. Aunque desde el siempre relativo mundo de la prensa gráfica no lo veamos, a nivel ventas uno fue siempre el corista del otro, no en la proporción equitativa en la que se alternan cantando Under Pressure, el hit que compartieron en 1983 y que fue capitalizado por Queen, justamente en el año más exitoso de la carrera del Duque Blanco, con el álbum Let’s Dance. Casi una década más tarde (Wembley, 1992), Bowie despediría a Mercury sobre el escenario, para una multitud en el estadio y una audiencia global impactante, con el segundo Padre Nuestro de la historia del rock. El primero corresponde a la deliciosa herejía sonora de Siouxsie and the Banshees (The Lord’s Prayer, 1979).
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A falta de la tan temida dramatización, sí se sabe que los archivos de la BBC continuarán honrando la carrera del cantante. Bowie: The First Five Years, es el documental que se estrenará preventivamente en abril, en manos de Francis Whately, y se adosará a la serie del propio director, que ya nos dejó el muy interesante David Bowie: The Last Five Years (2017).
La atracción de la película de Whately radica en dos cartas. Una, manuscrita, fue enviada por el protagonista a su novia de 1968, Hermione Farthingale, en plena etapa de enamoramiento. Un año más tarde, el músico la adaptaría como canción en Letter to Hermione, a incluirse en lo que se considera su álbum debut oficial, Space Oddity (1969). El candor de la letra revela una faceta inédita en su obra, factor que se realza con un chisme también único: la tal Hermione lo hechizó con los modos de su sucesora ficcional de la saga Harry Potter y es considerada, en lo sentimental y laboral, la única persona que dejó a Bowie (y no al revés) en medio siglo de vida pública. La cuestión es que, ALERTASPOILER, la real Hermione estará dando su testimonio presencial, leyendo en cámara aquella famosa misiva. La otra carta en cuestión fue, en su momento, motivo de amargura para la estrella pop. “El cantante suena amateur y la banda no es recomendable”, dice el documento expedido en 1965 por la propia BBC acerca de David Bowie and The Lower Third.
Alguien que no rechazó a Bowie como influencia, en los inicios de su carrera, fue el joven Nick Cave al frente de su primera banda, The Boys Next Door. Cuatro décadas más tarde, un fan de 10 años, Ptolemy, le preguntó esta semana al consagrado Cave: “¿Cómo me afectará tener tu música en mi vida desde tan temprana edad?”. El australiano, en modo pastoral, le respondió con una carta virtual donde contestó: “Escuchar la música de los Bad Seeds a tu edad es como tener un conocimiento secreto. Cuando tenía tu edad, también tenía uno. Mi hermano mayor, Tim, solía escuchar música extraña y oscura, y él me transmitió esos conocimientos. Yo vivía en una ciudad rural y me parecía que nadie de mi edad escuchaba esa música. A mi manera de verlo, todos escuchaban un montón de mierda. Era como si acarrease un secreto dentro de mí, un conocimiento especial sobre el mundo que mis amigos no tenían, y lo llevé conmigo durante mi infancia, hasta que fui a una escuela en Melbourne, donde conocí a tres o cuatro personas que también tenían este poder secreto. Ellos se convirtieron en mis mejores amigos, formamos una banda e intentamos, a nuestro modo, tomar ese conocimiento y transmitirlo al mundo”.
JB