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El Girona, el peor equipo en lo que iba de año, da un sonoro azote a los de Solari, frena en seco su remontada y deja a los blancos a nueve puntos del Barça y por detrás del Atlético Los jugadores del Girona celebran la victoria en el Bernabéu. SUSANA VERA REUTERS
No es una letanía cualquiera: a menudo, en el fútbol no hay más lógica que la ilógica. Cómo explicar si no que el mejor equipo de 2019 se llevara un sonoro azote del peor conjunto en lo que va de año. Ocurrió en una asombrosa mañana en Chamartín, a la que el Real Madrid llegaba pletórico como nunca tras su paso por el Camp Nou, el Metropolitano y el Johan Cruyff. Tan a favor le soplaba el viento que Solari dio carrete a jugadores como Asensio, Marcelo, Ceballos y Odriozola. Los dos primeros hoy exigidos por la inopinada competencia a principio de curso de chicos como Vinicius y Reguilón. Ellos, los sublevados que han catalizado la remontada, fueron los elegidos para un descanso en un día de aparente fogueo rival. Solari había tenido ojo a la hora de explorar una vía que sacara del letargo al Madrid que arrancó sin mordida la temporada. Y la gente se lo tomó con tal naturalidad que en la soleada mañana capitalina el público respondió de forma mayoritaria. Parecía que el madridismo se había sacudido el tormento con el que cerró 2018. Y el chasco fue de órdago, monumental. Histórico para el Girona, especializado en sacudir a los grandes, como ya hiciera con el propio Madrid, el Atlético y el Barça.
Real Madrid: Courtois; Odriozola, Varane, Ramos, Marcelo; Casemiro, Kroos, Ceballos (Mariano, min.73); Lucas Vázquez (Vinicius, min.57), Benzema y Asensio (Bale, min.65).
Girona: Bono; Ramalho, Alcalá, Juanpe, Raúl García; Pere Pons (Aleix García, min.46), Douglas Luiz, Granell, Pedro Porro (Lozano, min.46); Portu (Valery Fernández, min.83) y Stuani.
Goles: 1-0, min.25: Casemiro. 1-1, min.64: Stuani, de penalti. 1-2, min.74: Portu.
Árbitro: Cuadra Fernández (C.Balear). Amonestó a Casemiro (min.87) por parte del Real Madrid y al 'Choco' Lozano (min.47) y a Alcalá (min.86) por parte del Girona. Expulsó a Ramos (min.63 y 89) por doble amarilla.
El conjunto de Eusebio llegó a Madrid afligido de lo lindo desde que le tocara afrontar un enero de aúpa, con dos pulsos con el Atlético, otros dos coperos con el Madrid y un peaje liguero con el Barça. Demasiado para el Girona. Nada que ver con el equipo recreativo de principios de temporada. En busca de otra receta, Eusebio articuló en el Bernabéu un 4-5-1, con idea de blindarse frente a las parejas exteriores de su adversario: Odriozola-Lucas y Marcelo-Asensio. El plan se vino abajo durante una hora, cuando Lucas y Asensio interpretaron que debían rastrear rutas interiores y dejar los pasillos para los laterales. Con el nuevo observatorio, el Madrid cambió los centros al área —donde apenas existe la diana de Benzema— por los pases dentro del área. Una exquisitez de Lucas, un autopase, permitió al gallego plantarse ante Bono, que respondió bien a la emergencia. El Madrid apretaba, aunque con un volumen más bien bajo, consecuencia de la falta de jugadores ilustrados a la hora de cambiar de ritmo, caso de Vinicius y el sancionado Modric.
Un córner fruto de una pifia de Alcalá derivó en el tanto descorchador de Casemiro. Bono despejó con un puño y Kroos tuvo otra ocasión de enroscar la pelota a la cabeza de Casemiro, que remató con aplomo. Benzema tuvo el 2-0 a un pulgar, pero no llegó al centro de Odriozola.
Pese a que no se había desplegado un Madrid para fardar, su gobernanza no hacía presagiar que las pasaría canutas tras el descanso. No logró aumentar el marcador y a la hora emergió el Girona. Lozano, relevo de Porro, lo mismo que Aleix García de Pere Pons, fue el despertador. En una misma jugada vislumbró por dos veces el empate. Lozano le ganó el salto a Odriozola —frágil en esa suerte del juego— y exigió lo mejor de Courtois. El rechace del meta belga le cayó a Aleix. Solo era gol, gol o gol, pero el hombre, solo frente a la red, disparó al segundo anfiteatro. O más arriba. Por increíble que parezca tras esa ocasión no se hundió el cuadro visitante, sino que llegó el inesperado desconcierto de los locales.
En su crecida, el Girona encontró dos calzadas por las que amenazar a su oponente. Explotó la debilidad defensiva de Odriozola y Marcelo e indagó por las espaldas de Casemiro. De repente, los avisos del Girona eran constantes, solo frustrados los de Eusebio por Courtois y los postes. Un cabezazo del poderoso Stuani rebotó en el palo derecho de la meta madridista y el tiro de Douglas lo despejó Sergio Ramos con las manos. Penalti y tarjeta para el capitán, ya entonces, antes de ver la segunda amarilla, suspendido para la visita al Levante. Stuani no falló el indiscutible penalti. La gente se frotaba los ojos, ya con Vinicius y Bale al quite. Pero el duelo giraba a pies de Portu, Stuani, Lozano, Granell... El primero reventó la escuadra izquierda de Courtois justo antes de que Lozano volviera a poner los focos sobre el portero belga, que acertó a despejar el cabezazo del hondureño, pero no llegó al de Portu, que se adelantó a Marcelo. El Girona traía de cabeza al Madrid, sobresaltado en cada jugada aérea.
El Madrid apeló a la heroica final sin éxito. Ramos pagó con una segunda amarilla una chilena con la que casi patea la cara de Stuani. Y Courtois tuvo el empate con un cabezazo terminal que se fue por un meñique. Lo que quizá se fue para siempre fue el sueño liguero del Madrid. Ahora habrá que medir el grado de espejismo de la que parecía una escalada en toda regla.