La atonía en dos de las principales economías de la zona euro, Alemania e Italia, hará que el conjunto pierda fuelle este año, a pesar de los buenos datos del primer trimestre. El conjunto de los países de la moneda única se vuelve a dejar este ejercicio una décima en las nuevas previsiones elaboradas por Bruselas respecto a las del trimestre anterior. La Comisión augura un crecimiento del 1,2% para este año y del 1,5% para el que viene. Un mal menor teniendo en cuenta el contexto que resume el director general de Asuntos Económicos y Financieros, Marco Buti: las guerras comerciales, la desaceleración china, el fantasma del Brexit a las bravas y la fragilidad del sector financiero en Europa. "La economía europea se mantiene bien frente a una economía mundial menos favorable y a las incertidumbres persistentes", ha querido subrayar el comisario europeo de Asuntos Financieros, Pierre Moscovici, durante la presentación de las previsiones.
Y pese a que todos esos obstáculos parecen hacer andar a la economía europea en una suerte de cuerda floja, España mantiene intactas sus expectativas de crecimiento: un 2,1% este año y un 1,9% el que viene. La desaceleración española se debe sobre todo a una bajada del consumo después de que se desvanezca la demanda acumulada y los hogares se dispongan a ahorrar en un contexto de “fuerte crecimiento de los ingresos disponibles”. Dos factores explican ese aumento de las rentas de los ciudadanos: la creación de empleo y la subida de los sueldos, en particular del salario mínimo interprofesional.
Bruselas mantiene esa doble dialéctica desde que el Gobierno de Pedro Sánchez anunció el incremento del 22,3% del salario mínimo. A nivel técnico, considera que, si bien permitirá aumentar el consumo y el ahorro de los hogares, también cree que implicará que la tasa de creación de empleo vaya desacelerándose. En el terreno político, el comisario Pierre Moscovici ha indicado que, tras una década de sacrificios, los ciudadanos piden una recompensa mediante las subidas salariales. En cualquier caso, la Comisión prevé que el paro siga bajando hasta el 12,2% en 2020.
Sin embargo, la Comisión es más escéptica en cuanto al ritmo en el que España está enderezando sus finanzas. El análisis se ha efectuado antes de que el Gobierno español remitiera el Programa de Estabilidad 2019-2022 y se ha hecho teniendo en cuenta que no hay presupuesto y en base a los decretos ley aprobados por el Ejecutivo de Pedro Sánchez. El Gobierno asegura que reducirá el déficit del 2,5% del PIB de 2018 al 2% este año y al 1,1% en 2020. Sin embargo, Bruselas lo limita al 2,3% para este ejercicio y al 2% el que viene. Y podría empeorar si tiene que imputar este año las compensaciones por los contratos de concesiones de autopistas.
Los datos sirven, no obstante, para que la Comisión Europea emita un informe para que el Consejo Europeo saque a España del procedimiento de déficit excesivo el próximo mes de junio. A partir de ahora, Bruselas se fijará sobre todo en cómo el sector público español va reduciendo su déficit estructural, es decir, el que no tiene en cuenta los factores derivados del ciclo económico. A España se le exige rebajarlo un 0,65% anual, aunque con cierto margen. Sin embargo, el documento prevé que este vaya deteriorándose en dos décimas este año y otras tres el que viene.
El déficit de Italia vuela al 3,5% en 2020
Pero la preocupación de la Comisión Europea sigue llamándose Italia. Las medidas expansivas del Gobierno de Giuseppe Conte este año apenas tendrán efecto y llevarán a la tercera economía de la zona euro a un raquítico avance del 0,1% este año y del 0,7% el que viene. Los efectos, no obstante, serán más perjudiciales en el empleo y las finanzas públicas. Italia será el único país de la Unión Europea que destruirá puestos de trabajo y su tasa de paro llegará al 11% en 2020. Además, el déficit público volará más allá del 3% el año que viene, en concreto, hasta el 3,5% del PIB, y su deuda seguirá creciendo hasta el 135,2% del PIB.
Esa previsión es un hachazo para el Ejecutivo de coalición del M5S y la Lega, pero también para la Comisión Europea, que cerró un acuerdo in extremis con Italia para evitar que acabara en el procedimiento de déficit excesivo. Ese pacto fue criticado por los halcones, en especial Holanda, que consideró que se había cerrado en falso porque Italia seguía sin cumplir con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento.
La situación italiana aleja el foco de España. Pero no solo Italia. También Francia cerrará este año con un desfase en sus cuentas del 3,1% del PIB por las medidas adoptadas para tratar de aplacar la crisis de los chalecos amarillos, aunque Bruselas prevé que el año que viene vuelva a la senda en la que se hallaba con un déficit del 2,2% del PIB. Y las alarmas saltan de nuevo con el desafiante Gobierno de Rumania que, tras rebasar la línea roja del 3% en 2018, se dirige ahora a una zona más peligrosa al acariciar el 5%.