En la capital de la música, el director de orquesta y pianista Daniel Barenboim tiene su propia academia. Inaugurada en 2015 en el corazón de Berlín, la escuela mantiene el espíritu y la misión de la West-Eastern Divan Orchestra fundada en 1999 por el maestro junto Edward Said: unir a jóvenes músicos árabes e israelíes, una especie de reconciliación a través del arte. En la Barenboim-Said Akademie se forman estudiantes, en su mayoría de Medio Oriente, donde además de clases de música, también se aprende Filosofía, Literatura e Historia y hay un espacio de diálogo y convivencia.
Una recorrida por la academia permite reconocer el talento y la excelencia hasta el mínimo detalle. Incluso arquitectónico. Está ubicada en el antiguo depósito de escenografía de la Staatsoper Unter den Linden, detrás del teatro de la Ópera de Berlín, cuenta con salas de ensayo, oficinas y una espectacular sala de conciertos con casi 700 butacas, diseñada por Frank Gehry y que lleva el nombre del gran músico y compositor Pierre Boulez.
Barenboim en los conciertos que dio en el CCK en 2018.
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Sentado en una de sus salas y en una Berlín muy fría, Barenboim recibe a los periodistas y habla con calidez. La noche anterior pudimos verlo en acción, fue en un concierto emotivo para celebrar el cumpleaños número 90 de Gehry que estaba presente en la sala Pierre Boulez y del que participaron también Michael Barenboim (su hijo violinista y profesor de la academia), Martha Argerich y otros músicos. El público lo ovacionó de pie. Ahora, ya sin el traje de ceremonias, el maestro está listo para la charla: saluda, sonríe y hasta se emociona cuando recuerda y comparte anécdotas. En julio volverá a la Argentina para presentar una nueva edición del Festival Barenboim, que en esta oportunidad realizará exclusivamente en el CCK. El objetivo es unir música y reflexión, el mismo espíritu que rige su vida. “Partiremos de la pregunta por qué la música es importante. Y no se sabe por qué, porque en realidad no podemos hablar de la música, sino del efecto que ella tiene sobre el ser humano”, explica el maestro.
- Usted suele decir que la música es una escuela para la vida
Ese sentido, yo soy una excepción. A los 11 años tocaba música con mucha pasión y contenido intelectual, y mi padre fue muy criticado por dejarme tocar eso. Yo vivía una vida doble cuando era niño: iba a la escuela como todos los de mi edad, jugaba al fútbol en la calle, y a veces tocaba en conciertos y vivía una vida de adulto. Cuando empecé a crecer y me fui haciendo adulto empecé a encontrar en lo que sentía ecos de lo que ya conocía en la música. Por eso creo que puedo contribuir en algo para explicar la importancia de la música, que es cierto, es una escuela para la vida.
El músico, en Berlín, en la charla que dio a los periodistas argentinos.
- Es la primera vez que sale del Colón para presentarse exclusivamente en el CCK. ¿Por qué tomó esa decisión?
En el Colón no encontré la flexibilidad necesaria para hacer este Festival y ningún interés en la parte de reflexión, además de algunas dificultades de fechas para los conciertos. En el CCK encontré otro clima de cooperación y de voluntad.
- ¿Este cambio de lugar también tiene que ver con atraer a otro tipo de público a sus conciertos?
No fue la idea inicial, los conciertos en el Colón también estaban abiertos a todo el mundo, pero un festival de esta importancia, y sobre todo con toda esta parte de reflexión, puede ser que atraiga a otro tipo de gente. No es un festival para otro público sino que acepta a otro público, que es diferente.
- ¿Hay alguna característica acústica de la sala que a usted le atraiga para este tipo de conciertos?
El Teatro Colón es un milagro acústico y lo será siempre, no hay absolutamente nada para criticar. Sigue siendo y será musicalmente lo más importante que hubo en Argentina desde 1908, sin ninguna duda. Pero cuando conocí la sala del CCK me pareció magnífica. En primer lugar es muy agradable visualmente y tiene una excelente acústica.
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- Martha Argerich también será parte del festival. ¿Cómo podría explicar la química que hay entre ustedes?
Ella es mujer y yo soy hombre (risas). Bromas aparte, pianísticamente ella toca mucho mejor que yo, no hay dudas, y puede hacer cosas en el piano que yo no puedo ni siquiera soñar. Pero tocamos de la misma manera. Martha y mi padre aprendieron con el mismo maestro, Scaramuzza. Físicamente la manera de tocar nuestra es muy similar y aparte de eso, este año cumplimos 70 años de amistad.
- ¿Cómo ve a la Argentina, en este año electoral?
Argentina siempre fue considerada como el país más europeo de América latina, el más importante de la región, intelectual y económicamente, por eso nunca entendí cómo es que jamás jugó el papel de liderazgo en Latinoamérica Y si hay algo que yo pueda hacer, muy pequeño, para hacer que eso cambie, me encantaría. Por eso es que me tomo todo el trabajo y el esfuerzo de hacer este simposio en donde vamos a tocar todos estos temas. Yo no soy político ni tengo ambiciones políticas, soy nada más que un músico. Si en algo puedo contribuir es sólo sobre eso. Mi esperanza es que este espacio de reflexión despierte la curiosidad de la gente que sí puede cambiar las cosas. Yo fundé un jardín de infantes musical en Berlín hace 14 años, en el 2005, tengo mucha experiencia en ese sentido, y fundé esta academia en donde se aprende no sólo música sino también filosofía.
Barenboim en el CCK: "La sala es muy agradable visualmente y tiene una excelente acústica".
Usted se fue del país cuando era muy chico, a los 9 años. ¿Le quedan algunas costumbres argentinas?
Sí, los chistes y la comida. Me gusta el sentido del humor que tenemos. Hace dos o tres años alguien me paró en la calle cuando caminaba por Buenos Aires: “Maestro lo felicito, es extraordinario, y es importante que usted venga aquí”, me dijo. Yo le pregunté por qué. “Usted puede decir y hacer cosas que ninguno de nosotros nos atrevemos”, me contestó. Gran cumplido.
- Este año se cumplen 30 años del concierto histórico por la caída del muro en el que usted dirigió a la Filarmónica de Berlín, ¿cómo lo recuerda?
Yo estaba grabando esa semana con la Filarmónica, habíamos hecho un concierto a fines de octubre y después me quedé para hacer la grabación. El muro cayó el 9 de noviembre y el 10 teníamos dos sesiones de grabación. Los delegados de la orquesta me preguntaron si yo estaba dispuesto a hacer un concierto con ellos el domingo, dos días después. Les contesté que sí, bajo dos condiciones: que se hiciera gratis y que sea solo para los ciudadanos de la ya ex Alemania Oriental. La fila se formó a las 4 de la mañana, el concierto era a las 11. Había un clima increíble, todos estaban muy contentos. Cuando termino y me voy a cambiar, veo a una señora de unos 60 años con un chico joven parados en una esquina. Me acerco y le pregunto si podía ayudarla con algo. Ella me entregó un ramo de flores y me dijo: “Sólo quería contarle que yo tuve a mi hijo hace 30 años, en 1959 y pocos meses después mi marido se fue al Oeste y se llevó al niño. Nunca más los volví a ver. Todas las noches encendía una vela esperando el día en el que pudiera volver a encontrar a mi hijo. Anoche sonó el timbre de mi casa, abrí la puerta y allí estaba este chico que me decía que era mi hijo. Y pensamos que la mejor forma de celebrar que estamos juntos era venir a escuchar el concierto”. Nunca tuve un cumplido que me haya emocionado tanto.
Estos últimos días se conocieron algunas acusaciones de maltrato de parte de músicos alemanes. ¿Qué piensa usted de eso?
Mire es muy simple: a mí el teatro me contrató en 1992 y la Staatskapelle me nombró director principal de por vida. A lo mejor se pensaban que no iba a durar tanto…. Ya son 28 años que llevo como director y todo el mundo sabe que estoy negociando ahora la renovación del contrato, y creo que hay fuerzas que no lo quieren. Porque si la razón es mi mal carácter, no creo haber cambiado tanto en los últimos meses o semanas…
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¿Tiene mal carácter?
Es que ya lo tenía hace más de 6 semanas, 6 meses, 6 años, etc…. La única pregunta que yo me puedo hacer es por qué ahora. Yo luché mucho por la posición del teatro y los sueldos de la orquesta que desde 1992 venían muy abajo, peleé y conseguí más fondos. En esa lucha no coseché solamente amigos. Yo creo que están hartos de mi lucha. Porque el mal carácter lo tengo desde hace tiempo, voy a cumplir 77 años esto no es cosa nueva.
¿Le preocupan las acusaciones?
No mucho. Pero la Justicia es justamente lo contrario de los medios sociales. En la Justicia uno es inocente hasta que se compruebe la culpabilidad. En los medios sociales es justamente lo contrario, te acusan y es muy difícil de comprobar la inocencia. Y creo que esta es una campaña.
Festival Barenboim en el CCK
Del 23 de julio al 7 de agosto, el director y pianista ofrecerá conciertos sinfónicos y recitales de piano acompañado por la West-Eastern Divan Orchestra, la pianista argentina Martha Argerich, la violinista alemana Anne-Sophie Mutter y el tenor mexicano Rolando Villazón. El festival creado por Daniel Barenboim, con el objetivo de unir música y reflexión, este año se realizará en la Sala Sinfónica del CCK. “El sentido es reflejar los grandes debates de nuestro tiempo en el marco de un programa musical maravilloso especialmente elegido por el maestro Barenboim para esta edición del Festival”, expresó el ministro Hernán Lombardi, titular del Servicio Federal de Medios Públicos. En esos 15 días habrá ensayos abiertos, conversaciones con intelectuales y artistas abiertas al público y un gran concierto al aire libre. Las entradas ya están a la venta online y desde el próximo miércoles también en el CCK. Los precios van de $ 400 a $ 2000.
LN