"Huele a tango y rock and roll lo que te cuento/cosas raras de este punto del planeta/nuestra historia es la pregunta más compleja", cantaba Alejandro del Prado en Tanguito de Almendra.
Y si es bien cierto eso del tango y el rock que Del Prado contaba en forma de canción en los '80, mucho más lo es la complejidad de la rara trayectoria que dibujó el artista desde aquellos días hasta los que corren, cuyo resultado se traduce en apenas tres álbumes -Dejo constancia (1982), Los locos de Buenos Aires (1984) y Yo vengo de otro siglo (2008)- y en videos perdidos que la digitalidad pone al alcance de quien quiera investigar un poco.
Horacio del Prado, hermano del cantautor y poeta, ensaya algunas explicaciones acerca del escaso registro de su extensa obra.
Es que, si no es a través de la búsqueda en su complejidad, cómo explicar el camino directo a esa especie de ostracismo en el que transcurrió buena parte de las últimas tres décadas aquel muchacho de pelo largo y voz melódica y cristalina, que a través de sus versos y canciones había comenzado a pintar de manera exquisita la Buenos Aires querida de generaciones que ya no sintonizaban con farolitos y arrabales.
Guitarra y bombo (murguero). Alejandro del Prado inventó la instrumentación, que fue su sello de fábrica.
Newsletters Clarín En primera fila del rock | Te acercamos historias de artistas y canciones que tenés que conocer.
Todos los jueves.
Pues bien, de eso va Alejandro Del Prado. El eslabón perdido, el documental de Mariano del Mazo y Marcelo Schapces que se proyecta todos los martes de mayo, a las 20, en Circe Fábrica de Arte, que indaga en la historia y en la vida de Del Prado: de ofrecer elementos que permitan conocer, o al menos deducir, algunas de esas razones.
Para eso, sus realizadores recurrieron a la primera persona del cantautor y poeta, hijo del legendario Calé, que con sus ilustraciones retrató la Buenos Aires en camiseta de los años ‘40 y ‘50 en páginas y páginas de la revista Rico Tipo, y que inoculó en la sangre de sus hijos el ADN del tango.
Precisamente el hermano de Alejandro, Horacio, periodista y escritor, es otra de las voces esenciales del documental, junto con la de Malena, hija de Alejandro y Susana, su compañera en la vida y en la música hasta su muerte, en 2007. Además de las del cantautor Jorge Boccanera, el bajista Dhani Ferrón, el Almendra Rodolfo García y el editor discográfico Diego Zapico.
Entre todos, bajo la guía del tándem Del Mazo-Schapces y a lo largo de casi 80 minutos, reconstruyen y construyen al Alejandro del Prado de ayer, con el apoyo de relatos, fotos y videos; y al de hoy, que por un rato deja en stand by sus 64 años para jugar a esconderse detrás de algún árbol o pegarle a la número 5 en la placita de Villa Real.
Y que los retoma para leer a Raúl González Tuñón en un cordón de la calle Ramón Lista, o refrescar su memoria guitarra en mano y bombo (murguero) a la vista en la intimidad de su hogar.
La hija de Alejandro, Malena, aporta su mirada de la obra y del derrotero artístico y personal de su padre.
Hay más nombres, en El eslabón perdido, que tuvieron y tienen que ver con el recorrido de Del Prado, de algún modo destinado a unir tango, murga y rock con su propio sello. Alfredo Zitarrosa, Humberto Constantini, el Flaco, Silvio Rodríguez, Edmundo Rivero.
Y hay pistas que, reveladas a partir del recorrido que proponen los realizadores, permiten entender el rumbo que el autor de varias piezas inevitables de la música popular argentina como Fotos de una ciudad, Aquella murguita de Villa Real, Si te contaran, Los locos de Buenos Aires y sigue la lista, definió para su vida y para su carrera.
Lo demás corre por cuenta y cargo de las ganas de conocer, más y mejor, a uno de los buenos de verdad.
Dhani Ferrón y Rodolfo García sumaron su aporte a las canciones de Del Prado; fueron casi tres años de trabajo conjunto del que, como en otros caso, no quedó un registro grabado.
"Alejandro del Prado. El eslabón perdido" se proyecta los martes de mayo, a las 20, en Circe, Av. Córdoba 4335.