Una fiera anda suelta en Augusta. Mirada asesina. Muy hambrienta. No tendrá piedad. Tiger Woods está a un golpe de los líderes en el Masters. Busca su 15º grande, su quinta chaqueta verde. Y esta vez irá a por todas, como si fuera su última oportunidad.
La fantástica persecución de Tiger coronó una jornada de golf con mayúsculas en el Augusta National. Un quinteto formado por Francesco Molinari, Jason Day, Brooks Koepka, Adam Scott y Louis Oosthuizen manda en la tabla con -7, un golpe de ventaja sobre Dustin Johnson, Justin Harding, Xander Schauffele y Tiger Woods, y dos sobre Ian Poulter y Jon Rahm. La batalla se avecina gigantesca este fin de semana. Hay muchos y muy buenos contendientes, hasta 11 agrupados en solo dos impactos, y la figura de Tiger multiplica los focos. El nivel es tan alto que los 72,43 golpes de media que se registran son la segunda cifra más baja de la historia (tras los 71,88 de 1992).
1. F. Molinari (Ita), J. Day (Aus), B. Koepka (EEUU), A. Scott (Aus) y. L. Oousthuizen (Sud), -7.
6. D. Johnson (EEUU), J. Harding (Sud), X. Schauffele (EEUU) y T. Woods (EEUU), -6.
10. I. Poulter (Ing) y J. Rahm, -5.
12. P. Kizzire (EEUU), M. Kuchar (EEUU), P. Mickelson (EEUU) y C. Howell III (EEUU), -4.
29. R. Cabrera Bello, -1.
36. R. McIlroy (Irl.N.), par.
Fuera del corte: Sergio García, +4. J.M. Olazabal, +13.
Woods estuvo grandioso. No hubo un hoyo de tregua. Cada batalla en el green parecía una final para el estadounidense. Fue una montaña rusa en la que igual embocaba los puros más complicados que fallaba el empujoncito más fácil. Todo es a lo grande con Tiger, el acierto y el fallo, admirable en cualquier caso su persistencia por estar siempre en la trinchera. El Tigre volvió a rugir en su jardín del Masters, y llega al sábado con los dientes afilados. Hasta protagonizó la anécdota del día cuando un aficionado resbaló y golpeó ligeramente el pie derecho de Tiger cuando este estaba fuera de la calle. Woods dio un salto asustado y siguió con su misión. Abrochó algunos putts marca de la casa (seis birdies en la ronda) que volvieron a hacer escuchar ese rugido que antaño provocaba en Augusta. Y erró otros que parecían dados. En el hoyo ocho, en el 12... y esa bola que se quedó a un centímetro de caer en el 18. Hubiera situado a Tiger colíder. Augusta hubiera enloquecido. En cualquier caso reconoció al campeón puesta en pie. Cuando Woods se retiró para entregar la tarjeta, un pasillo de aficionados le arropó con la ovación de las leyendas. No es solo es el golf que jugó, es que a los 43 años ha vuelto a lo más alto y lucha por ganar su primer grande 11 cursos después del último. Histórico. El Tigre, un robot en sus años de gran tirano del golf, sonreía esta vez de oreja a oreja, disfrutando cada paso. Era la recompensa al sufrimiento de los últimos años.
La lluvia comenzó a jugar también en Augusta y la amenaza de una tormenta eléctrica llevó a suspender el juego durante 29 minutos (de 17.05 a 17.34 hora local). Pero la tormenta era Tiger. Y en medio de esa descarga, Rahm sobrevivió con unos nervios de acero. El vasco volvió a comenzar lanzado: birdie en el dos y birdie en el tres para escalar posiciones. Lo de Rahm es pura piel. Así lleva cinco rondas seguidas bajando del par en Augusta y es en esta edición el jugador con más hoyos seguidos sin cometer un bogey, 28. El de Barrika salvó un buen puñado de situaciones comprometidas, con certeros golpes desde la calle que reposaban cerca de la bandera y con una colección de putts de ese temple que se necesita en los momentos de peligro (falló el del nueve y el del 13 para birdies). Le faltó otra vez exprimir más los pares cinco: un birdie y tres pares. Y perdió varias calles en el segundo tramo, pero se aferró arriba con su mejor actitud. Mientras unos subían y otros bajaban, Rahm se mantenía constante. Un seguro en Augusta. Hacerlo al lado del terremoto que suponía jugar con Woods dobla el mérito. Resopló Rahm al final de la jornada, después de otro par de los muchos que rescató en la ronda, y recibió la felicitación de Tiger, lo que ya es un premio en sí. Se le notaba en los ojos a Rahm.
"Me ha sabido a gloria", admitó el vasco. "Haber hecho bajo par hoy, sobre todo con los nueve segundos. He empezado muy bien. Del 1 al 7 he jugado muy buen golf, y en el 8 he perdido el equilibrio o la concentración, no estoy seguro. Ha sido un día de salvar pares, estoy muy orgulloso, han sido muchas recuperaciones, demasiadas. Espero que lo mejor esté por llegar, estamos tantos que quién sabe. Hay tanta gente jugando bien...".
El Masters se puso bravo y en esa escabechina cayeron algunos de los triunfadores de la primera ronda. Así es Augusta. Te sonríe o te apuñala. La secuencia inicial de Koepka fue de lo más irregular: birdie, doble bogey, birdie, bogey, par y bogey para empezar. Un borrón después de ser el único que no había subido del par en ningún hoyo en la ronda inaugural. El estadounidense es un caso extraño. A los 28 años suma más grandes, con tres victorias en los seis últimos que ha jugado (dos US Open y un PGA), que triunfos en otros torneos del circuito americano (dos). Es llegar un premio gordo y venirle la inspiración. Esa que necesitó para cazar dos birdies y seguir arriba con -7. Entre sus compañeros de liderato está Molinari. El campeón del Open Británico, el héroe europeo de la pasada Ryder, es una hormiguita trabajadora que sin hacer ruido es tan candidato a la chaqueta como el que más. Mención también para Schauffele, que escribió -7 en el día en su tarjeta.
Peor suerte tuvo el científico DeChambeau, que sumó tres golpes a su resultado del jueves. Si hay alguien peculiar, ese es el estadounidense de 25 años. Aunque no ha conseguido ni una clasificación entre los 10 mejores en un grande, DeChambeau no pasa desapercibido por su gusto por aplicar la física y la matemática en cada golpe. Claro que dos más dos no son siempre cuatro en Augusta. En los greens no encontró la fórmula y se descolgó.
El caso de Sergio García es de diván. Son ya seis grandes consecutivos sin pasar el corte: el PGA de 2017, los cuatro del año pasado y este Masters en el que ni siquiera soltando la presión de no ser el campeón defensor ha logrado resucitar. Con uno arriba el jueves y tres sobre el par este viernes, El Niño engordó la que ya era su peor racha en los majors, precisamente un escenario que durante su carrera ha reflejado su regularidad en la élite. Ahora no encuentra soluciones en la misma bolsa de palos que hace solo dos años le permitió vestirse con la chaqueta verde. Y volvió a marcharse con malos humos.
La despedida de García a mitad de función no era la esperada. Sí la de José María Olazabal. “Ya veremos, habrá que pensárselo”,afirmó el vasco al decir adiós con 13 sobre el par en el total, último empatado con Ángel Cabrera. Augusta no tiene piedad ni con el vascorro por mucho que ambos cumplieran 25 años de su primera vez. “Esto es el golf moderno, hay que pegarle”, asume Olazabal. Como sucede con el campeón de dos grandes, de 53 años, el Masters es terreno crudo para los de su generación. Pocos veteranos escapan de sus garras, son presa fácil. Si acaso Bernhard Langer, que a los 61 años no solo sobrevivió sino que sacó pecho bajando del par (-1). El alemán es considerado por sus colegas como uno de los golfistas más lentos. Mira y remira cada golpe. Y no le va mal la triquiñuela. Manda con mano de hierro en el circuito sénior y no desentona cuando va de excursión con los jóvenes. Con el mismo registro que Langer finalizó Rafa Cabrera Bello, tras un -2 en la ronda. El canario es un fajador. Nunca bajó los brazos y jugará (precisamente con Langer) en Augusta en un fin de semana que promete las emociones más fuertes.
Clasificación completa del Masters de Augusta.
Horarios de salida del sábado (seis horas más en España) y parejas. Sábado. Tv: Movistar Golf, de 20.00 a 1.00.
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