“A saidera” (la última, la de salida) es el modo en que los brasileños piden la última cerveza, que rara vez es la última, y es así como los bares de las veredas de San Pablo y Río de Janeiro rebozan de saideras. A Saidera Orquesta es una agrupación argentina de nombre e inspiración brasileños: el modelo son las bandas de instrumentos de viento consagradas al samba, el choro, el frevo y otros ritmos de Brasil. Es una especie de big band y, como tal, lógicamente, tiene un pie en el jazz.
Newsletters Clarín En primera fila del rock | Te acercamos historias de artistas y canciones que tenés que conocer.
Todos los jueves.
A Saidera surgió como una iniciativa del clarinetista y saxofonista Emiliano Alvarez, uno de los principales arregladores junto con el director Javier Mareco, y tiene una base de diecisiete instrumentistas, más solistas invitados. Si el primer álbum de la banda, Sotaque (2012), estuvo íntegramente dedicado a la música del Brasil, el reciente Sur recorre con el mismo modelo instrumental un repertorio más amplio, formado por música brasileña, argentina, peruana uruguaya y venezolana.
Entre los nuevos invitados destaca especialmente André Mehmari, uno de los pianistas más sorprendentes y virtuosos que se hayan oído en el Brasil desde Egberto Gismonti. Basta escuchar el solo de dos minutos en la primera pieza de este álbum, Cerébro magnético (Hermeto Pascoal). La cantante argentina Graciela Waciarz también se luce en una chispeante interpretación de Papá Blanco, un bellísimo festejo peruano del argentino Willy González, que la acompaña en bajo eléctrico. Ligia Piro aporta otro buen momento vocal con Modinha, la canción de Tom Jobim sobre un poema de Vinicius de Moraes.
Hay un segundo elemento que A Saidera toma de la música del Brasil: cierto humor. Los arreglos no busquen remedar la pastosidad de algunas orquestas norteamericanas, sino cierta alternancia solista y cierto repentismo de la época de Noel Rosa, Cartola y Pixinguinha. Los arreglos tienen algo leve y rehúyen toda solemnidad. Podría pensarse que interpretar Grito santiagueño, la extraordinaria zamba de Raúl Carnota, de manera exclusivamente instrumental, con saxos, clarinetes y trompetas, es una empresa condenada al fracaso de antemano, pero A Saidera Orquesta sale airosa.
Hay otras piezas entre el candombe y la milonga, como Operación repique de Juan “Pollo” Raffo, con el autor en piano eléctrico; El discreto encanto de ser porteño de Lito Vitale, con el autor al piano; Niza de Mariano Delgado, con el autor como excepcional guitarrista, y Montevideo de Hugo Fattoruso (también en teclado).
El álbum se completa con un huayno escrito y cantado por Carlos Aguirre, un vals venezolano con el solista Lucho González en cuatro, y una lograda versión de Darío Jalfin de La moto, la gran canción de Leo Maslíah.