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El servicio competidor del taxi optó por sacar los títulos a 45 dólares y termina la jornada con una bajada de casi el 7,6%
Uber ha llegado este viernes a Wall Street en medio de una jornada turbulenta y ha brillado poco. La compañía de coches con conductor, rival de los taxis, aterrizaba en el parqué de Nueva York con una valoración de 82.400 millones de dólares (73.388 millones de euros), tras fijar sus acciones en 45 dólares, la cifra más baja de la horquilla prevista. Aun así, no consiguió que subieran. En los primeros minutos se derrumbó el 7%. En algunos momento remontó hasta cerca del precio del estreno. Pero al final, terminó la sesión perdiendo el 7,56% y en 41,6 dólares. La compañía ha revolucionado el mundo de la movilidad, pero muchos todavía dudan de que sea capaz de hacer rentable su modelo y atajar sus problemas legales y laborales.
La Bolsa de Nueva York en el estreno de Uber ANDREW KELLY REUTERS
Pese al estreno frío de sus acciones, y que no ha conseguido una valoración de más de 100.000 millones como pretendía, la de Uber es la mayor colocación en Bolsa desde el estreno del portal de comercio electrónico chino Alibaba en 2014. También es la salida más potente para una tecnológica estadounidense desde la llegada de Facebook en 2012. Con la venta del paquete de acciones, la empresa ingresó 8.100 millones de dólares (7.214 millones de euros).
Uber llega al parqué en un momento diferente al que vivían otros gigantes tecnológicos en sus estrenos: tiene un modelo de negocio cada vez más caro y un crecimiento continuo, pero más lento. Mantiene pulsos regulatorios en muchos países y conflictos por su modelo laboral. Ganar dinero será su principal reto. La compañía crece rápido. Pero sigue sin ser rentable.
En 2018 ingresó 11.270 millones (10.057 millones de euros), un 42% más que en 2017. Pero gasta mucho para atraer clientes y conductores y seguir conquistando mercados nuevos: perdió 1.800 millones de dólares (1.606 millones de euros). El primer trimestre de 2019 tuvo cerca de 1.100 millones en números rojos.
Frentes legales y laborales
Garrett Camp y Travis Kalanick son los padres de Uber. Fundaron la plataforma de reserva de coches organizados con una aplicación móvil dos años después de la introducción del iPhone. El servicio se llamaba inicialmente UberCab y se dirigía a clientes con alto poder adquisitivo. La expansión fue muy rápida. En la actualidad Uber opera en 700 ciudades de 63 países. Intermedia en 15 millones de viajes diarios. Pero su irrupción ha creado tensión con las compañías tradicionales de taxi (que tienen que compartir el negocio de los transportes urbanos) y las autoridades locales, y ha generado en algunos países protestas por las condiciones de trabajo de los conductores.
La compañía también fue objeto de una serie de escándalos éticos (en especial, por el trato a su plantilla y las acusaciones de sexismo) que obligaron a Kalanick a dimitir como consejero delegado hace dos años. El gestor del New York Stock Exchange no permitió que el fundador participara este viernes en la ceremonia de toque de campana que marca el inicio de la sesión bursátil, aunque finalmente sí le dejó acudir a la sede del parqué, acompañado por su padre.
Uber está ahora dirigida por Dara Khosrowshahi. La prioridad inmediata del ejecutivo fue mejorar la imagen de la compañía. Al mismo tiempo, se desprendió de las partes del negocio que eran menos rentables y salió de los mercados donde no podía competir con los actores locales. En paralelo, en esa carrera por lograr los beneficios, expandió la plataforma a otros servicios de movilidad, como los patinetes eléctricos compartidos, la entrega de comida a domicilio y el coche autónomo.
Pese a estas iniciativas, Uber se desacelera por la presión competitiva dentro y fuera de EE UU. En el primer trimestre elevó un 20% en los ingresos, frente a un 70% hace un año. Lo hicieron un 42% en 2018 tras más que duplicarlos en el ejercicio precedente. Los consumidores que lo usan de manera activa subieron un 33% en el año, a 93 millones a final del trimestre. Hace un año, crecían al 50% anual.
Muchos riesgos y mucho negocio
La oferta para el estreno en Bolsa de Uber llega seis semanas después a la de Lyft, su rival más directo, sobre todo en Estados Unidos (ofrecen el mismo servicio), y que se deja ya un 25% de su valor con respecto al precio al que debutó en Wall Street. Los inversores tratan de entender si las dos compañías de movilidad serán capaces de sacar sus cuentas de los números rojos.
Hace unos meses, Uber se valoraba en 120.000 millones. Pero el comportamiento de Lyft obligó a los bancos que lideran la colocación a ser conservadores. La demanda superaba solo cinco veces la oferta. La primera horquilla de referencia, de 44 a 50 dólares, le daba un valor máximo de 91.500 millones. Incluso en la parte baja del rango, es el tercer mayor estreno en Wall Street, por detrás de los 167.000 millones de dólares de Alibaba y los 104.000 millones de Facebook.
El folleto que entregó la empresa al regulador bursátil tenía un largo apartado dedicado a los riesgos: 35.000 palabras. Tiene muchos frentes. Por ejemplo, los conductores. Los identifica como contratistas autónomos, no como empleados. Eso le exime de pagarles un sueldo mínimo y cobertura sanitaria. Si eso cambia por una decisión judicial o impuesta por las autoridades locales, el coste será alto.
Además, la capacidad que tuvo Uber para esquivar la regulación (iba más deprisa que las administraciones creando leyes) fue clave para su expansión. Pero eso le generó un problema de imagen que sigue arrastrando. En cuanto a los proyectos en marcha para expandirse y diversificarse, considera que el despliegue de los robo-taxi (coches autónomos) serán clave para su rentabilidad futura. Pero la competencia crece con Waymo de Google y Tesla.