Un apretón de manos como gesto hacia Trump. El presidente ruso, Vladímir Putin, y el líder norcoreano Kim Jong-un se han reunido en Vladivostok este jueves en su primera cumbre bilateral. La histórica cita, en la ciudad portuaria del pacífico, se produce dos meses después del fallido encuentro en Vietnam de Kim con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Es el primer viaje al extranjero del norcoreano desde aquel desastroso episodio y con él muestra al presidente estadounidense que en el tablero de negociación del desarme nuclear hay más actores. Putin, que con la visita de Kim busca reforzar su perfil como potencia global, le ofreció la ayuda de Rusia para desbloquear las conversaciones sobre su programa nuclear.
Kim llegó a la Universidad del Lejano Oriente, donde se celebra la cumbre, a bordo de su limusina negra blindada, que arribó hace unos días a Vladivostok en avión. Sonriente, saludó al presidente ruso, que había aterrizado en helicóptero esta mañana y ya le estaba esperando. Ambos líderes, que han iniciado una reunión primero solo con los traductores a la que se unirán después sus delegaciones, se estrecharon las manos calurosamente sobre la alfombra roja. Putin dio la enhorabuena a Kim por haber sido “reelegido" presidente de la Comisión de Asuntos Estatales por la Asamblea Nacional Suprema del Pueblo. Kim devolvió la felicitación al presidente ruso por ganar las elecciones el año pasado.
Y así, entre elogios, empezó una cumbre con la que ambos mandan un mensaje al mundo. Kim, que no está tan solo. Putin, que es también es uno de los jugadores diplomáticos en los asuntos clave para la seguridad global. "Creo que esta reunión será productiva ya que la situación en la península de Corea es de gran interés para el mundo entero", dijo Kim a Putin, antes de destacar las “relaciones tradicionalmente amistosas" y con "raíces profundas” entre ambos países. "Podemos intercambiar puntos de vista y revisar exhaustivamente la situación de la península y resolver este problema juntos”, añadió el líder norcoreano. “Así será”, le respondo el líder ruso.
El presidente Putin ha felicitado al líder norcoreano por sus “esfuerzos” de diálogo con Corea del Sur y para “normalizar” las relaciones con Estados Unidos. La visita del norcoreano, ha dicho, “ayudará a comprender mejor las formas de resolver la situación en la península de Corea, qué podemos hacer juntos, qué puede hacer Rusia para apoyar esos procesos positivos que se están desarrollando”.
Rusia ha deslizado que la mejor manera de descongelar las conversaciones sobre el programa nuclear de Corea del Norte —que abandonó el Tratado de No Proliferación en 2009— es una vuelta a las conversaciones multilaterales. La llamada negociación seis bandas en la que además de China, Japón, Estados Unidos y Corea del Sur estaba, por supuesto, Rusia. Un mecanismo que se derrumbó después de que EEUU denunciase que Pyongyang estaba rebajando el inventario de sus armas y esta se quejase de la lentitud de las negociaciones. “No hay otros mecanismos internacionales efectivos”, dijo el portavoz del Kremlin el miércoles. Un formato que desagrada enormemente a Trump, que lo suele poner de ejemplo de anteriores fracasos de negociación con Pyongyang y que siempre ha insistido en que sus propuestas son las que más posibilidades tienen de lograr el desarme de Corea del Norte.
ampliar foto Kim y Putin en Vladivostok, en su primera cumbre bilateral. M.Svetlov Getty Images
"Tras los nulos avances del programa de desnuclearización en Hanói, cuando Kim se reunió con Trump, Corea del Norte está considerando sondear a Rusia, pera ver si puede presionar", apunta Wang Dong, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Pekín.
Kim acude a su antiguo aliado de la guerra fría en un momento pésimo para su economía, al igual que lo hizo su padre, Kim Jong-il en 2011, cuando se reunió con Dmitri Medvedev —entonces presidente de Rusia— para pedirle ayuda para paliar la escasez de alimentos que tenía el país y que se había visto agravada por unas enormes inundaciones. Esa había sido la última visita de un líder norcoreano a suelo ruso. Ayer, como lo hizo su antecesor entonces, Kim llegó en tren a Vladivostok en un viaje de más de diez horas, del que también habló con Putin en la Universidad del Lejano Oriente que, pese a la cumbre, no había suspendido las clases; excepto en el edificio donde se celebran las reuniones.
Corea del Norte vuelve a tener escasez de alimentos, como ha reconocido a la ONU, así que la ayuda rusa puede ser crucial. Aunque Moscú, preocupado por la estabilidad en la península de Corea, está conforme en respetar mayoritariamente las sanciones hasta que Pyongyang desmantele su programa nuclear —al menos parte— ya ha proporcionado al régimen de Kim unos 23 millones de euros en ayuda humanitaria en los últimos años, según el Kremlin. Y este jueves, Putin recalcó que la intención es “desarrollar la relación comercial y humanitaria” con Corea del Norte.
Mientras que China tiene el 93% del comercio exterior de Corea del Norte, Moscú y Pyongyang no tienen grandes vínculos comerciales, pero Moscú busca concesiones mineras en territorio norcoreano. Además, ambos países han apostado por un controvertido sistema de trueque para tratar de sortear las sanciones a las que está sometida Pyongyang. El año pasado, la Administración Trump acusó a Rusia de ayudar a Corea del Norte a evitar las sanciones de la ONU a través de transferencias en altamar de cargamentos objeto de sanciones. Moscú negó todas las acusaciones.
Además, Rusia saldría beneficiada si se levantan las sanciones porque eso le permitiría invertir en infraestructuras en Corea del Norte, con la que comparte una frontera de 17 kilómetros. Mejoraría así los cruces fronterizos y también las vías ferroviarias, que le pueden ser muy útiles para afrontar un largo tramo de gas natural transcoreano y también para transportar productos de Corea del Sur a China y Europa.
Para Kim está también sobre la mesa un asunto sustancial: los alrededor de 10.000 trabajadores norcoreanos que trabajan en Rusia y que deberían salir del país a final de año debido a las sanciones. Esta mano de obra en el exterior es una de las principales fuentes de ingresos para Corea del Norte, que recibe unos 500 millones de euros al año en divisas —el 1,5% de su economía—. Así que Moscú y Pyongyang buscan ahora el formato para que puedan quedarse.
Con información de Xavier Fontdegloria desde Pekín