-¿Es cierto que al principio de tu carrera te tapabas la cola y el pecho porque querías ser una actriz “seria”?
-Sí. Siempre tuve mi cuerpo, mis formas... Cuando recién empecé a trabajar como actriz, me llamaban para hacer de “chica sexy”... Y a mí me parecía un horror. Yo estudiaba con Agustín Alezzo, con Carlos Gandolfo... Si hice algún desnudo, como en el caso de La señorita de Tacna, la obra de Mario Vargas Llosa, tenía que estar justificado, tenía que ser algo artístico... Me costó mucho que me tomaran en serio. Para la tira Amándote, en los '90, querían que me pusiera un shorcito. Y yo dije que no, y me fui corriendo a tomarme el 60. Sí, en aquella época andaba en colectivo... Al final los pude convencer... Era una televisión mucho más machista que la de ahora. Por suerte, las cosas fueron cambiando.
Patricia Echegoyen.
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Hay una creencia que dice que el verdadero trabajo del actor es, justamente, buscar trabajo. Versátil, con capacidad como para adaptarse a distintos géneros, Patricia Echegoyen se luce como actriz “desde 1981”. Y, como si estuviera en condiciones de formar parte del libro Guinness de los récords, en todos estos años no ha parado casi nunca. Ya sea en televisión, cine o teatro, si hay algo que no le falta son ofertas laborales. Elenco que se arma, elenco que la incorpora. ¿Cuál es su secreto para que la convoquen tanto?
“Yo hice de todo”, describe la ex novia de Carlín Calvo, pura simpatía. Y puntualiza: “Tío Vania, de Chéjov; Bodas de sangre, de García Lorca; La señorita de Tacna, con Norma Aleandro en Nueva York, poco después de que Norma había ganado el Oscar con La historia oficial... Con el tiempo me fui aggiornando... Al principio tenía eso de la chica linda. Y después, bueno... ¡Ya no soy una niña! Me fui volcando a la comedia y eso me abrió el panorama. Yo soy una actriz que saca agua de las piedras, con el papel que sea. Soy una laburante”.
Si no trabajo, aclara Pata, fue por decisión propia. “Hubo un momento de mi vida en el que dije 'bueno, ahora quiero empollar'. Y dejé de trabajar para quedar embarazada. Así, tranquila, haciendo tratamientos, estuve un año y medio. Después, ya con la panza, hice algunos trabajos. Y después de que nació mi hija Lucía, volví al ruedo enseguida”.
En la obra "El último de los amantes ardientes", Patricia trabajó con Eduardo Blanco, Emilia Mazer y Laura Oliva.
-¿Podrías dejar de trabajar?
-No, ni se me cruza por la cabeza. Me encanta lo que hago. Y me imagino trabajando de viejita... Es más: más adelante, me gustaría dirigir.
-¿Cuál es el actor o la actriz que está sin trabajo y, según tu criterio, debería ser convocado?
-Miguel Ángel Solá es un gran actor, un referente de mi generación, y hace poco contó que se quiere volver a España porque en la Argentina no pudo cumplir con sus expectativas de trabajo. Una lástima... También me gustaría volver a ver en la televisión a Ricardo (por Darín). Sí, es cierto, de un tiempo a esta parte él se ha dedicado mucho al cine y al teatro... Es un actor al que siempre da placer ver.
-¿Hay algún actor o actriz que trabaje más que vos?
-Y... debe haber. Lamentablemente, en los últimos años ha habido cierta crisis en nuestra profesión. Cuando yo empecé a trabajar, a principios de los '80, había muchísimas tiras, unitarios... Y uno hasta podía elegir lo que quería hacer... Ojalá que, ahora, los nuevos formatos, como las series por streaming, generen mucho más trabajo.
Pata, en "Por amor a vos".
En el 2009, Echegoyen ganó el Martín Fierro como “actriz de reparto en comedia” por sus papeles en Enséñame a vivir y Por amor a vos. De todos los que hizo en su carrera, el personaje que más disfrutó interpretar fue el de “Ángela” en Por amor a vos. “Me gustó mucho”, comenta. “Lo hice después de haber sido madre y eso me ubicó en otro lado: no me importaba nada. Suar (por Adrián, cabeza de Polka) me decía que mi apellido, Echegoyen, le daba 'concheto', 'muy fino'. Y para ese papel necesitaba una mujer 'de barrio'. Entonces me puse aros de plástico, remeras apretadas, jeans de tres talles menos... No me importaba el rollo que tenía en la panza. Y el personaje causó un gran furor”.
-¿Hay algún papel que no volverías a hacer?
-No, volvería a hacer todo lo que hice. Siempre les pongo el alma a mis personajes.
Con su pareja y su hija, en una foto de archivo.
De 57 años, Patricia nació y se crió en Miramar, siempre cerca de la playa. Sus padres eran dueños del hotel "San Ignacio". Y la pequeña Pata tenía una costumbre: cada año, cuando el hotel se deshabitaba, ella elegía una habitación diferente para instalarse.
A los 13, la actriz se mudó junto a su familia a Mar del Plata, donde cursó el colegio secundario y empezó a estudiar teatro. Su pasión por las tablas, sospecha, “viene del lado de mi tío abuelo: se llamaba Carlos Perelli, un galancete que estaba casado con otra actriz muy famosa, Milagros de la Vega... Yo siempre quise ser actriz. Mis padres preferían que siguiera una carrera universitaria. Entonces hubo un conflicto. Y me escapé de mi casa para ser actriz. A los 20 años me vine a vivir a Buenos Aires. Con el tiempo mis padres entendieron que actuar era mi vida, mi pasión. Y amaron que yo me dedicara a esto. Y se vinieron a vivir a Buenos Aires”.
-¿Qué hubieras sido si no te dedicabas a la actuación?
-No sé, abogada... También tenía esa cosa del gusto por la justicia. Y en un momento había empezado a estudiar terapia ocupacional, como mi hermana. Pero no: yo quería ser actriz.
-¿Qué hace tu hija?
-Lucía tiene 14 años, está en segundo año del colegio secundario y le gusta mucho la danza... Me acompaña mucho, me ayuda, viene a mi camarín, le gusta mi trabajo como actriz. Pero tiene libertad para hacer lo que quiera.
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-¿Y a qué se dedica tu marido?
-Como siempre digo, mi marido (Rodrigo Pardo del Río) no tiene nada que ver con lo que hago yo, es una persona normal (se ríe). No, en serio: él se dedica a los negocios inmobiliarios. En octubre de este año vamos a cumplir 21 años juntos. Es un compañero tremendo. Cuando Lucía era chica, estuvo muy presente. Imaginate que yo estuve dos años de gira con Toc-toc... Su apoyo es fundamental. Sin él, yo no podría hacer todo lo que hago.
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Teatro
De Daniel Dalmaroni, y con dirección de Santiago Doria, Patricia Echegoyen protagoniza Una magnífica desolación. Se puede ver los lunes a las 20 en el teatro El Tinglado (Mario Bravo 948). A la actriz la acompañan Alfredo Castellani y Patricio Paz. “La obra transcurre en 1969. Y habla de la verosimilitud de la llegada del hombre a la Luna, y de los mitos que circularon alrededor de todo eso. También aparecen algunos personajes del momento, como Marilyn Monroe. Es una comedia dramática con un toque de disparate... El público se va muy satisfecho”, explica Patricia.
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