A poco más de 72 horas de las elecciones del 28 de abril, el comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici (París, 1957), se deshace en elogios con la economía española y minimiza los signos de inestabilidad y fragmentación política, salvo uno de ellos: la emergencia de una fuerza de ultraderecha. “Eso abre el camino a alianzas peligrosas”, lamenta este socialista francés con un cuarto de siglo de experiencia en primera línea de la política europea. “Los partidos de extrema derecha son un peligro para la democracia europea”, avisa, aunque considera que España dispone de un bloque político central que puede evitar la deriva populista sufrida por Italia.
Pregunta. España sigue sin Presupuestos. ¿Le preocupa?
Respuesta. No es la primera vez que las Cortes no han votado un presupuesto. Ahora vienen buenas noticias. La confirmación de que España redujo su déficit al 2,5% del PIB en 2018 abre el camino para que salga del procedimiento de déficit excesivo en el que entró hace diez años. El fuerte crecimiento de España ha sido decisivo para reducirlo. Si las previsiones que presentaré en mayo proyectan que seguirá siendo inferior al 3% en 2019 y 2020, propondremos que se cierre el procedimiento. Y la información que tenemos hasta ahora indica que será así. Y, por supuesto, esperamos que tras las elecciones habrá, por fin, estabilidad con una mayoría para aprobar unos Presupuestos.
P. ¿Le inquietan las promesas de aumentar el gasto social de PSOE y Podemos?
R. No comentamos promesas electorales. Hasta ahora hemos tenido políticas fiscales creíbles que han venido del PP y del PSOE y que han llevado a España a la salida del procedimiento de déficit. Eso empezó con el anterior gobierno de Mariano Rajoy y ha seguido siendo así con el de Pedro Sánchez. Cuando miro a los países del Mediterráneo, veo que Portugal o Grecia, con gobiernos de izquierdas, y a veces incluso con aliados de extrema izquierda, no son estados con una peor trayectoria fiscal que otros.
P. Hay un cuarto país en el sur: Italia. España ha celebrado tres elecciones en cuatro años. ¿Teme una italianización de la política española?
R. No, en ningún caso. Italia hoy está dirigida por dos partidos populistas que crearon una situación que inicialmente fue peligrosa para el equilibrio de sus finanzas. Eso fue corregido tras una dura negociación con la Comisión Europea. El caso de España es muy diferente. Es cierto que ha emergido un partido de extrema derecha, lo cual es preocupante. Y España ha sido golpeada por la fragmentación que caracteriza todo el espectro político europeo. Eso abre la puerta a alianzas no convencionales que, a veces, pueden ser peligrosas. Y un partido de extrema derecha es peligroso para la democracia europea. Sobre todo, porque ataca al proyecto europeo. Pero hay ciertas salvaguardas en España, con partidos como el PSOE, el PP o Ciudadanos, con programas diferentes pero creíbles. Depende de los ciudadanos decidir cuál es el mejor para la credibilidad, la democracia y el progreso y la justicia social.
Esperamos que España recupere la estabilidad tras las elecciones
P. ¿Está preocupado por que puedan revertirse algunas reformas, como la de las pensiones?
R. Comentaré las políticas que lleve a cabo el gobierno que salga de las urnas, sea una coalición de un lado o de otro, pero no los programas electorales.
P. La oposición ha criticado al gobierno de Sánchez por la subida del salario mínimo. ¿Esa medida ha dañado al mercado laboral?
R. La economía española está teniendo un buen comportamiento. Las heridas de la crisis siguen presentes con un alto nivel de desempleo. Pero la recuperación ha sido una de las más consistentes de la zona euro y el empleo ha caído por debajo del 14%. Se ha reducido 12 puntos, aunque sigue por encima de la media europea e inaceptablemente elevado. Un reto será crear puestos de trabajo estables, de alta calidad y a largo plazo porque muchos jóvenes siguen atrapados en contratos temporales. Cuando un país ha hecho grandes sacrificios, llega un momento en el que la gente reclama una recompensa. Y llega la hora de subir salarios. No es ilegítimo aumentar el salario mínimo si se hace de una forma que no perjudique a la salud y la fortaleza de la economía.
P. ¿La elevada desigualdad por las medidas de austeridad es el precio que han tenido que pagar los ciudadanos para salir del procedimiento de déficit excesivo?
Sánchez ha respaldado las propuestas más ambiciosas para el presupuesto de la zona euro
R.Todos cometimos errores al combatir la crisis. Y los estamos pagando socialmente, con mayores desigualdades, y políticamente, con el auge de los partidos nacionalistas y populistas. Espero que el nuevo gobierno entienda que entre sus prioridades debe estar volver a hacer frente a las desigualdades. La crisis económica se acabó, pero las crisis social y política están ahí. No solo en España, en toda Europa.
P. ¿Qué propone?
R. Un presupuesto de la zona euro para la convergencia con una función estabilizadora. Por ello necesitamos un gobierno en España que sea proeuropeo y proactivo. Y por ello doy la bienvenida al hecho de que Pedro Sánchez y su ejecutivo hayan respaldado las propuestas más ambiciosas posibles en el diseño de ese presupuesto de la zona euro. Y para ser franco, he de decir que tuve una buena relación con el anterior ejecutivo también.
Necesitamos un gobierno en España proeuropeo y proactivo
P. Relaciona el ascenso del populismo con la crisis del euro, pero hay quien considera que no tiene nada que ver porque también se ha producido en EE UU, Brasil o Filipinas.
R. La crisis fue mundial. Pero fue más profunda en Europa porque nuestra economía sufrió más y necesitábamos más reformas para ser competitivos. Y a la vez debíamos controlar nuestras finanzas públicas y nuestra deuda. Cada uno puede estar unido a su país, pero Europa debe permanecer unida con un objetivo común que ahora está amenazado y debe ser defendido. Europa no es solo Bruselas ni el Eurogrupo, sino lo que hacemos juntos. Y la mayor responsabilidad recae aún en los países miembros. No lo olvidemos.
P. La economía sigue desacelerándose. ¿Teme una recesión?
R. No tememos una recesión pero sí estamos siguiendo la marcha de la economía, que crece a un ritmo más lento que en el último año. Hay incertidumbres con las políticas comerciales y un sector exterior más débil, pero también desafíos internos como el Brexit o la situación italiana. Aún tenemos algunos puntos brillantes: estamos creando más puestos de trabajo con un menor crecimiento. Esperamos una recuperación en el segundo semestre de 2019 y 2020, aunque sin volver a los niveles de 2017 y 2018.
P. Al término del último Eurogrupo dijo: “Tenemos que mentalizarnos para cualquier tipo de respuesta que fuera necesaria”. ¿A qué se refería?
R. Hemos de ser conscientes del peligro de una desaceleración más pronunciada. Necesitaremos una Europa más ambiciosa y una aproximación coordinada. Hay países que están muy endeudados y que deben seguir haciendo esfuerzos para reducir deuda. Pero otros, como Alemania u Holanda, tienen grandes superávits que deben usar para invertir más para sus ciudadanos y para el bien de toda la eurozona.
“He sido padre a una edad en que se suele ser abuelo y quiero que mi hijo, que tiene ahora diez meses, crezca en una Europa como la actual, que es un continente con un modelo político, social, cultural y ecológico muy específico”, reflexiona Pierre Moscovici a poco más de un mes de unas elecciones al Parlamento Europeo (el 26 de mayo) en las que se augura un brusco ascenso de los partidos soberanistas o antieuropeos. “Las elecciones serán un aviso pero no una derrota para los europeístas”, pronostica este socialista francés presente en la política europea como ministro, europarlamentario y, desde 2014, comisario europeo. En la recta final de su mandato en Bruselas, que no de su carrera, da vueltas ya a unas futuras memorias. Y se reconoce preocupado por una sacudida geoestratégica mundial que podría llevarse por delante la Unión Europea.
“No podemos estar seguros de que la UE sobrevivirá en el siglo XXI. Hay que pelear por ello, no es un hecho”, avisa. Y recuerda que el G-20, al que asiste como comisario, ha cambiado por completo y alrededor de la mesa se sientan Trump, Putin, Erdogan, Modi, Bolsonaro... En ese escenario y con esos protagonistas, “Europa es una absoluta necesidad, para los europeos y para todo el planeta”. Y añade que es uno de los pocos lugares del mundo “donde no hay pena de muere, se lucha contra el cambio climático, se rechaza la discriminación por género, raza u orientación sexual, hay una importante red social, la educación es una prioridad, la democracia y estado de derecho es esencial... No hay muchos sitios más así, quizá Canadá, Australia...”. “He dedicado gran parte de mi vida a pelear por ese modelo y dedicaré el resto a seguir defendiéndolo”, añade.
Durante el cuarto de siglo que lleva en política europea, ha aprendido que el engranaje perfecto de la UE requiere de la sintonía de Berlín y París con la Comisión, pero sin olvidar al resto de capitales. Eso sí: “Si hay una colisión entre Berlín y París, todo se para”. Por ello, Moscovici considera que ambos países deben superar el “momento delicado” por la distancia que les separa por asuntos como los acuerdos comerciales con EE UU o el Brexit. Y ahí, dice, Madrid puede ayudar a tender puentes.