Arctic Monkeys, Sam Smith, St. Vincent, Fito Páez, Troye Sivan, The 1975, Foals... A diferencia de la primera jornada del Lollapalooza Argentina 2019, que hoy termina en el Hipódromo de San Isidro, que tuvo el viernes en el trap y el rap su marca distintiva, la de ayer estuvo claramente dominada, además de por un sol que apuntó al predio sin atenuantes y por una temperatura agobiante, por la mezcla de pop con rock y con soul, en distintas dosis, y la elegancia como consigna.
Arctic Monkeys copó la parada en el Main Stage 1, en la segunda noche del Lollapalooza 2019. (Foto: Martín Bonetto)
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La banda liderada por Alex Turner dio una masterclass de rock de alto volumen y buen gusto. La banda tiró todo al asador de entrada. Do I Wanna Know? y Brainstorm sonaron en el mismísimo inicio; pero tienen tanto para dar, que lo que siguió no hizo más que mejorar lo mucho bueno de esas dos canciones. The Ultracheese, Cornerstone, el final con Arabella y R U Mine... Y Turner... Y sus compañeros de ruta. Si alguien había pensado en la previa que ver a los Arctic no tenía demasiado sentido porque ya habían asado por aquí, en la noche del sábado quedó claro que se equivocó de punta a punta.
Sam Smith, con el acompañamiento de una banda sin fisuras, paseó su mezcla de soul & pop por el Hipódromo de San Isidro. (Foto: Martín Bonetto)
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En el turno anteror, Smith, dueño de una voz privilegiada pero algo desangelado, paseó su andar de crooner por el Main Stage 2, con el sostén de una banda sin fisuras y con un espíritu negro que se convirtió en el toque de distinción que marcó una linea divisoria entre su performance y la de sus colegas. Posiblemente sean los músicos de Smith quienes lo salven de caer en una irremediable monotonía.
St. Vincent ejerció su magnetismo ante un público en el que los conocedores de su obra se codearon con muchos curiosos que por primera vez se encontraron con su música. (Foto: Martín Bonetto)
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Solita su alma, antes St. Vincent había sumado su voz y su guitarra a una pista sobre la que repasó parte de su álbum Masseduction -Los Ageless, Pills, New York y Fear the Future, entre ellos-, en una de las presentaciones de más alto vuelo musical del día. Sólo enfundada en una malla negra y medias red, Anne Erin Clark sacó a relucir sus dotes de performer, pero no para tapar carencias musicales sino, por el contrario, realzar un repertorio y una sonoridad tan original como magnética.
Amo y señor del lugar. Fito Páez certificó una vez más ser uno de los autores de la banda sonora de la vida de varias generaciones de argentinos. (Foto: Martín Bonetto)
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Fue justo después de que Fito Páez hiciera cantar a un público sin fronteras generacionales, un repertorio a prueba del paso de los años. El amor después del amor, 11y 6, Ciudad de pobres corazones, A rodar, Brillante sobre el mic, Mariposa Tecknicolor, y Dale alegría a mi corazón en formato de Karaoke, con miles de personas elevando el canto a un cielo que ya le había dado paso a la noche.
A su tiempo, The 1975 y Foals sumaron material para la causa del pop, los primeros más en sintonía con el género en máxima pureza, los segundos con arrebatos rockeros que despertaron los alertas de una explosión que nunca llegó a suceder.
Foals desparramó energía sobre el Main Stage 1, aunque nunca consiguió explotar del todo. (Foto: Martín Bonetto)
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Quien sí provocó una explosión fue el joven Troye Sivan, que no sólo convocó a una multitud bajo el sol más quemante, sino que estableció a través de un set basado en su excelente álbum Bloom un estrecho contacto emotivo con sus seguidores, con promesa de pronto regreso.
A los 23 años, Troye Sivan mostró que tiene absolutamente todo lo que tiene que tener un aspirante a pop star, y que se encamina a serlo por un largo tiempo. (Foto: Fernando la Orden)
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En tanto, esta vez el género urbano tuvo su espacio primero en el Main Stage 2, con Ca7riel, y luego acotado al Perry's Stage, con un desfile de nombres que arrancó temprano con Catnapp y Dano -como Khea el viernes, tuvo a Duki como invitado-, siguió con el español C. Tangana y tuvo también su Batalla de los gallos.
Lelé pasó por primera vez por el Lollapalooza con algún traspié. (Foto: Fernando la Orden)
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El comienzo de la jornada, en cambio, estuvo dedicado a ese universo de bordes algo difusos denominado alternativo, con la cordobesa Candelaria Zamar, bien temprano, a la par de Alfonsina, cuyo fino electropop sonó potente defendiendo su reciente lanzamiento, Pactos. Los primeros sonidos del día incluyeron también el accidentado debut de Lelé en el festival. La hija de Marcelo Tinelli debió enfrentar algunos inconvenientes técnicos y una inexperiencia que empañaron su presentación.
Candelaria Zamar fue una de las encargadas de abrir el fuego, la segunda jornada del festival. (Foto: Fernando la Orden)
En la misma sintonía, Perotá Chingó salió a uno de los escenarios principales con un comienzo entusiasta, basado en su combinación de raíces folclóricas con elementos del jazz y la música latinoamericana, y una potencia que lentamente se fue aplacando a medida que pasaron los temas. Aún así, el dúo formado por Dolores Aguirre y Julia Ortiz muestra un crecimiento notable, que se traduce en un sonido mucho más depurado y una actitud no excenta de riesgos, lo cual en los tiempos que corren no abunda.
Perotá Chingó fue de mayor a menor, pero dejó la clara impresión de que el dúo atraviesa un período de sostenido crecimiento. (Foto: Fernando la Orden)
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En todo caso, quien va por la misma senda es Juana Molina, que salió a escena con los efectos de Sivan en el aire del escenario vecino, y aún así logró captar la atención de una buena cantidad de público con un set austero pero efectivo.
Regreso con gloria, aunque con poco público, el de la banda brasileña Los Hermanos. (Foto: Fernando la Orden)
Un párrafo aparte para la participación de la banda brasileña Los Hermanos, que con su líder Rodrigo Amarante al frente volvió a la ruta después de un largo recreo de poco más de una década para apostar fuerte nuevamente a su propuesta de ska y algo más. No fató el explícito rechazo a Jair Bolsonaro, y tampoco su hit, Anna Julia. Una propuesta del festival que merecía algo más de público que el que logró conquistar.