No es paranoia. Es la ficcionalización de un problema mundial del que también es parte nuestro país. "Descuartizó a su novia, quemó el cuerpo en una parrilla, quedó libre y ahora busca pareja por Tinder". Pasó en la Argentina hace poco más de un año. Un hombre de Bahía Blanca buscaba a su alma gemela con fotografías de su esculpido torso y el nickname "Pablo 37". Hasta que varias mujeres que recordaban el caso lo denunciaron.
Otro antecedente local: "La contactó por Tinder y la violó en su casa", se lee en los titulares en agosto de 2018. Ocurrió en Neuquén. La víctima de 19 años declaró que el hombre de 24 había tomado bebidas blancas y se puso violento. Cuando ella quiso escapar, él la encerró y la atacó.
Los actores de "Dirty John".
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En los Estados Unidos el tema del riesgo de las app de citas registró un ejemplo que tomó forma en un exitoso podcast de Los Ángeles Time, Serial. Debra Newell, reconocida decoradora de interiores estadounidense, conoció a John Meehan a través de Match.com. No imaginaba que él era un estafador serial, un mentiroso patológico y un candidato peligroso, con un pasado criminal.
La historia, investigada por el periodista Chris Goffard, pasó a la pantalla chica con Connie Britton (Debra Newell) y Eric Bana (John Meehan) en una serie de ocho episodios que Netflix estrenó para San Valentín. La idea era poner en foco más que el amor edulcorado de la fecha, el riesgo de las búsquedas desesperadas. Y en las últimas horas, el interés por esa ficción abrió un debate que se trasladó a las redes y hasta viralizó el ahora llamado "síndrome John": miedo a cruzarse con un monstruo online.
De la felicidad al pánico. Una decoradora de interiores y un anestesiólogo.
Sin ser una ficción de calidad narrativa, Dirty... logra una potente alerta social: en una era en que es posible crear hasta una foto falsa para colocar en el perfil de citas (ya hay un sitio web que genera rostros), los ocho episodios muestran la psicología de estos seres rápidos para la "caza". El estreno anterior de Netflix (You, basada en la novela de Caroline Kepnes), se alista en este grupo de ficciones sobre psicópatas, persecuciones, obsesión online y un trabajo previo de investigación online de la futura presa.
No estamos ante una serie compleja ni de grandes recursos. Su ritmo decae con los episodios, pero la cuestión aquí es la potencia de la historia real. Cómo no sucumbir ante un producto que habla de lo que pasó. Debra es una profesional que supo ganarse un nombre en su rubro, estuvo casada en cuatro oportunidades, y la soledad no es su aliada. Por eso la vemos empeñada en conocer a un posible compañero. Maratón de citas, "postulantes" imperfectos. Ninguno le cierra. El que logra encantarla, claro, es el gran simulador, maestro de la manipulación.
Como todo monstruo escondido bajo el disfraz de un tipo encantador, John, "el sucio", como lo llaman (aunque ella no lo sepa aún), es capaz de llevar a misa a su suegra y a su prometida y llorar tiernamente con el sermón del pastor. Jura que las heridas de su cuerpo son cicatrices del combate en Irak. Y dice ser médico, pero es anestesiólogo, y aquí, tal vez, la metáfora: no necesita de un quirófano. Adormece, narcotiza, atonta con tantas palabras lindas al oído de quien -carente de cariño- necesita escucharlas.
Pese a las señales de alarma de la hija de ella, Debra quiere salvarlo, cambiarlo (y lo salva y reincide). John lo dice clarito: "Consigo todo lo que quiero". Vemos mediante flashback su infancia como discípulo de un padre que lo entrena, por ejemplo en trucos para cobrar seguros abalanzándose sobre autos y dejándose romper una pierna.
John Meehan (Eric Bana).
Con el tiempo no los unirá el amor, sino el espanto. Este cuento dentro de lo que algunos llaman como subgénero el psycho lover, nos propone ver todo lo que la protagonista no puede (o no quiere): así como ella cayó en la red, descubrimos el patrón de comportamiento de él con las anteriores víctimas.
Todo color de rosa al comienzo de "Dirty John".
A pesar de la crítica de muchos televidentes en redes ("intentan instalar una paranoia sobre lo que es el modo de relacionarse hoy del 60% de la gente que busca pareja") John nos aterroriza tanto como Joe de You (Penn Badgley). Es que el mundo está poblado de buena gente, pero también de esperpentos. Miles de Joe y John al acecho. Por eso el éxito de una serie que podría pasar sin pena ni gloria, pero que ayuda a agudizar los sentidos, a despabilar la ceguera propia del entusiasmo por enamorarse desde la nube. "Yo también fui esa", se lee como hashtag incansable. El juego de la conquista también puede ser un juego de guerra.