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La agencia espacial destina 26,6 millones de euros para que dos equipos desarrollen espacios inteligentes y autosuficientes que permitan la presencia humana en la Luna, Marte y "más allá" Ilustración del interior de un hábitat en el espacio. NASA
Pese al fallo final en la misión israelí a nuestro satélite el pasado jueves, la carrera espacial continúa. Las misiones más allá de la órbita cercana a la Tierra, la Luna y Marte precisan de espacios autónomos capaces de funcionar con o sin astronautas y estar preparados para acoger en cualquier momento las expediciones. Con este objetivo, la Agencia Espacial Norteamericana (NASA) ha seleccionado a dos institutos de investigación tecnológica para desarrollar las casas extraterrestres. Cada institución recibirá 15 millones de dólares (13,3 millones de euros) en cinco años para configurar las viviendas espaciales.
El objetivo del proyecto, que se complementará con planes específicos de la NASA, es crear la tecnología crítica necesaria para permitir la presencia humana en la Luna y Marte. Los espacios inteligentes son imprescindibles para asumir los retos de la exploración y, según Jim Reuter, uno de los responsables de la Dirección de Tecnología Espacial de la Nasa, la colaboración con los centros ajenos a la agencia permite “ampliar la investigación y el desarrollo tanto para la carrera aeroespacial como para otros ámbitos”.
Uno de los institutos seleccionados es Habitats Optimized for Missions of Exploration (HOME), cuyas siglas en inglés forman la palabra hogar. Este centro está especializado en ingeniería, análisis de riesgos y tecnologías orientadas a la creación de espacios adaptables, autónomos y autosuficientes para la exploración humana. La investigación de Home estará encaminada al desarrollo de sistemas autónomos, equipamientos automatizados, ciencias de datos, aprendizaje mecánico, robótica y fabricación in situ de bienes necesarios en las casas extraterrestres.
Este equipo está dirigido por Stephen Robinson y cuenta con siete universidades y las corporaciones tecnológicas Sierra Nevada, United Technology Aerospace Systems y Blue Origin, la empresa aeroespacial del fundador de Amazon, Jeff Bezos, cuya visión es “un futuro en el que millones de personas vivan y trabajen en el espacio”.
Ilustración de una pareja en el espacio difundida por la empresa aeroespacila creada por Jeff Bezos, fundador de Amazon. Blue Origin
El otro instituto seleccionado es Resilient ExtraTerrestrial Habitats institute (RETHi), que se encargará del diseño y funcionamiento de hábitats adaptables que puedan afrontar y superar cualquier contingencia prevista o no. Para ello contarán con expertos en infraestructura civil de campos como la robótica autónoma.
RETHI se concentrará en habilitar los espacios para que puedan funcionar con o sin tripulación, para lo que crearán prototipos y modelos virtuales con los que ensayar, probar y desarrollar las funcionalidades necesarias de los módulos.
La Universidad de Purdue aportará el investigador principal, Shirley Dyke, quien colaborará con las instituciones homólogas de Harvard, Connecticut y Texas.
Los dos centros de investigación seleccionados se unirán a otros tantos creados por la NASA y especializados en biotecnología y materiales ultraligeros y resistentes.
Ilustración de una colonia humana en el espacio creada con impresión 3D. Este imagen pertenece a la propuesta de Team SEArch Apis Cor, ganadora del concurso convocado por la NASA. Team SEArch Apis Cor
El desarrollo tecnológico de las casas extraterrestres se complementa también con el concurso convocado por la misma agencia espacial para propuestas de asentamientos en la Luna, Marte “o más allá” creados a partir de impresoras 3D y que, al igual que el proyecto de desarrollo de hábitats autónomos, permitan la construcción de colonias posibles.
Este último proyecto, ganado por tres de las 11 empresas presentadas (SEArch+/Apis Cor, Zopherus y Mars Incubator) ha premiado el uso de recursos disponibles fuera de nuestro planeta así como la programación de los modelos, los materiales y las fases de construcción. La propia Nasa destaca que la investigación realizada tiene aplicaciones actuales en la Tierra.