Xavier Dphrepaulezz (se pronuncia "di-frep-a-lez") se define como un "eterno buscavidas". Conocido en el ambiente musical como Fantastic Negrito, este compositor, músico y cantante estadounidense de 51 años -lleno de talento, expresividad y dueño de una personalidad distinguida-, que se presentará el 21 de marzo en La Trastienda, carga con una dura historia de vida.
Dphrepaulezz nació en Massachusetts en enero del '68, como el octavo de los 14 hijos de una estricta familia religiosa. En 1980, cuando tenía 12 años, su familia se mudó a Oakland y él decidió irse de casa para siempre, sin volver a ver a su riguroso padre musulmán de origen somalí antes de que muera dos años después. De inmediato, Xavier entró en un hogar de adopción y pasó la mayor parte de su adolescencia entre los niños de la calle.
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"Es una historia profunda, pero me fui de casa porque no quería vivir bajo las órdenes de la religión que mi familia profesaba. Realmente no quería crecer a merced de ese autoritarismo extremo. Yo era un niño que siempre trataba de salir de esa mente muy cerrada que te obligaba a meterte en ese foco religioso", cuenta Dphrepaulezz, a modo de introducción.
Y rememora cómo fue su cruda realidad en Oakland, donde se curtió entre armas, prostitutas, proxenetas, dealers y ladrones, vendiendo drogas y viviendo al límite constantemente: "Era el 'sueño americano' sabés... Me había llegado. '¡Plata!, ¡Plata!' Sólo pensaba en mí y no en cómo iba a destrozar mi comunidad... Pero eso hacíamos. Destruíamos nuestra propia comunidad vendiendo droga".
A pesar de que absorbió la despiadada cultura de su entorno en Oakland, Dphrepaulezz decidió empezar a tocar instrumentos después de los 18 años, cuando comenzó a vestirse bien y hacerse pasar por un estudiante de la Universidad de Berkeley para poder acceder a las salas de práctica.
A los 18 comenzó a tocar instrumentos y a vestirse bien, mientras se hacía pasar por un estudiante de la Universidad de Berkeley. (Fotos: Giacomo Bai)
"Hice travesuras, como cualquier chico. Y fue un motivo para alejarme un poco de las calles y de la epidemia del crack que sobrevolaba en Oakland. Fue después de escuchar a Prince (en especial su disco Dirty Mind) que me volqué en la música", dice. "Así que pensé: '¿Cómo aprendió Prince?' Bueno, él se enseñó solo, así que sólo escuché a los niños practicando escalas, y así fue como aprendí a tocar".
Poco después, en lugar de interpretar las canciones que escuchaba en la radio, Dphrepaulezz se lanzó a escribir toda la música posible: "Creo que esa fue siempre mi fuerza. Nunca fui un gran instrumentista, pero podía escribir".
No le tomó mucho tiempo a Negrito encontrarse arraigado en el estilo de vida de Hollywood. "Los clubes, las perras y la política de las tonterías no tienen nada que ver con la buena música", profesa. Así que, bajo el nombre "Xavier", Dphrepaulezz firmó un contrato con un gran manager y, poco después, un contrato con Interscope, de un millón de dólares...
Pero en 1999, Negrito tuvo un accidente automovilístico -casi fatal- que lo dejó en coma durante tres semanas, con ambos brazos inmóviles. Después de una intensa rehabilitación pudo recuperar sólo el movimiento total de su brazo izquierdo, en tanto su brazo derecho aún sufre las secuelas. "Lo tuve muy dañado. Hasta hoy sólo puedo usarlo a un 30 o 40%. Y claro, en aquel momento pensé que mi carrera estaba perdida", cuenta.
Xavier se refiere a sí mismo como "un narcisista reformado" e insiste en que su arrogancia se redujo notablemente tras el accidente, ya que necesitó que algunas personas lo alimentaran y le "limpiaran el trasero", en aquel momento. "Eso ayudó a mi vida", asegura. Y agrega: "Por suerte no se terminó mi carrera... Y fui capaz de reinventar una nueva manera de tocar. Siempre digo que ese accidente me ayudó".
-¿De qué modo?
-Pienso que me ayudó en darme una apreciación especial por la vida. Y también me ayudó a componer, a contar mejor las historias, desde otro punto de vista, con otro sentimiento.
Con la guitarra a todas partes. Fantastic Negrito dejó la calle para convertirse en músico, y no le va nada mal. (Fotos: DeAndre Forks)
-Pero luego dejaste por un largo tiempo la música...
-(Interrumpe) Sí, no tenía nada para decir.
-¿Por qué?
-En ese entonces estaba en Los Ángeles; por 15 años viví ahí. Ya no me sentía "genuino", y no quería hacer nada que no lo fuera. Estuve años tratando de volverme a meter en la música, de ser aceptado también... Pero ahora que volví, me di cuenta que no quiero necesariamente ser aceptado. No quiero que mi música sea "famosa" o algo por el estilo, sino que contribuya y que le sirva de alguna manera a una persona común y corriente que se sube todos los días a un tren y que debe tener dos o tres trabajos sólo para sobrevivir. "Quiero", "quiero"... ¡No! "Contribuir" es la palabra. También en esa época salí del sello discográfico y decidí que iba a hacer mi propio camino. Comencé a abrir clubes nocturnos ilegales y a hacer todo tipo de música que quería hacer. Estuve en bandas: Chocolate Butterfly o Blood Sugar. Y estuve poniendo esta música en películas y programas de televisión. Fue un momento muy divertido. Pero luego me golpeé contra una pared. Cumplí 40 años y me di cuenta de que quería tener un hijo. Y pensé: "Olvidate de estas cosas de la música, ya terminé, ya no tengo nada que decir".
-Hasta que volviste.
-Sí. Volví a Oakland y tocando la guitarra con mi hijo (Kyu) empecé a cantar Across the universe. No conocía detalladamente a The Beatles, pero empecé a aprender sus canciones. Pensé que eran realmente buenas para los niños. Desde ahí me volví a meter en mi carrera.
Dphrepaulezz no encasilla a su trabajo, y lo define como "música de raíces negras para todos". Sin embargo, en sus dos discos editados profesa un poderoso blues rural, en pleno siglo XXI, con matices funkies, de soul y R&B. "Nunca pienso en términos de estilos. Empecé haciendo música punk por una cuestión de curiosidad, por la época y porque, de verdad, así lo sentía. En los '80 quise ser parte del movimiento afro-punk. El comienzo del hip-hop y el punk se reunía allí (en Oakland) sentí algo en las calles y tuve que vivirlo. Ahora, me enfoqué en un blues ecléctico, y eso derivó en Fantastic Negrito".
-¿Por qué el nombre "Fantastic Negrito"?
-Es una especie de contribución al lugar de donde vengo. No tiene nada que ver conmigo. Quise honrar a Skip James, Robert Johnson, Leadbelly (Huddie William Ledbetter) y me dije que cada vez que me pregunten por qué "Fantastic Negrito", iba a salvar esos nombres. Estaba sentado y el nombre se me vino de repente a la cabeza. "¡Psh!" (exclama). "Fantastic Negrito", porque estaba escuchando mucha música que escuchaba cuando era un niño... Y aunque pensaba que había algo en ello que no era reutilizable, la escuchaba crecer todo el tiempo. Y la llamé black roots music (música de raíces negras), que es como si fuera música negra muy vieja. Mientras la escuchaba, entendía lo alucinante que era. Si bien la había escuchado toda mi vida, parecía que la había ignorado. Era un nuevo descubrimiento. Por eso la idea de "Fantastic"... Y "Negrito", para atraer a las personas. Creía que era un gancho interesante. Así es como lo había visto: como un gesto de gran respeto por la música de raíces negras, que toco ahora, y que ignoré casi toda mi vida.
Aunque dice que no hace música para ganar Grammy, haber obtenido dos posicionó a Fantastic negrito en la mira del mainstream, y allí se mueve a sus anchas. (Photo by VALERIE MACON / AFP)
-Se dice que con el título de tu último álbum, "Please Don't Be Dead" ("Por favor no te mueras"), le hablás a tu país. ¿Es así? ¿Es tu disco más "político"?
-No me gusta la palabra "político". No hago música "política". Yo no digo eso, otras personas lo dicen (Se ríe). Con la frase "please don't be dead" no apunto a mi país, sólo evoco lo que pasa a mi alrededor en el mundo. Eso es lo que hago, mirar a mi alrededor, y tener una opinión como ciudadano del planeta, no de una tierra entre barreras. Si bien tener una sensibilidad política, estar envuelto en eso y tener comentarios al respecto es importante, no me interesa hacerlo profundamente en la música.
-Sin embargo, en algunas de tus canciones hay un claro mensaje crítico...
-Sí... (Piensa) Pero la política te sugiere estar en la "izquierda" o en la "derecha", y yo no quiero estar metido en eso. Creo en la humanidad, en la decencia, y al final del día soy un compositor. Mi manera de hacerlo es escribir una canción como Plastic Hamburgers o Transgender Biscuits. Ese es un buen camino para tener comentarios al respecto y sobre mi entorno. Eso es lo que realmente me interesa, crear opinión en medio de un blues o R&B.
-Pero indirectamente te metiste en política al tocar para Bernie Sanders en sus campañas (como opositor a Donald Trump).
-Sí, lo hice. Toqué en tres de sus campañas: una en New Hampshire, en Las Vegas y en California. Pero lo hice para contribuir a la causa. Eso es lo que puede cambiar todo. Y cualquiera me parece mejor que Trump. Me gusta la palabra "contribuir". Pienso que es una de las mejores palabras, ya que, como artista, tendemos a ser egocéntricos y un poco narcisistas. Aunque a veces, y en cuenta gotas, es necesario serlo.
-¿Cuáles son las diferencias que encontrás entre el Oakland de los '80 y el actual?
-Muchas. Menos gente negra. Está más caro todo. Pero también hay cosas grandiosas como más diversidad cultural, y eso hace más potente una ciudad productiva como lo es Oakland.
-Volvamos a la música. Ganaste dos premios Grammy por tus dos discos como Fantastic Negrito. ¿Sentís que elevaste mucho la vara en poco tiempo? ¿Pensás que de ahora en más tendras algún tipo de presión para tratar de mantenerte en la mira de la industria musical?
-No tengo presión alguna. No hago mis álbumes para estar en la mira de los Grammy. Hago música porque lo amo y me apasiono por eso. Quiero escribir canciones, partes de piano... Eso es lo que estoy desarrollando estos días: letras, partes de piano, riffs de guitarras. Ahí apunto. No pienso en nada más que eso.
Fantastic Negrito asegura que el riff de guitarra está en el ADN de todos, y que todo el mundo se puede sentir identificado con él. (Fotos: DeAndre Forks)
-¿Por qué ubicás a los riffs de guitarras como una parte esencial en tu música?
-El riff capta. Incluso antes de comunicarnos con el lenguaje estábamos creando riffs, sonidos... Está en nuestro ADN, es unificador. Suponete, un riff de blues en Mi (la nota musical). ¿Qué une más a la gente al enfrentarse a un riff de blues, y más en la clave de Mi? Todo el mundo se puede sentir identificado. Y dentro del estudio me gusta cambiar cómo se hacen las cosas. Crear distintos beats y hacer esta especie de mantra hipnótico rítmico y sanador. En fin, crear una vibración que me identifique.
-Como en el riff vocal de la canción A Boy Named Andrew. ¿Esa historia es personal?
-Sí. Si bien la hice acerca de cómo son tratados los inmigrantes, profundicé sobre ser un extraño en tu propia tierra, un outsider ("forastero"), alguien que no es aceptado por ser diferente, o que aparenta ser diferente. Me encanta ese gancho del coro ("la dee da dee da dee da dee da", tararea). Es un riff, sí. Me da la sensación de unidad y de humanidad, de cuando hace miles y miles de años las personas daban vuelta alrededor del fuego como signo de unificación, cantando esa línea.
-¿Por qué Chris Cornell fue tan importante en tu carrera?
-Chris confió mucho más en mí de lo que yo confiaba en mí mismo. Él quiso que abriera sus shows en dos tours en Europa en 2016. Fue la primera persona que me dio luz verde en todo y me levantó el pulgar. Y eso, en este ambiente, significa muchísimo. Especialmente porque de verdad éramos diferentes, diferente música, estilos de vida... Literalmente, me sacó toda la mierda de encima y me dio la confianza y de abordar situaciones que no estaba acostumbrado. Un alma cálida... Chris Cornell fue un magnífico ser humano.
E.S.
Fantastic Negrito se presentará en Buenos Aires en La Trastienda Samsung el jueves 21 de marzo a las 21. Y en Córdoba capital, en Club Paraguay, el sábado 23 de marzo a las 21. Entradas, desde $1.250, por TuEntrada.com