Los árbitros de la delirante final de Copa entre el Madrid y el Barça —Juan Carlos García González, Miguel Ángel Pérez Pérez y Benjamín Jiménez Trujillo— solo consultaron dos de las 11 repeticiones a su disposición en el Instant Replay para dar validez al tiro de Tomic que decidió el título. Y el club blanco solo se quedó con esa acción mal arbitrada para denunciar de forma furibunda una injusta resolución del torneo, omitiendo en su relato la clamorosa antideportiva no señalada a Randolph a 11 segundos del final. “Decisión arbitral sin soporte tecnológico, como la falta no pitada de Claver a Taylor hace un año en Las Palmas ante la que no dijimos nada”, cuentan en el Madrid. La final de Copa se jugó durante 45 minutos. La polémica ya se extiende mucho más.
“Es evidente que han existido varios errores arbitrales graves al final del partido”, reconoció el presidente de la ACB, Antonio Martín, en su valoración del torneo. “Por primera vez, hemos puesto a disposición de todo el mundo la imagen del Instant Replay (...) Los aficionados han visto en directo lo que han revisado y la decisión tomada por los árbitros. Por otro lado, también ha habido acciones que por reglamento no se pueden revisar y en las que no debería caber el error”, explicó Martín. También se posicionaron los árbitros en un comunicado de la AEBA en el que también admitían la existencia de “errores graves”, aceptaban y acataban las decisiones “que pudiera tomar la ACB en relación a esos errores”, mostraban su disposición para colaborar en la formación técnica continua, y expresaban su máxima confianza en el colectivo, por entender que están “al más alto nivel técnico mundial”. Reconocimientos inéditos pero que, de momento, no acarrean sanciones. El único castigo que se conoce es la apertura de expediente disciplinario a Campazzo y Felipe Reyes por los insultos a los colegiados que éstos reflejaron en el acta.
“Hemos pedido a la ACB que hagan un comunicado oficial diciendo que se han equivocado”, contó Juan Carlos Sánchez, director de la sección de baloncesto madridista, tras ocupar el puesto reservado a un jugador en la rueda de prensa postpartido a la que acudió junto a Pablo Laso. La protocolaria y habitual aparición del presidente, Florentino Pérez, en el vestuario de su equipo se convirtió en esta ocasión en un improvisado gabinete de crisis al que se sumó el director general del club, José Ángel Sánchez. De esa reunión salieron varias decisiones: la rápida intervención de Juan Carlos Sánchez ante los medios y se deslizó en privado la exigencia a la ACB de “una disculpa oficial” y la amenaza de abandonar la propia Asociación de Clubes si no había una “sanción ejemplar” a los integrantes de la terna arbitral de la final. Argumentos que el director del baloncesto madridista declinó ampliar a petición de este periódico, remitiéndose a su comparecencia pública del domingo por la noche.
Después de los comunicados de la ACB y de la Asociación de Entrenadores (AEBA), en los que ambos organismos reconocían “errores graves” en la final, el Real Madrid respondió calificando las explicaciones de "lamentables", teniendo en cuenta "la gravedad de lo sucedido".
"El club comprende los errores humanos que se pueden producir, pero exige una respuesta clara a lo ocurrido con una jugada que es revisada por el trío arbitral en el instant-replay, y cuya decisión sorprendentemente es contraria a lo que establece el reglamento, a pesar de la rotundidad de las imágenes televisivas a disposición de los árbitros", comienza la nota.
"Defendemos de manera rotunda la existencia de la tecnología para mejorar el arbitraje, la justicia y la limpieza en el deporte y por eso no podemos entender la aplicación del reglamento que han llevado a cabo los tres profesionales del arbitraje en el momento decisivo de la final, al no querer contemplar todas las imágenes que estaban a su disposición", prosigue el comunicado, que finaliza anunciando que, "ante la falta de respuestas concretas a esta incomprensible decisión de los árbitros", el club "seguirá estudiando las medidas y actuaciones a adoptar ante la enorme gravedad de los hechos acontecidos".
De no producirse esa sanción a los colegiados, en formato de expulsión o neverazo, el Madrid sostendrá su órdago anunciando la convocatoria de un referéndum entre sus socios para que estos den su aprobación a la salida de la Liga, una idea que ronda en el club desde hace tiempo y ahora se refuerza estratégicamente con el mensaje de persecución. En mayo de 2017, el Madrid, junto a los otros equipos españoles de Euroliga de esa temporada (Barcelona, Baskonia y Unicaja), amagó con consumar la escisión tras abandonar una reunión de la ACB con el plan de sumarse a un proyecto de liga privada. Paradójicamente, abanderada por Albert Soler, director de deportes profesionales del Barcelona. Ahora el club blanco repite un desafío recurrente.
Sin embargo, la amenaza del Madrid es inviable a día de hoy porque —además del engorroso proceso interno, con la convocatoria de una junta directiva y una asamblea general extraordinaria—, chocaría frontalmente con los estatutos de la Euroliga, con los de la propia ACB y con la Ley del Deporte. El organismo europeo recoge en el artículo 5.3 que, entre los requisitos para tener la licencia de la competición, “los clubes deben participar en un campeonato doméstico, con una excepción, que su presencia sea aprobada por el Consejo Ejecutivo de Accionistas, si al club se le impide participar en dicho torneo nacional en contra de su voluntad”. La disputa de la liga nacional es también condición indispensable para la FIBA que, en caso de que el Madrid materializara su salida, retiraria la licencia internacional a sus jugadores por romper el statu quo.
Los estatutos de la ACB contemplan, en su disposición adicional sexta, “la indemnización con 150.253,03 euros a cada uno de los 17 clubes restantes de la Asociación”, entre otras sanciones, en caso de retirada de la competición. Pero, por encima de ello, en la transformación de los clubes en Sociedades Anonimas Deportivas, la Ley del Deporte estableció la exigencia de permanencia en la liga nacional a las entidades exentas, Real Madrid, Barcelona, Athletic y Osasuna. El club azulgrana intentó sin éxito hace unos años que su sección de balonmano participara en la liga francesa.
Florentino Pérez, junto a José Ángel Sánchez y Juan Carlos Sánchez, en la puerta de los vestuarios tras la final acb photo
La ACB, con su presidente Antonio Martín a la cabeza —exjugador madridista durante 11 temporadas y exdirectivo del club blanco entre 2005 y 2009—, analizó durante todo el día la situación hasta posicionarse de manera oficial al filo de las nueve de la noche. “Cada vez contamos con más avances tecnológicos y debemos usarlos de la manera adecuada para ayudar a los árbitros a tomar las decisiones correctas, siempre sabiendo que hay que convivir con el error humano. Mejorar de forma relevante este aspecto y en la formación técnica es una prioridad para nosotros, y lo vamos a hacer conjuntamente con el colectivo arbitral”, remató Martín en sus declaraciones. Por la mañana, el Madrid había recibido explicaciones, a título personal, de Daniel Hierrezuelo, presidente de la Asociación de Árbitros, cortado de la final por los errores en la semifinal entre Barça e Iberostar Tenerife. Lo que no hubo fue un análisis detallado de la secuencia de errores por ninguna de las partes.
El reglamento solo estipula para los colegiados sanciones que tengan que ver con cuestiones administrativas, como la correcta cumplimentación de las actas, y que pueden llegar a los dos años de suspensión. No existe, en cambio, baremo sancionador para los errores sobre sus decisiones durante el juego. Hace 10 días, la Euroliga estableció un precedente al reconocer en un comunicado dos errores arbitrales en los instantes finales del Barça-Zalgiris de la competición continental, sin sanción asociada para los árbitros. Las mismas cámaras que captaron la abrupta indignación de Felipe Reyes —“¡Vaya puto robo. Dos años seguidos!”— también mostraron la autocrítica de Llull: “No pueden llegar así al final, íbamos ganando por 16, joder”. García González, Jiménez Trujillo y Pérez Pérez, emplearon poco más de 50s en analizar erróneamente la acción que sentenció una final que pudo haberse cerrado antes con la antideportiva sobre Singleton no pitada. Sin tecnología y con ella, dos fallos clamorosos. La admisión de errores aún no lleva consigo las sanciones que pide el Madrid en su órdago a la Liga.