Hubo lágrimas y risas en el set de Veep en diciembre, cuando el elenco terminó de grabar la séptima y última temporada de la sátira política ganadora de 17 premios Emmy, que HBO esta emitiendo los domingos a las 23.30.
Seis de ellos, en forma consecutiva, fueron para la protagonista, Julia Louis-Dreyfus (58). El último, en septiembre de 2017, dio lugar a un momento más agridulce todavía, recuerda la actriz. Una semana antes el doctor le había encontrado un bulto en el pecho y lo había mandado a analizar. Julia dice haber subido a agradecer su Emmy al escenario feliz, pero como en piloto automático. Al otro día recibiría la mala noticia. “Todo pasó como en un dibujo animado, mucha histeria y luego la decisión de 'Ok, ahora qué hay que hacer'”.
La emoción de Julia Louis-Dreyfus en los Emmy 2017, cuando ganó como su premio consecutivo como mejor actriz. Foto: AP
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Hubo una operación, sesiones de quimio y hasta su idea de querer grabar la última temporada mientras recibía su tratamiento. Por suerte el equipo de Veep la convenció de que era mejor esperar. Y por eso recién en 2018, con el cáncer en remisión, volvieron al set de Paramount, en el barrio angelino de Hollywood, para darle su broche a la comedia que hizo historia por donde se la mire.
En febrero, hablando con los críticos de TV locales vía satélite desde los alpes austriacos (donde estaba filmando una película con Will Ferrell), Julia aseguraba estar muy orgullosa de la forma en que habían terminado el programa, del que es productora ejecutiva. “Estamos viviendo en la insanidad política y por eso hacer sátira con la actualidad fue un desafío mayor. Antes al menos éramos originales”, ironizaba.
Su personaje, Selina Meyer, que empezó como vicepresidenta, llegó a la presidencia por la renuncia del presidente, perdió las elecciones cuando se presentó y ahora en la última temporada vuelve a querer ser candidata. Es cínica y mal hablada, una auténtica maltratadora que parece incapaz de demostrar honesta simpatía y afecto por los demás. La premisa parecía alocada, hasta que una estrella de los reality shows, Donald Trump, famosa por su incorrección política, ganó la presidencia en la vida real.
“No soy fan de Trump, creo que es alguien que está pretendiendo ser presidente. Soy una patriota y estoy muy infeliz con la actual situación política. Voy a votar por los demócratas en 2020 y ojalá por fin gane una mujer, ya es hora. Y ojo, la que está hablando soy yo, Julia y no Selina. Esto no tiene nada que ver con Veep”. Su declaración llegaba con retraso, problemas tecnológicos mediante. Bromeaba Dreyfus que en realidad hacia 4 años que estaba viviendo en los Alpes y que todo este tiempo había actuado desde ahí frente a una pantalla verde.
El narcisismo de su personaje de ficción, que propone disparates como “continuidad con cambio”, se vuelve más extremo en los siete capítulos de la última temporada de la sátira política más premiada de la TV estadounidense. Selina es muy mal hablada y Julia cuenta que el que más sufre eso es su esposo, porque se la ha llevado a su casa todos estos años y no ha parado de decir barbaridades a la hora de la cena.
A su larga lista de premios le agregó en 2018 el Mark Twain a la Comedia. Y tuvo que salir a comprar zapatos unas horas antes porque los que planeaba llevar no le permitían moverse en el escenario como quería a la hora de tener que decir su discurso de aceptación, le contaría después a a su amigo Jimmy Fallon. Ese día estaban todos sus compañeros de trabajo acompañándola. Igual que como estuvieron junto a ella mientras tenía que ir a hacer su quimioterapia.
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“Aprendí del poder de los amigos, ellos me impactaron enormemente”, asegura emocionada, recordando como el elenco se encargó de filmarle escenas con mucho humor para que le llegaran esos días difíciles de hospital. Tony Hale, su asistente/esclavo Gary en la ficción fue vital en su recuperación. Al parecer, lo fueron todos.
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Por eso Julia Louis-Dreyfus reconoce haber llorado el último día de grabación. “Veep ha sido como mi bebé. Y este si que no fue un parto fácil”.
WD