El expresidente del BBVA asegura en la carta que le ha enviado a su sucesor, Carlos Torres, que toma la determinación de hacerse “temporalmente” a un lado para evitar que se utilice su persona “para dañar a la entidad”, en la que ha trabajado desde que en 1996, después de que el Gobierno de José María Aznar le nombrara presidente de la antigua banca pública Argentaria, que en 1999 se fusionó con el BBV. En la misiva, que avanzó Europa Press a media tarde, González se muestra convencido de que su decisión “ayudará a entender con qué rigor, falta de interés personal y compromiso” ha trabajado todo este tiempo.
La carta de poco más de dos folios arranca con un “querido presidente” dirigido a Torres, que este viernes se sentirá algo aliviado con la renuncia, que le quitará algo de presión a la junta de accionistas en el Palacio Euskalduna de Bilbao. Torres podrá esgrimir que, aunque sea temporalmente, ha logrado que la sombra del anterior presidente sea menos pesada.
No obstante, alguno de los accionistas que van a intervenir este viernes consideran que González ha realizado un quiebro solo para aliviar a Torres en la junta. “Si pensara en el bien del banco se hubiera ido del todo o, al menos, temporalmente, mucho antes. No hay que olvidar que las facturas de Villarejo aparecieron en mayo de 2018”, indican estas fuentes. En el BBVA no hicieron comentarios ya que, dicen, ha sido una decisión de González.
El banquero jubilado hace en su carta un repaso exhaustivo de su carrera con duros comentarios sobre los conflictos que le rodearon, momentos “de tensión, de dificultades, de hostilidades de grupos de interés” que ha pasado el banco en sus años de historia, según precisa. En ese sentido, cita el “caso de las cuentas secretas” (por el que Emilio Ybarra y los consejeros del antiguo BBV abandonaron la entidad); el intento de Sacyr “de apropiarse del banco con la colaboración inexplicable de parte del Gobierno” (una maniobra que se vincula a los espionajes del comisario jubilado José Manuel Villarejo, que supuestamente habría encargado el banco presidido por él); la salida a Bolsa de Bankia, en la que se negó a participar “a pesar de las enormes presiones recibidas”; la creación del banco malo, en la que también se opuso a asumir “riesgos excesivos”, o el caso Ausbanc (centrado en la extorsión que sufrió el BBVA por Luis Pineda, ahora encarcelado), entre otros.
“Sabes muy bien que no han sido años fáciles, pero en todo este tiempo, gobernamos el barco con firmeza y visión; fueron tiempos de enorme transformación del negocio y el BBVA fue la única gran institución financiera, a nivel global, que no tuvo que apelar a sus accionistas para reponer capital”, confía a su antiguo subordinado.
Agresión mediática
González, que pide a Torres que traslade la carta al consejo con todo su “afecto y gratitud”, destaca la “larga y continua agresión mediática derivada de las investigaciones policial y judicial, sobre un caso de gran repercusión periodística en torno a un excomisario de policía y su trabajo al frente de una empresa de investigación contratada en su día por el banco”. En ese sentido, recuerda que en junio de 2018, “tras varias informaciones periodísticas” impulsó la investigación interna sobre las contrataciones de Cenyt (a través de la que Villarejo hacía sus trabajos). “Mi intención era disponer de toda la información para asegurar que el banco había actuado de acuerdo con sus principios de legalidad y publicidad”.
Y completa: “La existencia de una investigación judicial abierta es un elemento adicional muy importante en esta averiguación de lo ocurrido que nos ayudará a conocer la verdad”. Esas investigaciones están enmarcadas en el denominado caso Tándem sobre las actuaciones de Villarejo, incluidos los pinchazos a políticos, empresarios y periodistas.
Si se confirmaran actuaciones irregulares, que el banco considera reprobables, el propio Torres pediría que González dejara los puestos de honor que le dan derecho a despacho, coche y secretaria. Tras la aparición de informaciones sobre las supuestas escuchas, Torres se mostró “escandalizado” y dijo que son “diametralmente opuestas a los valores de la entidad”.
Decisión previa a una junta difícil
La carta de González a Carlos Torres se conoce un día antes de la celebración de la junta general de accionistas del banco, que se celebra en Bilbao. Carlos Torres, que solo lleva dos meses y medio al frente de la entidad, se enfrentará a la junta de accionistas más dura en 17 años. Sobre el banco planean supuestas escuchas ilegales, pagos al policía más corrupto, el comisario jubilado Villarejo, la presión de la Audiencia que ha abierto investigación, un mal comportamiento en Bolsa, la marcha de Francisco González con una pensión de 80 millones y el empuje del BCE para que aclare cuanto antes estas cuestiones porque dañan su reputación.
El punto más caliente es el relacionado con el supuesto espionaje que para el banco realizó la empresa del comisario jubilado Villarejo. BBVA realizó pagos a Cenyt, la empresa de este antiguo policía. El montante total de estos pagos a Cenyt, desde 2004 a 2017, asciende a 10 millones de euros, según fuentes conocedoras de estas operaciones, que cifran en 100 millones el presupuesto anual del BBVA en seguridad. Según el banco, en teoría la mayor parte de los pagos eran por trabajos para buscar propiedades de clientes morosos. González siempre ha asegurado que no sabía nada de la relación de la entidad y Villarejo.
Investigaciones en marcha
El banco realizó una investigación interna desde junio a diciembre de 2018, todavía bajo la presidencia de Francisco González, y ha iniciado otra externa, un análisis forensic, en enero, capitaneada por PwC, Uría y Garrigues. Hasta el momento, la entidad dice que no ha encontrado ningún documento que inculpe a González; Torres aseguró que confiaba en su antecesor. No tenía previsto pedirle que dimitiera de sus cargos de honor si no había pruebas. Sin embargo, el propio González ha dado el paso a través de la carta enviada a Torres.
Además, el pasado febrero el Juzgado Central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional exigió al BBVA que entregara todos los informes que estuvieran en su poder sobre los trabajos que habría estado realizando para el banco el comisario jubilado, en prisión provisional.
Por otra parte, Francisco González tiene otros frentes abiertos: este mismo jueves el exvicepresidente de la CNMV Carlos Arenillas ha presentado en ese mismo juzgado una querella contra Villarejo, González y el exjefe de seguridad del banco Julio Corrochano, por el espionaje al que presuntamente fue sometido cuando ocupaba su cargo. La querella acusa a los implicados por los delitos, al menos, de intervención de las comunicaciones llevada a cabo por un funcionario público, apoderamiento de secretos de empresa, delito contra el honor y delito de coacciones.
Difícilmente hubiera imaginado Carlos Torres, cuando asumió la presidencia del BBVA en enero, que iba a tener un estreno con tanta expectación este viernes. Desde luego, no es el deseado. La junta de accionistas estará centrada en el primer discurso que pronuncie como líder de la entidad y, sobre todo, en la información que ofrezca sobre la investigación abierta por el banco sobre el espionaje de la firma de detectives Cenyt, del comisario jubilado Villarejo, y la implicación de su antecesor, Francisco González. Lo que diga se va a calibrar con lupa. Se espera, no obstante, que mida mucho sus palabras y que se escude en que de las investigaciones, que llevan a cabo PwC, Garrigues y Uría, todavía no se puede adelantar ninguna conclusión.