Domingo, 17:30 hs, Feria del Libro.
Catálogo se llama el formato que Javiera Pérez Salerno y Diego Bliffeld. “Personas narradas por escritores” se explica sobre la primera temporada de algo que funciona así: ellos filmaron un día en la vida de gente haciendo la tarea con la que se ganan el pan (una agente inmobiliaria, un mecánico de autos, una criadora de cabras). Esas imágenes le llegan a un puñado de escritores (I Acevedo, Fabián Casas, Pedro Mairal, Romina Paula y Mauro Libertella), que interpretan libremente esa parte documental y la transforman en ficción. Una vez generado el relato, el material regresa para una edición final, sincronizada. Y ahí estamos, escuchando a la característica voz de Casas, metida en un taller mecánico, explicando una escena de la película Cabo de miedo. Detrás, llega el eco de otra capa más en el milhojas semiótico: un chico le explica a otro que hay un capítulo de Los Simpson (Cape Feare) “donde Bob Patiño bla bla bla”. Afuera del stand de Zona Futuro, llegan los ecos de aplausos y algarabía: el Indio Solari está presente en un video, explicando más cosas sobre las 900 páginas de Recuerdos que mienten un poco.
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Todos los jueves.
Domingo, 19.45. Bienal de Performance, Chacarita.
Cerca se llama la performance ideada por Pablo Schanton y Alejandro Ros, y quedan quince minutos para entrar a una sala oscura donde una luz ilumina a cuatro cuerpos (una mujer, una travesti, dos varones) descansando. Están tan tiesos que parecen de cera, pero el programa nos dice que duermen. “No podremos ver lo que sueñan, pero sí oír y oler algunas pistas. Para lo cual hace falta acercarse a distintos puntos de los durmientes. Ese momento de cuidada aproximación despierta la moralidad inconsciente del tacto, la ética de la proxemia: ¿hasta dónde hacerme presente con mi cuerpo junto a quien está ausente en su soñar?”, dice el programa. La música de Aldo Benítez y Roger Delahaye alumbra los espectros de nuestras vacilaciones. Esas notas se mezclan con las de las seis zonas perfumadas de las pieles. Es acercarse y husmear según el grado de timidez que nos ronde, como un téster de somnolencia.
Domingo, 20:30 hs. Bienal de Performance, Chacarita.
Inventario se llama la muestra de la fotógrafa Nora Lezano. Sentada, se larga a leer una pila enorme de papeles acumulados sobre una mesa, que romperá en pedazos una vez concluida la misión. Empieza con su boletín de calificaciones de 2do año (muy buenas notas, salvo en contabilidad), y sigue con mensajes de Charly, Fito y Cerati. También: “Noviembre de 1999. Producción de fotos para la revista Rolling Stone con Blur. El baterista me invitó a salir”. Ponele. Por momentos, el nivel de intimidad exhibido es profundo, sentido y exasperante. En un momento, Lezano se calla y empieza una proyección. Salen disparados más de cinco lustros de tomas ilustres, archivos familiares, descartes y backstages emocionales, como los despechados mensajes que sus ex le iban dejando en el contestador.
Domingo, 23 hs, Galván al 3500.
Almendra se llama el kiosko ubicado en las postrimerías de Saavedra, muy cerca del CEMIC donde Luis Alberto Spinetta pasó sus útlimas horas. Se puede decir que el nombre del local aduce a la obra, al disco debut, porque un moderado calco de aquel payaso/hombre triste va estampado en el vidrio. Un ratito antes, Lezano había leído un mensaje de LAS, que llamaba de parte de Dante, porque quería que le hiciera unas fotos. “Llamame al 542...” y salía mencionado el número de un teléfono fijo en la voz del Flaco. Anotación mental: llego y llamo.