La tabla de datos que la semana pasada publicó el Instituto Nacional de Estadística ofrece un minitratado de la historia de España de las dos últimas décadas. Y en este documento se encuentran narraciones para todos los gustos. Al igual que Canarias, otras seis comunidades o ciudades autónomas que estaban por debajo de la media han perdido puestos. Pero también hay casos de autonomías pobres que han ascendido, como Galicia. Zonas ricas que han subido, como País Vasco. Y otras ricas que han caído, como Baleares.
“El problema fundamental es que ya se partía de una brecha inicial. Y si España crece como un conjunto, en el que tiran todas sus comunidades, es difícil reducir ese gap”, explica Santiago Carbó, catedrático de Economía de Cunef. Un ejemplo de ello es Andalucía. Su PIB per capita ha pasado de 11.823 euros en 2000 a 19.132 en 2018, es decir, subió el 62%. Pero su peso sobre el total prácticamente no se ha movido, al pasar del 74,2% al 74%, alejándose tan solo por milímetros de la media del país.
Los datos del INE son consistentes con otros estudios que apuntan en la misma dirección. El artículo Convergencia regional en España: 1980-2015, publicado por el Banco de España en septiembre de 2017, ya aseguraba que el acercamiento de rentas entre autonomías había sido “reducido”.
“Ni las variables del mercado de trabajo (empleo, paro) ni la productividad total de los factores han contribuido significativamente a reducir las diferencias regionales a lo largo del periodo analizado”, aseguraba el informe del Banco de España. Sin embargo, la productividad del trabajo sí había contribuido a reducir la brecha regional “por la mayor acumulación de capital en las regiones de menor renta inicial”.
“Hace ya cuatro décadas que la desigualdad regional en España empezó a aumentar y desde entonces esta tendencia no ha hecho más que reforzarse”, comenzaban su entrada en el blog Nada es gratis los economistas Alfonso Díez, Julio Martínez y Daniel A. Tirado hace tres semanas.
Comunidades procíclicas
Los datos del INE ofrecen sorpresas. Como que Baleares ha pasado de estar en la franja alta de la clasificación —sus 20.000 euros de renta per capita le colocaban en 2000 en un 125% del PIB nacional— a la media, con tan solo un 103,5%. En el extremo opuesto está Galicia. Esta comunidad ha estado siempre en la franja baja, pero ha escalado muchas posiciones al pasar del 77,6% de la renta española a alcanzar dos décadas más tarde el 90,1%. La del País Vasco es también una historia de éxito, con un 122,6% en 2000 que ahora ha escalado al 131,8%.
“Hay comunidades procíclicas, aquellas muy basadas en el turismo y la construcción, que crecen mucho cuando las cosas van bien, pero que luego caen con fuerza. En cambio, otras como País Vasco, con más arraigo industrial, no sufren tantos vaivenes. Allí la crisis también se notó, pero el paro no subió tanto como en otras partes de España. Y no es solo por el cupo vasco. Es una comunidad más business friendly”, añade Carbó.
A Madrid también le han sentado bien los años. Esta comunidad rozaba en 2000 el 134% del PIB de toda España. Y ahora ha logrado aumentar ligeramente ese porcentaje, hasta más del 135%. “En Madrid, el efecto por ser la capital del país ha sido brutal”, concluye el catedrático de Cunef. Estas comunidades ricas que crecen más que la media también contribuyen a ensanchar la brecha, al alejarse del pelotón.
Perspectiva histórica
El artículo de Nada es gratis El final de la convergencia regional en España ofrece una interesante perspectiva histórica. Según los autores, España ha atravesado épocas de convergencia regional —de 1910 a 1980, principalmente—; ese proceso se detuvo con el acceso de la economía española a la antigua CEE, ahora Unión Europea.
Sobre la situación actual, Díez, Martínez y Tirado extraen tres fenómenos fundamentales: el crecimiento de la desigualdad regional, la polarización de rentas entre territorios relativamente ricos y pobres y “un marcado y persistente” patrón geográfico norte-sur. “El empobrecimiento relativo de regiones tradicionalmente prósperas o la creciente brecha de rentas existentes entre las regiones más ricas y las más desfavorecidas ha asentado la percepción de que en el actual contexto de cambio tecnológico y globalización hay territorios que no importan y ello está motivando su venganza política”, concluyen los economistas Díez, Martínez y Tirado.
Los datos del PIB regional ofrecen también una radiografía de la España pre y post crisis. De 2000 a 2008, la renta per capita dio un gran acelerón —de 15.935 euros a 24.275, un alza del 52%—. Pero tras el crash de Lehman Brothers, la subida fue muchísimo más modesta: en 2018 alcanzó los 25.854 euros, tan solo un 6,5% más que una década atrás. Comunidades como Andalucía aprovecharon los años del boom para mejorar su posición respecto a la media española, pero descendieron tras la burbuja.