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A pesar del gol de la ida, el Barcelona no se fía de un Manchester United que penaliza cualquier error del rival, sobre todo en campo contrario y en el último minuto Ampliar foto Solskjaer, en la rueda de prensa previa al partido. Michael Regan Getty Images
Los red devils nunca han ganado al Barça en sus cuatro visitas al Camp Nou y, sin embargo, siempre han sido un equipo respetado y hasta temido por la afición azulgrana, sobre todo desde el 26 de mayo de 1999. Aquella noche, la misma en que Matt Busby habría cumplido 90 años, al United le bastaron tres minutos de prolongación para alcanzar la Champions ante el Bayern con goles de Sheringham y Solskjaer, hoy técnico del equipo de Manchester.
No olvidan tampoco los barcelonistas que el United eliminó en octavos al PSG en París con un penalti en la última jugada del encuentro (1-3), después de perder en Old Trafford (0-2). También abatieron en el tiempo añadido al Young Boys (1-0). Y a última hora le dieron la vuelta la marcador contra la Juve en Turín (1-2).
Así que nunca se puede dar por cerrado un partido ni finiquitada una ronda cuando el rival es el Manchester United. Y menos después de ganar en la ida por 0-1, un resultado “peligroso”, afirmó Ter Stegen. La intención del Barcelona es ignorar el resultado e intentar ganar hoy porque seguramente es la mejor manera de enfrentar a un rival endiablado, poderoso en la estrategia, muy físico y rápido a campo abierto por la velocidad de sus puntas, jugadores de una gran calidad individual como Rashford.
El delantero de Wythenshawe es la joya de la apocalíptica etapa vivida por el United desde la llegada de Van Gaal, descubridor de Rashford, hasta la salida de Mourinho, sustituido por Solsjkaer. El noruego recuperará efectivos respecto a Old Trafford y seguramente será un plantel más competitivo si puede incorporar a Matic, Mata y al exazulgrana Alexis Sánchez, al que su entrenador comparó con un bote de kétchup: “Aprietas y no sale nada; continuas apretando y sigue sin salir nada, y entonces, de golpe, sale todo y te llena el plato por sorpresa”, declaración publicada en L'Esportiu por Luís Martín.
La imprevisibilidad de los diablos rojos no preocupa en cualquier caso al Barça. “No tenemos temor sino ilusión”, sostiene Valverde. El técnico confía en el factor campo y en la abundancia de recursos después de recuperar a Dembélé. Aunque se vieron sorprendidos en 2010 por el Inter y en 2012 por el Chelsea, los azulgrana suman 30 partidos invictos en el estadio desde el 0-3 que le endosó el Bayern en 2013, cuando estaba lesionado Messi.
El 10 está ahora descansado, al igual que el equipo titular, y recuperado del golpe que le dio Smalling. Messi es una garantía: ocho goles en la Champions, 22 en 30 partidos contra ingleses, 43 en la temporada 2018-2019. La presencia del rosarino es tan capital como la de Piqué, el mejor en Manchester. Valverde podría repetir alineación o dar entrada a Sergi Roberto en el puesto de Semedo, Arturo Vidal por Arthur o apostar por Dembélé en lugar de Coutinho. Las prestaciones de los dos brasileños son escasas a pesar de que mantienen la confianza del preparador del Barça.
El plan afectará a 14 jugadores y no solo 11 si se atiende al discurso del Txingurri, para quien son tan importantes los que empiezan como los que acaban el partido, especialmente ante un rival exigente como el United. “Son especiales”, insiste Valverde. “La cuestión es no conceder espacios a fin de que no puedan correr”, y menos en el amplio Camp Nou.
No se sospecha del Barça, que mantiene una trayectoria inmaculada en la Champions, vencedor en ocho de nueve ocasiones cuando llevó ventaja de 0-1, dispuesto a superar la barrera de cuartos, el muro de las tres últimas temporadas —cuatro si se cuentan seis ediciones con la ganada en Berlín—. La pesadilla de Roma pesa tanto como el interés de Messi por ganar “esa copa tan linda y deseada” que es la Copa de Europa. La clave estará en no especular, encontrar siempre el punto al partido y no cometer errores porque el United, más elogiado por su modelo de negocio que de juego, penaliza cada fallo del rival, especialmente endemoniando cuando sale de Old Trafford.
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