Alfredo Alcón la llamaba "hija". Juan Carlos Mesa, también, porque la había elegido para ese rol en Mesa de noticias. Para entonces, Eleonora Wexler ya tenía sus pequeñas suelas gastadas en el escenario del Lola Membrives. El regreso de la democracia todavía era un sueño y esa niña ganaba un casting entre 2000 aspirantes. La comedia musical en la que brillaría por primera vez era Annie. Mientras los dientes de leche se le aflojaban, su nombre empezaba a afianzarse en las marquesinas.
Wexler, amiga de las cámaras desde niña. (Catura de TV).
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Hay una cancioncita que la hace llorar. Es la que le trae el recuerdo de la voz que tenía hace más de 35 años. "Cada vez que me siento triste y sola, la cabeza levanto y digo: 'el sol brillará mañana'", cantaba afinadísima para un país, a los ocho años. La nube guarda un tesoro. Se presenta en cámara ante Silvio Soldán y entona. Del póster de Billiken a una nueva vida en Madrid, desde enero pasado. A los 45, pasó de vitalicia de la televisión argentina a revelación de la pantalla española.
Un casting filmado con un celular, un mail con la grabación adjunta, un Enter y las consecuencias: contrato europeo de medio año y la decisión de soportar la distancia de su hija Miranda, de 13 años.
Una estadía en Madrid. Medio año trabajando para una serie española. (Instagram).
Instalada al otro lado del océano, filma La valla, una serie que estrenará Antena 3 y transcurre en 2045. Tercera guerra mundial, escasez de alimentos, una valla que traza el límite entre los poderosos y la plebe, un virus, y la irrupción de una argentina, miembro de un centro de investigación científica que busca la vacuna salvadora.
Desde entonces, cuatro escapadas a Buenos Aires. Extrañaba a su hijita y al cuarteto "no humano" con el que convive: Ámbar, Reina, Inti y Elvis, sus cuatro perros. En cada viaje hacia la patria, el llanto, pero también la sensación de ser dos Eleonora: la que los argentinos registran por las calles como cara familiar, y la anónima del apellido alemán que en España no significa nada. Reseteo. La aventura de "conocerse volviendo a cero".
Eleonora Wexler (Instagram).
-¿El salto fue fundamentalmente ante la crisis, la posibilidad de cobrar en euros? ¿O además estaba la fantasía de ser otra, estar sola, probarse a la distancia y como una desconocida?
-En la Argentina había propuestas que no terminaban de cerrarse. Pero no era un tema económico. Desde el deseo generé otro horizonte. Era ponerme a prueba. Encontrarme con todas mis armas. ¿Qué tengo acá, sola, para dar? Ganarse el espacio sin el entorno. Ir sin carga.
-¿La distancia te sensibiliza o te anestesia?
-Me pone a flor de piel. De por sí, yo soy hipersensible. Acá, eso se potencia.
-En medio de ese "limbo" donde nadie te conoce: ¿Te abstraés de lo que pasa en la Argentina o allá necesitás saber lo que pasa en nuestro país?
-Es inevitable todo el tiempo querer saber. Es impresionante lo mal que vivimos. Siento que en Madrid hay más tiempo para el disfrute. Y un respeto hacia el otro. No está ese nivel de intolerancia. A mí la crisis me afectó como a todos, me achiqué en un montón de cosas. Busco el precio en la verdulería, como todos. Vengo de dos viejos laburantes, pude ahorrar desde chica para tener mi techo, pero no vivo una irrealidad como argentina.
Todo empezó con un aviso en Clarín. 1982. Su padre, un empleado de seguros, leía el diario en la casa de Parque Patricios y le comentó que buscaban niñitas para el musical basado en la tira de Harold Gray, de 1924. Histriónica, "Eleo" pegó el salto y le aseguró que quedaría elegida. El efecto "sí" fue poderoso: unos años después hablaba en guaraní como hija de Luisa Kuliok en Venganza de mujer. O frecuentaba Alta comedia.
Para principios de los noventa, mientras sus compañeros del Bernasconi programaban el viaje a Bariloche, ella se bajaba de ese plan: grababa La banda del Golden Rocket -como novia del personaje de Diego Torres- y ahorraba para independizarse a los 18.
Durante unos años, los argentinos se acostumbraron a llamarla "la mala". Con el sello Pol-ka, Valientes, Son de fierro, Mujeres asesinas. Sus criaturas desquiciadas se retorcían planeando venganzas y terminaban a los tiros. O prendiéndose fuego.
Eleonora Wexler (Instagram).
Con la cámara apagada, Wexler es el antónimo de todo eso. No confronta, elige la suavidad y brilla por su ausencia en las riñas mediáticas. En 2013 fue "embajadora de la cinta rosa" en una campaña de concientización del cáncer de mama. 45 años, separada, y ninguna urgencia por contentar la exigencia social de una pareja a cualquier costo. Sin rollos con "ese casillero" que establece que la soledad de una mujer no es buena.
Para ella no hay grieta entre el San Martín y el culebrón de Estevanez. Trabajó con Alcón en La tempestad y es modelo publicitaria de una marca de cremas. Su forma de prepararse no cambia con el calibre de cada proyecto. Hace dos años, por ejemplo, para encarnar a una médica de un hospital en Golpe al corazón, decidió acompañar a su hermana, cirujana, y subirse a la ambulancia de urgencias con ella. Trabajo de campo para entender cómo se mueve un héroe a diario.
¿Cómo es hoy tu papel en el colectivo de actrices? Desde que plantaron posición en la causa por la legalización del aborto, y ante la denuncia de Thelma Fardin, recibieron varios ataques...
-Me gustaría aclarar que no somos una asociación de rescate que puede hacer algo más que apoyar a una compañera en el tema abuso. Hay muchas compañeras que hacen un montón. Yo hago lo que puedo. Con el tema del aborto seguro, legal y gratuito era más focalizada la cuestión. Con el abuso y acoso se complejiza más. Nos ponen un mote que no nos corresponde.
Eleonora Wexler (Instagram).
-¿Creciste más rápido por estar en la tele o eso es una frase hecha, un mito?
-Yo no sé si tuve una infancia feliz. Yo no era una niña niña.
-¿Se pierde la inocencia antes en un medio así?
-Vas un poco más rápido con todo. Por suerte mis padres me bajaban de lo que estaba viviendo y cuando se me venían los humitos a la cabeza me decían: "Esto no vale nada. Es parte de lo que te tocó vivir, pero no te pienses que sos diferente a los otros". Me podría haber pasado de todo. Pero fui muy sanita.
-¿Monstruos al acecho?
-Yo no sufrí acoso, quizá tuve que poner límites de chica. Sí veía alrededor cosas que pasaban, algo estaba naturalizado. Y también ocurría que había niños que no querían estar ahí, la pasaban mal, pero vivían el sueño de sus padres. Viví algunas cosas precozmente, pero ya está, fue lo que tuve que vivir.
Eleonora Wexler y su hija (Instagram).
-Para tu hija no quisiste lo mismo...
-A ella nunca le gustó esto. No tuve que lidiar con eso. No sé qué hubiese pasado si me hubiera pedido entrar al medio. Tal vez hubiese esperado a que fuese más grande. Ella rumbea para el lado de los animales, hay una totalidad para ella cuando está con sus caballos. Y eso la pone en un lugar muy sano que me tranquiliza.
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