Serú Girán fue un dream team: Charly García, David Lebón, Pedro Aznar y Oscar Moro.
La primera vez que Charly lo vio a Aznar lo contrató. Fue en un club de jazz pequeño. El bajista solo había tocado un compás y medio cuando García dijo: "Es este". Charly dirá en una entrevista: "Con Pedro llegamos a componer canciones en el acto".
Newsletters Clarín En primera fila del rock | Te acercamos historias de artistas y canciones que tenés que conocer.
Todos los jueves.
La primera vez que se juntó Serú Girán —que este miércoles protagonizó un reencuentro histórico en el Teatro Colón—, fue en Brasil, en una casa que habían alquilado Charly y Lebón quienes habían llegado primero a ese país.
Serían las 11 de la noche cuando llegaron Moro y Aznar. Directamente bajaron los instrumentos de la camioneta, se pusieron a armar los equipos y luego a tocar. Fue media hora seguida. Luego se miraron todos y dijeron: somos un grupo.
Un grupo que fue hacedor de clásicos como "Canción de Alicia en el país", "Seminare", "Viernes 3AM", "Desarma y Sangra" y "Cinema Varieté". Cuatro discos de estudio los llevaron a lo más alto del rock nacional. Oscar Moro, el legendario baterista, había fallecido en 2006 a los 56 años.
Los años anteriores a Serú habían abarcado desde Sui Generis a La Máquina de Hacer Pájaros. Sui Generis, con Charly y Nito Mestre, nació en 1972: duró tres años en su etapa de producción y cambió la naturaleza del rock nacional.
Mirá también
Pero la banda había comenzado en 1967, fusión entre los grupos To Walk Spanish y The Century Indignation, una época en que aún se cantaba y componía en inglés que duró hasta la grabación de La Balsa (1969). Fueron seis años (1967-1972) de trajín under con Sui: Charly, sin un mango, llegó a vivir en la plaza San Martín, tuvieron que vender equipos de bajo, los músicos estables de la banda se iban, ensayaban en el sótano de un almacén, yiraban en conciertos y en tren por ciudades del interior, les tiraban de todo. “Con García nos teníamos un fe ciega, casi criminal”, definió Mestre aquella tenacidad.
Mirá también
Vida, de noviembre de 1972, forjó la historia de Sui: un disco de canciones con una mirada más adolescente, lirismo y acordes simples (‘Quizás porque’, ‘Necesito’, ‘Estación’), aunque incorporaba rasgos más oscuros como en “Canción para mi muerte” (resultado de la colimba de Charly en 1971, donde, empujado por sus acciones, lo dieron de baja al declararlo ‘maníaco-depresivo con personalidad esquizoide”).
Sui Generis, en sus dos discos posteriores, buscó rasgos más complejos en su lírica e instrumentación: en 1973 llegó Confesiones de Invierno, con temas profundos como “Cuando ya me empiece a quedar solo”, “Confesiones de invierno” y “Tribulaciones, lamento y ocaso de un tonto rey imaginario, o no”, pero manteniendo ideas del primer álbum, por ejemplo, con “Bienvenidos al tren”. El primer y segundo disco fueron un éxito total de ventas. Pero el tercero, “Instituciones...”, marcó un quiebre conceptual.
Mirá también
En 1974 salió “Instituciones a Pequeñas anécdotas sobre las instituciones”, un disco conceptual pensado críticamente contra las instituciones. Fue un trabajo con evolución de arreglos, melodías e incorporación de instrumentos como el melotrón. El título original del álbum, que era “Instituciones”, fue cortado ante la amenaza de censura y clausura del sello (Microfón), como así también fueron suplantados dos temas “Juan represión” y “Botas locas” por “Tango en segunda y “Tema de Natalio”. También debieron hacerse modificaciones en canciones como “Las increíbles aventuras del Sr.Tijeras” y “Para quien yo canto entonces”. Otro tema que compondría en esa tónica, esta vez para León Gieco, sería “El fantasma de Canterville”, editado en 1976.
El fin de Sui Generis fue el 5 de septiembre de 1975, en el Luna Park, con 25.600 espectadores, en dos funciones, una cifra arrasadora para el rock en esos días, que incluyó la filmación de una película, decisiones inéditas para la industria musical de la época.
La máquina de hacer pájaros, como grupo, funcionó entre 1976 y 1977, pero bastó ese periodo y dos extraordinarios discos (“La máquina de hacer pájaros” y “Películas”) para retratar la versatilidad y reinvención de Charly García y, sobre todo, el cambio de estilo respecto a Sui Generis. Fue, quizás, su etapa más ambiciosa sonoramente, con megaarreglos, en clave de rock sinfónica al estilo Pink Floyd y con una formación de notables. En la época de la represión y la censura había menos letra y más fuerza sonora, en clave lisérgica.
Su segundo disco, “Películas”, buscaba ser una denuncia contra la dictadura en clave irónica. La tapa mostraba a la banda saliendo de un cine donde pasaban la película “Trama macabra”.
En 1978, en el marco de la dictadura militar, comenzaría la génesis de Serú Girán, que el miércoles 13 de febrero, en el Colón, materializó el título de aquella canción del 92: Nos veremos otra vez.
DM